Elche-Tenerife | Tres puntos para recordar en un partido para olvidar

Jugar mal y ganar no forma parte del ideario futbolístico del proyecto de este Elche. Pero tampoco es cuestión de rechazar puntos obtenidos con sufrimiento, acierto y, sin temor a admitirlo, un punto de suerte. Así superó el conjunto franjiverde a un Tenerife que se levantó de todas las situaciones adversas que se encontró, que no fueron pocas, aunque fue incapaz de encontrar el camino hacia la red de Dituro, al menos de forma totalmente legal.

Eder Sarabia: "Hoy nos ha salvado el VAR"

El duelo entre ilicitanos y canarios mostró ese intangible por el que un equipo va a pelear por el ascenso y el otro rema desesperadamente para escapar de Primera RFEF. Y también que al final el fútbol es cuestión de los futbolistas. El resto (entrenadores, trabajadores, aficionados...) ayudan en las famosas dinámicas, pero el balón entra y sale de la portería por la labor principal de los once tíos que se visten de corto.

Porque la realidad es que Álvaro Cervera superó en la batalla táctica a Eder Sarabia, sobre todo cuando el Tenerife se quitó el corsé del miedo, de querer retener el resultado que tenía, un empate de inicio. Fue marcar el Elche y empezar a soltarse. En el tramo final del primer tiempo ya arrinconó a su rival y en la segunda parte fue ampliamente superior. Pero no acertó de cara a portería. Y, además, la suerte le fue esquiva.

Penalti y gol anulado

Esa suerte le negó el penalti parado a Edgar Badia para acabar encajando el 1-0. Y, sobre todo, por cuestión de milímetros anuló el tanto del empate de Maikel Mesa. Con que Diarra hubiese rozado la pelota en la mejor construcción tinerfeña de la primera mitad hubiese valido para dar un golpe en el mentón al Elche. La acción hubiese seguido igual. Pero el VAR, en ambas ocasiones, salió al rescate de los de Sarabia. Primero cazó a varios jugadores del Tenerife al entrar en el área en el primer penalti de Sory, errado; y posteriormente detectó, con esa precisión para la que la tecnología aterrizó en el fútbol, con el objetivo de hacerlo más justo (a veces, quizás, demasiado), que el futbolista maliense no llegó siquiera a rozar el balón que luego acabó en las botas de Maikel Mesa, previo paso a superar a Dituro para acabar en el fondo de las mallas.

Dos golpes de suerte que sonrieron al equipo al que todo le va bien y golpearon al que solo le ocurren desgracias, semana a semana. Antes de esa primera irrupción, el Elche había empezado bien. Muy bien. Sometiendo a los canarios y buscando el momento preciso para castigar. Este llegó en una acción trabajada, casi de baloncesto. A Sory le colgaron un balón en el interior del área, bombeada a la espalda del central. El ariete franjiverde ganó la posición con su cuerpo y, al acomodarse el remate, la pelota topó con la mano de José León. Penalti.

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Sin Fernández Mercau, baja por molestias físicas, el abanico de lanzadores se abrió. No cogió la pelota el otro Nico, Castro, sino el propio Sory, tras haber forzado el lanzamiento desde los once metros. El guineano vio como Edgar Badia le paró el primero y, apoyado por sus compañeros, aceptó el reto de repetir lanzamiento. Escogió el mismo lado, aunque con más potencia que la primera vez. El «Santo» esta vez se venció hacia el otro y el Elche conseguía la ventaja buscada con ahínco.

El 1-0, dada la situación de cada equipo, debería haber hundido al Tenerife. No lo hizo. Cervera planeó un partido en el que el objetivo era resistir el primer tiempo y salir con Luismi Cruz, su mejor activo en ataque, en el segundo. Que los 90 minutos no se le hicieran largos en el Martínez Valero. Y poco a poco se fue soltando, teniendo más el balón y recortando los segundos de duración de cada posesión franjiverde.

Dominio del Tenerife

Dituro tuvo que intervenir en un par de ocasiones, que iban a ser anuladas por fuera de juego. Y, en la primera combinación larga de los visitantes, Maikel Mesa hizo el 1-1, anulado por el VAR debido a esa ausencia de impacto con el esférico de Diarra ya mencionada. La segunda mitad, con Luismi sobre el césped, acrecentó la sensación de dominio del Tenerife, que llegó a tener dos ocasiones muy claras para igualar.

Una de César tras una mala acción defensiva franjiverde en la que los chicharreros salieron vivos de un «tres contra uno» en la izquierda y encontraron a su canterano libre de marca en el lado contrario, pero su remate con la zurda fue muy malo; y otra en una jugada de estrategia en la que tras peinar un futbolista del Elche, David Rodríguez no encontró el modo de rematar entre palos.

Sarabia no encontraba el modo de que las piezas sobre el césped se moviesen igual que en su cabeza. Se la jugó de inicio con John en el lateral derecho y Álvaro Núñez en el izquierdo, dejando en el banquillo a Jairo ante la ausencia de Salinas. El experimento no salió especialmente bien. Mejor le fue a Rodrigo Mendoza como sustituto de Fernández Mercau, pese a lo clave que es el argentino. El murciano ofreció los mejores detalles individuales, aunque en los peores minutos del Elche no levantó la voz, al igual que ninguno de sus compañeros, para sacar al equipo del agujero en el que se iba metiendo.

Para ello, Sarabia acabó echando mano de Marc Aguado. Más vale tarde que nunca. Ya hacía muchos minutos que el partido estaba para que un futbolista de las virtudes que tiene el ex del Zaragoza, expuestas una a una por su entrenador en la rueda de prensa previa al choque, pudiera ser la solución a los problemas franjiverdes.

Entró Aguado y las aguas se calmaron, pese a que en plena fase de locura, a la que ya se agarró el Tenerife para tratar de rascar un punto, hasta Affengruber y Dituro cometieron un error cada uno. De ambos salió indemne el Elche, que incluso se reconcilió con su estilo y, en el tiempo de descuento, sentenció el duelo en la única combinación de la segunda parte en la que se pudo reconocer al equipo que quiere Sarabia, al que ha ilusionado a toda una ciudad con el ascenso. El Elche tocó y tocó, movió a su rival, encontró huecos y Adam, totalmente libre, recogió un rechazo para que todo el franjiverdismo pudiera respirar tranquilo y así sumar tres puntos para recordar en un día para olvidar.