“A lo Bragarnik”. Así se puede explicar la manera en la que se produjo la destitución fulminante de Francisco como entrenador del Elche C.F. El técnico almeriense no conoció la triste noticia directamente del máximo accionista del club ilicitano. Fue el delegado del equipo, Francisco Montoya, quien, en el autocar, camino del estadio de Vallecas al hotel de concentración, se lo comunicó. “Ha llamado Christian -que se encuentra en Argentina- y ya no sigues”. Así fue como se enteró el preparador de su cese. Si ya estaba abatido por la derrota, en el minuto 95, frente al Rayo Vallecano, todavía lo estaba más.

Francisco era consciente de que su continuidad estaba en el alambre, después de haber sumado solo un punto de 21 posibles. Siempre había tenido una buena relación con el propietario. Incluso, después del encuentro de la jornada anterior contra el Barcelona, le animó y le comentó que perder en el Camp Nou era normal y que el equipo había dado la cara, a pesar de jugar con un futbolista menos desde el minuto 15, por la expulsión de Gonzalo Verdú.

El preparador franjiverde comentó en la rueda de prensa posterior al partido de Vallecas que se se sentía “frustrado” porque “el fútbol nos ha vuelto a golper”. Entendió que “la situación era jodida” y que su futuro estaba en manos del club y de su propietario. Lo que no se iba a imaginar que su destitución iba a ser tan fulminante, en caliente y sin que se lo comunicase Bragarnik.

Poco después, el máximo accionista llamó personalmente a Francisco y le pidió disculpa por la forma en la que le había dado a conocer la noticia.

Y es que Bragarnik no se anda con chiquitas a la hora de prescindir de un entrenador. Ya lo había hecho con los tres anteriores. A Pacheta se lo comunicó cuando el equipo se estaba jugando el play-off de ascenso. Al burgalés le dijo que, aunque ascendiera, no sería el entrenador del Elche en Primera División. Algo de lo que el argentino, que ya tenía su apuesta por Jorge Almirón, se arrepintió y reconoció públicamente que, igual, se había equivocado.

A Almirón lo destituyó justó después de perder, en Balaídos, frente al Celta, en el mismo estadio, después de 16 jornadas sin ganar. Algo similar sucedió con Fran Escribá. Tras perder (0-3) en el Martínez Valero con el Betis, también decidió echar al valenciano. Todos decisiones en caliente y sin esperar, ni siquiera, que pasarán varias horas después de un encuentro. Es la manera de proceder de Bragarnik.