Muchos se las prometían felices. Incluso se hablaba de luchar por alcanzar puestos para disputar una competición europea. La ilusión estaba desbordada. Era la temporada del Centenario del Elche CF y la campaña anterior se había conseguido una permanencia relativamente cómoda. Había un entrenador, Francisco, que convencía y era querido. Todos los condicionantes eran idóneos para poder soñar.

Prueba de ello fue que la afición respondió de forma masiva. Se superaron los 24.000 abonados (24.023). La fiebre por el franjiverdismo había vuelto en toda la provincia, como ocurrió en las temporadas 2013-2014 y 2014-2015 tras el anterior ascenso.

Pero, poco a poco, esa ilusión se ha ido trasformando en decepción y el curso del Centenario está siendo una auténtica pesadilla. La resistencia ha sido mayúscula. Por mucho que desde el primer partido no hayan llegado los resultados, los seguidores franjiverdes no se han venido abajo. Han seguido acudiendo en masa al Martínez Valero y acompañando al equipo fuera de casa.

Pero los golpes han ido minando su fortaleza. Derrota tras derrota y, sobre todo, ver como desde la propiedad del club se tomaban decisiones incomprensibles, como la vuelta de Almirón. Fue la gota que colmó el vaso. Las últimas derrotas frente a Getafe, Valladolid y la de este lunes contra el Girona han hecho explotar a la afición y a cargar contra el máximo accionista, Christian Bragarnik.

El inversor argentino fue el centro de los críticas y de los cánticos: “Bragarnik, cabrón, esta es tu gestión”, “Elche sí, Bragarnik no”. El máximo accionista no se encontraba en el palco, porque ha viajado a su país. El presidente, Joaquín Buitrago, junto al alcalde, Carlos González, fueron los que sufrieron y escucharon la avalancha de críticas.

El presidente Joaquín Buitrago, junto al alcalde, Carlos González, en el palco, en el que no estuvo Brgarnik MATÍAS SEGARRA

Los jugadores tampoco se libraron. Gritos de “Fuera, fuera” y “Esta camiseta no la merecéis” se oyeron de forma masiva desde las gradas. Incluso, a la conclusión del encuentro, ya fuera del estadio, un buen número de aficionados se agolparon en la puerta 0 del estadio para pedir responsabilidades. Un clamor total en contra de una planificación y de una campaña que está resultado todo lo contrario de lo esperado.

Algunos seguidores, con resignación y totalmente decepcionados, decidieron abandonar el coliseo ilicitano antes de la conclusión del encuentro. Y en los prolegómenos, los componentes de la “Grada de Animación 1923” colgaron una pancarta pidiendo al propietario del club que se rasque el bolsillo y contrate a José Bordalás como entrenador. “Bragarnik; Cojones, sí, dinero?” con el hashtag #BordalásTeQuiero.

Aficionados marchándose antes del estadio MATÍAS SEGARRA

Las aguas bajan muy revueltas a la orilla del Vinalopó. La decepción no es por poder descender a Segunda, que siempre es una posibilidad y más para un equipo que cuenta con el límite salarial más bajo de toda la Primera División para la confección de la plantilla. El problema es por la forma como se va camino de hacerlo. Ninguna victoria en 14 partidos, cuatro entrenadores, hundidos en el últimos puesto de la clasificación, con solo cuatro puntos, y, sobre todo, con una imagen penosa en el terreno de juego. Y estamos a noviembre. La temporada se puede hacer muy larga y dolorosa, como reconocen la mayoría de los aficionados.

Pancarta, en la que, desde la Grada de Animación, se pide a Bragarnki que se gaste el dinero y fiche a Bordalás G.A.

Menos mal que ahora llega el parón del Mundial. Mes y medio para reflexionar, intentar mejorar y volver a soñar con que el milagro es posible.