Elche CF | Análisis
Affengruber: Un defensa pesimista, un hombre de palabra
Solo dos partidos han bastado a David Affengruber no solo para convencer sino para aspirar a ser el «robo» del mercado de Segunda

Affengruber posa con una camiseta retro de la temporada 1987-1988. / Jesús Hernández/ECF
David Affengruber llegó al Elche sin hacer ruido. Literalmente. En un fichaje fraguado a fuego lento en el horno de Christian Bragarnik. Hizo tan poco ruido que pasó desadvertido por el palco del Martínez Valero en el partido de la primera jornada contra el Huesca. Y el trabajo del Elche fue tan sigiloso que sus otros pretendientes fueron los primeros sorprendidos cuando conocieron que el austriaco defendería la franja verde en Segunda División.
Dos titularidades después en el Martínez Valero el silencio ha sido sustituido por onomatopeyas de admiración, ante un futbolista tan pulcro en la salida de balón como certero al corte y respetable en el liderazgo, pese a tener solo 23 años. Affengruber encarna perfectamente esa estirpe de central que Carlo Ancelotti definió en su día como «defensa pesimista» al referirse a Nacho.
Un defensa que, por encima de todo, brilla por sus condiciones a la hora de proteger su propia área. Contra Granada y Mirandés ha ocupado la posición central en el sistema de tres zagueros. Un rol muy parecido al que antaño ejercía el líbero. Desde allí lidera en defensa y ordena en ataque. Al corte ha estado limpísimo y no se le recuerdan ni errores ni, lo más importante, momentos de inseguridad. Ni siquiera en la zozobra vivida durante el segundo tiempo ante los nazaríes.

Affengruber se señala el escudo del Elche en la camiseta retro / Jesús Hernández/ECF
Ese pesimismo al que se refería Ancelotti, en un defensa, es una virtud. La del que siempre se pone en lo peor y, a partir de ahí, es capaz de poner a salvo su guarida de cualquier contratiempo. La del que nunca se confía. La del que siempre está atento ante cualquier posible error, tanto suyo como de un compañero. El esquema parece venirle como anillo al dedo, por lo que será cuestión de verle en otro escenario, por ejemplo cuando juegue en una línea de cuatro.
Robo del mercado
Hasta el momento, Affengruber es futbolísticamente el principal descubrimiento de este Elche 2024-2025. Y una de las sensaciones del arranque en Segunda División. Varios técnicos y ojeadores que han acudido al coliseo ilicitano en las dos últimas semanas coinciden al señalarle como un jugador de características de Primera División. Tiene pinta a ser el «robo» del mercado.
El Elche trabajó mucho y durante mucho tiempo para cerrar la incorporación de un futbolista que, por edad y condiciones, estaba llamado a una categoría superior tras acabar contrato en el Sturm Graz. La ausencia de foco de la liga austriaca, en un fútbol tan globalizado y con unas direcciones deportivas hiperprofesionalizadas, no era una ventaja. Además, Affengruber había disputado competición europea.
A la misma pieza que el Elche aspiraban clubes como Werder Bremen, Borussia Mönchengladbach, Torino, Espanyol o Sevilla. Todos de Primera. El Elche le convenció con un proyecto en el que, a diferencia de otros sitios, le podía ofrecer mando en plaza y la titularidad. Y, sobre todo, crecer. El resto fue fruto de encontrarse con una personalidad alejada de cualquier divismo.
Trabajo de convencimiento
A Affengruber le enseñaron la ciudad y el estadio. Un tour en el que ejercieron de cicerones el director general, Pedro Schinocca, y el secretario técnico, Pepe Contreras. Le presentaron a Eder Sarabia, convincente a la hora de venderle su mensaje, su estilo y la importancia que el austriaco podía tener en el mismo. Le llevaron a un palco en el primer partido, que el Elche perdió contra el Huesca, acompañado por su novia y su hermano. Le convencieron. Y firmó. Sin embargo, con el jugador atado llegó un último sobresalto.
«¿Cómo vas a ir allí?», le vinieron a decir desde el Werder Bremen al recibir la noticia de que el proyecto que aceptaba Affengruber era el franjiverde, en referencia a la militancia del club en segunda categoría. Al verse con el jugador perdido, lanzaron su última baza. No había nada que hacer. Affengruber había dado su palabra al Elche. Suficiente.

Affengruber, durante el partido contra el Granada / Matías Segarra
En el club ilicitano están encantados con el austriaco. Y no solo por su rendimiento deportivo, que se entiende que no ha hecho más que comenzar. Está aprendiendo el idioma muy rápido y se está adaptando a la perfección. Aceptó ilusionado participar en la campaña de promoción de la camiseta vintage de la 1987-1988 que el club ha puesto a la venta. Este mismo miércoles firmará autógrafos en otro acto extradeportivo. Allí se seguirá empapando de franjiverdismo. Un defensa pesimista. Un hombre de palabra. Un fichaje de otra categoría. Pocos han tardado tan poco en convencer. Ahora le toca vencer.
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