Cuando el pasado 12 de octubre -este miércoles se cumplen justo tres semanas- el propietario del Elche CF, Christian Bragarnik, decidió la arriesgada apuesta de Jorge Almirón como sustituto de Francisco, la respuesta inmediata fue de sorpresa e incredulidad. Pocos lo veían como la elección adecuada para reflotar la nave ilicitana. El máximo accionista confió en su representado y amigo por delante de técnicos más experimentados en el fútbol español como Javi Calleja o Paco López. Estaba convencido de que, en su segunda oportunidad, iba a ser capaz de reconducir la situación. Fue una decisión unipersonal y pidió un voto de confianza, que la afición aceptó en un primer momento.

Tras estrenarse con un segundo tiempo decente en Mestalla, contra el Valencia y la previsible derrota contra el Real Madrid, llegaba el momento de la verdad para el preparador argentino, con los partidos frente a rivales directos, en los que se podía, más justamente, juzgarse la capacidad de Almirón en su nueva oportunidad. En tan solo dos partidos ha dilapidado su crédito. Contra el Espanyol el Elche dejó escapar su ventaja en el marcador, se dejó remontar y solo el gol, in extremis, de Gonzalo Verdú le salvó de las críticas. Y el pasado lunes frente al Getafe, en el encuentro más importante de la temporada, en el que el conjunto ilicitano se jugaba su futuro, se vieron todas sus vergüenzas y confirmó que le falta alma y que su capacidad para enderezar el rumbo del conjunto ilicitano deja muchas dudas

Almirón cometió siete pecados capitales de planteamiento y gestión del partido.

DELANTEROS DESUBICADOS

Pere Milla y Boyé muy lejos del área y sin llegar a los remates

Curiosamente, en los dos primeros envites, ante equipos de más entidad, como el Valencia y el Real Madrid, apostó por una defensa de cuatro. Sin embargo, frente a rivales ante los que tenía que llevar el control y atacar más ha jugado con tres centrales y dos carrileros. A pesar de jugar con dos puntas, Lucas Boyé y Pere Milla han estado más pendientes de defender y lejos del área. 

Contra el Getafe, el Elche metió muchos centros al área, pero se encontró con que sus atacantes estaban desubicados y fuera de las zonas de remate. Además, chirría todavía más ver cómo Boyé se situaba en el perfil izquierdo a la hora de defender, cuando debe ser la referencia ofensiva por su capacidad para bajar los balones, protegerlos y permitir la incorporación de jugadores de segunda línea. El «9» franjiverde lleva toda la temporada sin encontrar su sitio.

FALTAN DESDOBLAMIENTOS

Los extremos no existen y a los laterales les cuesta desbordar

Jugar con tres centrales y dos carrileros puede ayudar a defender, pero lastra la posibilidad de crear peligro con desdoblamientos por las bandas. Los posibles extremos, como fue el caso de Tete Morente, tienden a meterse más por dentro y a los laterales les cuesta llegar arriba y desbordar. Pol Lirola y Clerc lo intentaron, pero con más voluntad que acierto. Es cierto que la marcha de Mojica se nota. Sin embargo, ni el Elche ni Almirón han sido capaces de encontrar una solución. Nico Fernández ha dejado algún detalle y Josan lo ha intentado, pero para los rivales es fácil contrarrestar el juego por los extremos, porque nadie aparece por detrás para hacer un dos contra uno.

Almirón no está siendo la solución para el conjunto ilicitano ÁXEL ÁLVAREZ

SIN CONTROL EN LA MEDULAR

Quiere salir jugando desde atrás pero no genera superioridad

Almirón, en su primera etapa, ya se caracterizó por intentar jugar desde atrás para buscar espacios en el centro del campo y generar superioridad. Sin embargo, no lo está consiguiendo. Es más, los rivales son los que tienen mayor dominio y control en la medular. Omar Mascarell y Gumbau tuvieron que luchar contra tres contrarios: Luis Milla, Aleñá y Maksimovic. Eso provocó que la sala de máquinas tuviera muchos problemas, no solo a la hora de defender. En el juego ofensivo, el equipo de Quique Sánchez Flores hacía el dos para uno y dejaba sin espacios a los centrocampistas franjiverdes, obligándolos al pase largo, en los que la defensa contraria tenía ventaja. 

AHOGADOS CON UNO MÁS

La expulsión de Amavi no frenó la presión del Getafe

Cuando el lateral izquierdo del Getafe Amavi fue expulsado parecía que el Getafe se iba a meter atrás ante la inferioridad numérica. Pero los rivales ya conocen los problemas que tiene el Elche a la hora de salir desde atrás y con uno menos presionó muy arriba sin que los futbolistas franjiverdes en el campo y Almirón en el banquillo encontraran una solución. Apenas se notó que el conjunto ilicitano estaba en superioridad. Y eso que iba por detrás en el marcador y estaba obligado a ganar. Las piezas no estaban colocadas en su sitio y eso es, claramente, fallo del entrenador.

SIN REACCIÓN TRAS EL 0-1

Mantuvo los tres centrales y los dos carrileros largos

Uno de los principales errores que se le achaca a Almirón es la poca o nula reacción táctica que tuvo cuando encajó el 0-1. Aún sabiendo que era un partido vital y que había que ganar, el preparador argentino mantuvo los tres centrales y los dos carrileros profundos. No arriesgó, cuando el partido pedía a gritos quitar a Roco, que era el más lento de la defensa, y a Tete Morente, al que no le salía nada, para poner a dos delanteros y dos extremos abiertos: Josan y Pere Milla. Solo metió a Ponce y jugó con tres delanteros (Boyé, Pere Milla y Ponce), que se estorbaron entre ellos.

SOLO REALIZÓ TRES CAMBIOS

El equipo estaba fundido y necesitaba jugadores de refresco

Una de las cosas más sorprendentes del partido frente al Getafe fue ver cómo Almirón solo realizó tres cambios, cuando, en los últimos minutos, el equipo necesitaba jugadores de refresco y futbolistas con capacidad en el uno contra uno y el dominio de la pelota, como pudiera haber sido Álex Collado o Raúl Guti, con piernas frescas para atacar y defender. Los tuvo calentando durante mucho tiempo y cuando Verdú se lesionó, en el minuto 82, y solo quedaba esa ventana de cambios sacó únicamente a Nico. Increíble. 

NULA AUTOCRÍTICA

Vio un buen partido y defendió sus números desde su llegada

En una noche tan dura y triste como fue la del lunes para todo el franjiverdismo, el técnico argentino no tuvo ninguna capacidad de autocrítica. Dijo que su equipo había realizado un buen partido, que mereció la victoria y alabó el derroche físico de sus futbolistas. No tuvo vergüenza torera, aún sabiendo que había batido el nefasto récord de 19 encuentros sin ganar, y se había convertido en el entrenador que más envites acumula sin triunfos de toda la historia del fútbol español. Es más, defendió sus números desde su llegada, argumentando que había sacado dos empates a domicilio, que ante el Real Madrid era normal perder, que la derrota frente al Getafe era su primer y verdadero, tropiezo y que van a salir adelante