Tres partidos y un punto. Poco botín para un inicio de temporada en el que, además, la defensa del Elche volvió a mandar un mensaje de dudas en el partido frente a la Real Sociedad, especialmente en una primera parte en la que el choque pudo quedar sentenciado por las inseguridades franjiverdes atrás. No fue así y el equipo de Francisco supo mantenerse con vida. Eso sí, para acabar ahogándose en la orilla.

Uno de los mayores motivos de desesperación que puede sentir un futbolista sobre el césped es perseguir continuamente el balón ante un juego de pases del rival. En el caso de la Real Sociedad, por la calidad de sus futbolistas y la mentalidad de su entrenador, en ocasiones ese rondo da la sensación de ser eterno. Pero no es lo peor. A ello se le añade que el conjunto donostiarra se afana a presionar en cuanto pierde el esférico. Y que sus centrales no reparten precisamente caramelos. Antes de los cinco minutos, tanto Le Normand como Zubeldia ya habían marcado territorio, rozando la amarilla, con cierta permisividad arbitral.

Jugones, fondistas y leñeros. ¿Qué hacer ante ello? Francisco ideó de salida la opción valiente de ir a campo rival, que surgió efecto en un primer cuarto de hora igualado. Pero, poco a poco, al Elche se le empezaron a ver las costuras. Roger Martí y Collado tuvieron sus opciones. El primero, tras un gran control, perdió el esférico ante Zubeldia dentro del área. El segundo, en una acción muy parecida a la de su gol al Almería, se encontró con la firme respuesta de Álex Remiro.

Kubo fue el encargado de encontrar la primera grieta en la defensa del Elche. Su tiro con la zurda lo repelió Edgar Badia. Sin embargo, el roto se hizo mayúsculo en el 0-1. Zubimendi se paseó a sus anchas por la medular, con todo el tiempo del mundo para ver un increíble pasillo en forma de línea de pase hacia Brais Méndez, sin un solo oponente que lo tapase. Meter el balón al gallego fue labor sencilla para un jugador de las características del donostiarra. Méndez recibió totalmente libre de marca, encaró a Edgar y agradeció la asistencia de su compañero y la permisividad de sus oponentes con un tiro inapelable.

A partir de ahí, el Elche quedó noqueado. Volvió a revivir los fantasmas de la primera jornada, las dudas en defensa. La Real se soltó y tuvo dos ocasiones clarísimas para hacer el segundo antes del descanso.

La primera fue un penalti que llegó tras otro apagón defensivo franjiverde. Esta vez el beneficiado fue Cho, que recortó bien a Mojica. El colombiano no tuvo más remedio que hacer penalti y rezar a «San Edgar» para que el partido no se rompiera antes de la mitad. Sus oraciones fueron escuchadas y el meta catalán, portador del brazalete de capitán, no cayó en el «Panenka» de Mikel Merino y salvó el 0-2.

En la segunda, Mojica se redimió de la acción perdida unos minutos antes frente a Cho. En un córner se quedó con dos rivales en el segundo palo (otro error colectivo), pero supo retenerlos para evitar que cualquiera de ellos marcara a placer. Otra de las noticias negativas para el Elche era precisamente que su «lateral-carrilero-extremo» solo aparecía en defensa, sin presencia ofensiva.

Mejoría con los cambios

Francisco no quiso esperar y volvió de vestuarios con un doble cambio. No tocó el sistema, que parecía superado por el de su homólogo realista, pero sí a dos de sus hombres. Palacios y Raúl Guti entraron por Lirola y Gumbau. La mutación individual vino acompañada de una general.

Al frente de la misma se puso Collado, que volvió a ilusionar al Martínez Valero. Lo intentó varias veces, casi siempre con acciones del mismo estilo. En una de ellas en las que en lugar de tirar fue generoso con Guti, el Elche rozó el empate. El aragonés se sacó un remate rápido que obligó a Remiro a repeler el balón. El rechazo le cayó a un atento Roger Martí que se topó con un central al buscar nuevamente portería.

Mientras el Elche buscaba el empate, con más corazón que cabeza, en la Real Sociedad su técnico empezó a mirar hacia el marcador. Silva tuvo dos opciones para anotar porque la fecha de caducidad de su DNI la marca su magia y no su edad. En una Edgar le aguantó bien. En la otra, Bigas anduvo rápido y firme, en un oasis dentro del desierto que fue las acciones positivas en defensa de los franjiverdes.

El paso de los minutos, el cansancio de la Real y el calor fueron dando opciones al Elche de salvar al menos un punto. El siguiente movimiento de Francisco fue cambiar totalmente el look de su delantera, dando entrada a Boyé y Pere Milla, los máximos goleadores del curso pasado, por un voluntarioso Roger y un desaparecido Ponce.

El argentino dejó varios detalles, pero sigue lejos de su forma ideal. La Real se mantenía cerca en el resultado, pero las sensaciones indicaban una tónica diferente. Los ilicitanos no lograban poner cerco a la meta de Remiro y terminaron con un sabor agridulce, sintiéndose competitivos ante un rival llamado en teoría a ocupar la zona noble de LaLiga, pero incapaces, de momento, de ganar en la temporada del Centenario.