Pere Milla (y su representante) han decidido echar un pulso al Elche en la negociación de lo que ellos consideran una renovación de contrato y los gestores de la entidad ilicitana una ampliación, al entender que con la permanencia se ejecuta de manera automática una cláusula, la de la discordia, ya que la primera parte interesada interpreta que dicha acción no se puede llevar a cabo por no cumplirse de manera exacta lo redactado en el contrato. Un lío que podría acabar en los juzgados, primero deportivos y posteriormente ordinarios. 

De momento las dos partes parecen muy lejanas del entente, pese a la puerta abierta que dejó abierta Pere Milla en su comunicado, en el que navegó entre las ganas de no decepcionar a una afición para la que era un héroe y la intención de apretar en lo económico a Christian Bragarnik.

¿Qué podría ocurrir a partir de ahora? Las primeras fechas clave, si no hay acuerdo, vendrán a principios de julio, cuando el futbolista entienda que no tiene contrato con el Elche. Si esto ocurriese podría firmar con otro club y no volver a la disciplina franjiverde para el inicio de la pretemporada. En tal caso se arriesgan a una batalla legal, en la que viendo los antecedentes de los últimos años, Pere Milla no parece tenerlo muy de cara para recibir la razón, al menos por completo.

Otros casos de conflictos entre clubes y futbolistas

ZUBIAURRE: EL CASO QUE LO CAMBIÓ TODO. En 2005, un futbolista del filial de la Real Sociedad decidió fichar por el Athletic. Su nombre rápidamente se convirtió en mediático, por la denuncia del club donostiarra, que entendía que tenía contrato en vigor. La Real pedía 30 millones de euros, su cláusula. El jugador no pudo ni siquiera entrenar mientras se resolvía el caso y acabó siendo condenado, junto al Athletic, a pagar 5 millones de euros. Luego vendrían más calvarios con las lesiones, sin llegar a alcanzar el nivel esperado. Pasó por el Elche (2008-09). Su representante no se fue indemne. Zubiaurre le denunció y fue condenado por la FIFA a pagarle 2,8 millones por negligencia en la gestión.

MESSI: TERREMOTO Y MARCHA ATRÁS. El astro argentino dejó en shock al mundo del fútbol y, sobre todo, al barcelonismo, al anunciar que no quería seguir en el club de su vida en agosto de 2020, entendiéndose libre de contrato. Su presidente, Josep Maria Bartomeu, se acogió a que la vinculación ya había sido renovada y mantuvo el pulso al «10», obligándole a ir a los tribunales si quería irse. Messi dio marcha atrás y aceptó continuar una última temporada como azulgrana antes de fichar por el PSG, alegando que no quería ir a juicio contra el Barcelona.

LAFITA Y MATUZALEM: EL ZARAGOZA PASA POR CAJA. Si hay un club escarmentado en este tipo de situaciones es el Real Zaragoza. Los maños tuvieron que pagar por dos fichajes en los que finalmente la justicia dictaminó que los futbolistas habían rescindido sus contratos de manera unilateral. Primero ocurrió con el brasileño Matuzalem, del Shakthar Donetsk (FIFA fijó en 6,8 millones su precio final aunque los ucranianos pedían bastante más y en primera instancia la condena era casi del doble) y luego con Lafita, a su regreso del Deportivo, por el que tuvieron que abonar 1,5 millones.

LOLO, ÁLVARO Y DE LA FUENTE: EL FUTURO NO FUE MEJOR. En este tipo de casos también se han visto envueltos jóvenes promesas con ambición de mejorar. Le pasó a otro exfranjiverde, Lolo Plá, cuando se marchó al Benfica en 2013. El Valladolid denunció y hubo acuerdo a las puertas del juicio. Un caso similar se vivió en Osasuna con el meta Álvaro Fernández cuando se fue al Mónaco. También hubo acuerdo a última hora (400.000 euros) y el jugador perdió otro juicio con los directivos navarros. Recientemente, Leganés y Valladolid pleitearon por De la Fuente, con acuerdo secreto extrajudicial.