La renovación de Javier Pastore con el Elche ya es un hecho. Una operación que ha sorprendido, más que por su desenlace por la aparente cohesión entre las tres partes principalmente implicadas (futbolista, entrenador y propietario) para que esta misma se haya producido.

La continuidad de Pastore rompe con la línea establecida en el fútbol actual, tantas veces atrapado en el «Big Data». 33 años, una lesión de gravedad, 15 partidos oficiales en la 2021/22, ninguno de ellos completo, cero goles, 665 minutos... Pocas veces una renovación se habrá producido con cifras como estas. Y menos con una aprobación casi unánime.

Porque al «sí» de Francisco, de Bragarnik y de Pastore, que si acepta este reto es para demostrar que está para pelear por un sitio en el once y competir al máximo nivel, se añade el de la mayor parte de la afición, a la que los destellos del día del Getafe, la actitud del futbolista, alejada de un supuesto divismo, y su pasado en la élite del fútbol mundial convencen para soñar con que el argentino sea el mago del Centenario.

Además, algo habrán tenido que ver tanto Francisco como Bragarnik en el Pastore actual para apostar por otro año más del «Flaco» como franjiverde. Con el técnico almeriense únicamente ha sido titular en su primer partido de Liga (Granada) y en el último (Getafe). El resto, tres tramos finales frente a Sevilla, Atlético y Celta. El cierre de competición, por cierto, sirvió para que el conjunto ilicitano consiguiera la única victoria en los 13 partidos con Pastore en el campo en el torneo de la regularidad. Otro golpe al «Big Data».

Francisco ha elogiado el trabajo de Pastore dentro del grupo y su nivel en los entrenamientos durante el último mes, pero no parecería inteligente recomendar su continuidad si no tiene un plan para el argentino. A priori no parece el tipo de futbolista ideal para su estilo de juego, aunque es cierto que no se ha podido ver la versión real del jugador. En la misma línea del entrenador, el propietario del club puede regalar oportunidades, pero no renovaciones. Otras apuestas más personales (léase Almirón) salieron del club cuando detectó que no funcionaban. En esta mantiene su confianza.

Una vez más se demuestra que la calidad y la ilusión mueven el mundo, incluso en el fútbol. Al menos en verano. Con otro perfil de jugador esta operación hubiera quedado descartada en mayo. Cierto es que luego llegará la Liga y volverán a mandar los resultados. Y ahí Pastore no tendrá el cobijo de su primer año ni de su intachable actitud. Entonces tendrá que sacar el fútbol que tiene en su chistera. De momento, este ha sido su penúltimo truco: conseguir una renovación por las expectativas que genera un talento como el suyo. Quizás el mayor en los 100 años de historia del Elche.