Una fuerte explosión registrada ayer en una vivienda de Arenales del Sol arrancó literalmente la fachada de la galería de un cuarto piso y de forma casi milagrosa no se produjo ningún herido, aunque sí numerosos desperfectos en las dos construcciones de la propia finca y otras adyacentes.

Las causas del siniestro sorprendieron a los propios efectivos policiales que llevan a cabo la investigación porque la explosión se debió a un calentador, aunque no de gas, sino eléctrico, de ahí la incredulidad al principio de los agentes que, junto a bomberos y efectivos sanitarios, se trasladaron de inmediato al lugar de los hechos.

La explosión se registró de madrugada, sobre las 6.15 horas de ayer, en el número 18 de la calle San Sebastián, en concreto en un cuarto piso de una urbanización integrada por dos bloques de viviendas. En la misma reside Juan Colás, de 82 años y que sobre las 15 horas de ayer llegaba de Madrid para, durante una semana, realizar gestiones en Alicante.

"Me asusté, pensé que había sido una cosa terrorista", acertaba a decir ayer el inquilino, más preocupado en guardar la comida en la nevera de la vecina que por el propio suceso. De hecho, asumió con relativa normalidad lo sucedido y señaló que ayer mismo tenía intención de regresar a Madrid en vista de que la vivienda permanece sin luz, además del propio boquete en la misma.

El inquilino aseguró que tras llegar de Madrid, dio los plomos, se acostó, a las 5 se levantó al aseo y luego, la explosión. Su cuarto aparecía ayer sin daños, pero no así el aseo, el salón y, por supuesto, la cocina que da a la galería, la cual había desaparecido literalmente, como si un obús hubiera impactado.

"Ha sido como una bomba"

María del Mar, una vecina de la segunda planta, expresaba ayer con más detalles lo ocurrido: "ha sido como la bomba de un atentado terrorista. Ha pegado una explosión tremenda y lo primero que he pensado es que algo había pasado en el aeropuerto. Pero también pensaba que todo era un sueño".

Su vivienda da justo a la fachada opuesta del piso siniestrado, por lo que la onda expansiva la sintió en la sacudida que hizo temblar todo el edificio y otros próximos.

Como resultado de la explosión, la lavadora cayó justo al lado de la piscina, hecha un amasijo de hierros, y el calentador destrozado apareció en una finca contigua. Además, numerosos cristales del bloque gemelo de la misma urbanización resultaron afectados, así como el funcionamiento del ascensor, mientras que en la fachada situada en frente del piso dañado aparecían numerosos impactos de cascotes procedente de la galería afectada.

En el suelo, en una zona precintada por las fuerzas de seguridad, numerosos cascotes aparecían diseminados incluso hasta en la piscina, así como elementos del toldo, partes metálicas y otro elementos del inmueble.

Según fuentes cercanas a la investigación, el calentador, que ya tenía bastantes años, tenía mucha carga de cal, además de que, según los primeros indicios, no había sido purgado, y al carecer de termostato no controlaba la temperatura. El resultado es que se convirtió en una olla a presión, donde el agua alcanzó una temperatura tan elevada que al final reventó, con las consecuencias señaladas.

Preocupación

Ante lo ocurrido, y aunque tanto vecinos como policías pensaban que lo sucedido no podía deberse sólo a un calentador eléctrico, la Policía Científica se personó también en el lugar para tratar de esclarecer realmente las causas.

No obstante, todo apunta a que efectivamente la caldera estalló al contener agua a una temperatura exageradamente elevada. A raíz de esta situación, vecinos del inmueble mostraron su preocupación ya que todos los calentadores de las viviendas son iguales, fueron colocados cuando se levantaron ambos edificios de la urbanización.

En este sentido, los inquilinos mostraron su deseo de ponerse en contacto con el administrador de la comunidad de propietarios para estudiar los peligros que puede suponer mantener esta anticuada instalación eléctrica.

Algunos residentes que no viven aquí todo el año fueron apareciendo avisados por sus vecinos y la mayoría coincidía en señalar que si esto hubiera pasado en verano, con tanta gente y con las ventanas abiertas, seguramente hubiera ocurrido una desgracia.

Conforme corría la voz por esta zona turística, más ciudadanos se acercaban al lugar de los hechos, ya que desde la calle se veía perfectamente el impresionante boquete abierto en la vivienda afectada.