¿Cuántas veces nos la hemos cargado sin tener culpa porque nuestro hermano cometía la fechoría pero nuestros padres no se percataban y, al ser el mayor de la casa, nos responsabilizan directamente? Anoche, el tete, Tete Morente, no tuvo culpa de nada, pero su acción final sí podría utilizarse como metáfora de la situación que vivía el Elche CF y que ha acabado con la destitución del más grande de la familia. 

El atacante franjiverde mostró la fe que Francisco y la afición demandaban. Recuperó un balón al que nadie aguardaba que pudiera llegar. Creyó en sus posibilidades y no se lo pensó dos veces. ¡Adelante! Con garra y valor. ¡A lo Elche!. A continuación se presentó solo ante la portería. Estaba escorado, llegaban los defensores. Podría intentar el pase. O el disparo… Son segundos. Milésimas. Hay que decidir rápido. Y ahí es donde se bloqueó. Creyó que lo podía conseguir, pero no pudo

Y es que este Elche, hasta ayer de Francisco, respaldaba a su técnico e intentaba, con todos sus recursos, cumplir sus peticiones. Pero muchas veces no podía. Las armas de este equipo son las que son y, desde principios de curso, están muy mal calibradas. Nadie puede engañarse. 

La pasada campaña estaban todas perfectamente ensambladas y el objetivo se consiguió con cierta holgura. 

Pero este julio, la pistola se empezó a encasquillar. El gatillo principal estaba totalmente bloqueado. Boyé trabajaba y trabajaba, pero venía de un final de temporada muy irregular por su lesión muscular. Incluso le aconsejaron operarse, como Gonzalo Verdú. Y había otra cosa: El delantero argentino tenía opciones de salir hacia un equipo grande, de los que pelean en competición europea. Y, luego, estaba el Mundial. Operado o lesionado nunca lo iban a llamar. Ni habría club que lo quisiera.

Con todo, los refuerzos no llegaban. Solo uno a la concentración de Algorfa. El resto se fueron incorporando durante las primeras jornadas de Liga. Y… se marcha el máximo baluarte ofensivo de la temporada pasada. El hombre del desborde y el centro. El mayor peligro que había mostrado el Elche en muchos muchos meses. Mojica se marchaba al Villarreal y su pérdida supuso un enorme bajón

El propietario reaccionó con dos fichajes. El primero, el lateral zurdo Nico Fernández Mercau, demostró inexperiencia en su debut. El segundo, Fede Fernández, que venía de estar año y medio casi sin jugar pero que sí tenía experiencia en grandes ligas, ayer cometía un fallo de juvenil, despejar un balón bombeado al centro. Había hecho un buen partido, con cortes de balón de récord. Pero en ese instante, tuvo que fallar. 

Y otro problema añadido. Pastore renovó con el Elche tras jugar un gran partido al final de temporada. Pero fue uno y cuando el equipo ya no se jugaba nada. El porqué de su renovación es toda una incógnita, máxime cuando solo disputó unos 20 minutos en el encuentro ante el Almería y tanto la preparación veraniega como la mayoría de los partidos ha estado lesionado. Ya no se le ve tan entusiasta en sus ánimos al equipo desde el banquillo… 

Las lesiones son gajes del oficio, pero también han sido especialmente incisivas con el Elche. Ayer faltaban cinco hombres. Uno de ellos, Mascarell, el timón del barco durante buena parte de la pasada temporada

Desde luego, el hasta ayer entrenador del Elche no ha sabido encontrar la solución a un evidente problema. Pero ahora, el problema es que quien venga no lo va a tener más fácil. El equipo es el que es. El mercado de invierno, para reforzarlo, queda lejísimos. La cantera…Hay jóvenes valores, pero habría que acoplarlos. No hay tiempo. 

Quien llegue puede tener mejores arbitrajes y más suerte en los momentos clave. Puede tener ideas distintas, planteamientos de dibujos diferentes, estrategias de último nivel… En su contra. No conocerá el vestuario, también tendrá que hacerse a sus jugadores y viceversa

“Cambiar a uno es lo único que se puede hacer, ¿no vas a cambiar a todo el equipo?”, reza uno de los topicazos más escuchados en el mundo del fútbol. Y así ha sido el final de un nuevo técnico del Elche. Un entrenador que se ha desvivido, junto a su cuerpo técnico, en su trabajo. Que ha contado con la confianza y el apoyo de los jugadores. Que levantó a un Elche hundido y consiguió empatar en el Bernabéu o ganar en casa del Espanyol. Que insufló ánimo a un grupo al que abrazó y con el que se ha sentido realizado. 

Un hombre de fútbol que consiguió la salvación con cierta holgura para que el Elche del Centenario siguiera en Primera. Un profesional que creyó en el proyecto de futuro de un club dominado completamente por su máximo accionista, Christian Bragarnik. Él lo trajo, aunque tampoco a la primera. Él lo renovó, pero tampoco inmediatamente. Y él lo ha destituido, tras darle un partido de margen. 

Si ayer el tete de este artículo, Morente de apellido, hubiera hecho el 1-2, nadie hablaría mal hoy del equipo, del técnico o del propio jugador gaditano. Pero yo me quedo con una cosa. El franjiverde luchó con fe hasta el final. Fallar fue lo de menos. Si este equipo, al completo, muestra el mismo afán de lucha que ayer mostró Tete Morente, los resultados llegarán. Y esa frase no es mía. También es un tópico del fútbol, pero la ha dicho, y deseado, Francisco. Un entrenador siempre entusiasmado, observador, implicado, creyente, impulsivo, valiente, aguerrido, muy muy pero que muy competitivo. Pero… el fútbol es así.