La Calahorra es, quizá, el edificio que mejor sintetiza las dos culturas que han conformado la fisionomía y entidad de esta ciudad: La tradición árabe, concretamente la Almohade, que al abrigo de la conquista musulmana echó raices en Elche construyendo la torre; y la cristiana, que a finales del siglo XV le adosó un edifico anexo, destinado a labores administrativas. Sin embargo, y a pesar de su importancia y valor histórico, esta construcción permanece, en su gran parte, oculta a la ciudad.

Excepto la sala de la planta baja, en la que se organizan distinos eventos a lo largo del año, el resto del inmueble es un misterio para los habitantes de la ciudad, un edificio que INFORMACIÓN tuvo oportunidad ayer de recorrer junto al concejal de Cultura Pablo Ruz. Así, al sótano, que conserva el aspecto de bodega en que la transformó la familia Tormos Santamaría, no se puede acceder. Lo mismo ocurre con el piso superior, que alberga cinco salas en las que se vuelven a mezclar, en perfecto estado de conservación, reminiscencias de ambas culturas. Todo un espectáculo velado al público.

La intención del gobierno es revertir esta situación, como ya ha hecho, en parte, con el convento de las Clarisas. Aunque de momento es sólo un proyecto, Ruz confía en que el Ayuntamiento logre devolver a la ciudad "una parte importante de su patrimonio". Es por eso que la alcaldesa, Mercedes Alonso, abrió hace unos meses un proceso de negociación con la Generalitat para la cesión del uso de este edificio. En este sentido, Ruz confía en las "excelentes relaciones institucionales" entre la máxima autoridad local y el gobierno valenciano. "Desde la lealtad que ambas partes nos profesamos, confío en que este proceso llegue a buen puerto", apunta el responsable de Cultura, que sin embargo afirma que aún no hay fechas definitivas al respecto.

Además de trazar el vínculo definitivo entre los ciudadanos y la Calahorra, lo que el Ayuntamiento quiere es hacer de este edificio un punto de encuentro para diferentes actividades culturales. Esa es la premisa. "Queremos que la Calahorra albergue parte de la pinacoteca municipal, que acoja exposiciones temporales relacionadas con las artes plásticas y visuales y celebrar aquí conciertos de música de cámara", avanza Ruz.

En el caso de que estas iniciativas lleguen a cristalizar, supondrían el lazo perfecto a un itinerario cultural que, en apenas unos metros de distancia, recorrería el Palacio de Altamira y el MAHE, la basílica de Santa María, el convento de las Clarisas y la propia Calahorra.

*Amplia galería de fotos del interior de La Calahorra en la web "información.es".

las épocas que vivió el edificio

Un breve recorrido por su Historia

Levantada a finales del siglo XII por los Almohades, los orígenes de esta construcción se deben, como era norma por aquel entonces, a la defensa militar de la ciudad. La torre siguió conservando su tradición islámica después de que Jaime I conquistara Elche en 1264, a cambio de respetar la cultura musulmana. A partir de 1492, y ya en manos cristianas, el Concejo mandó construir un edificio anexo, que hizo las veces de administración y en el que se controlaba el trigo que abastecía a la población. Durante el siglo XIX, el marqués de Lendimez, acometió una de las tantas rehabilitaciones del inmueble, y consolidó la logia masónica en la ciudad fijando La Calahorra como centro de operaciones. Los siguientes inquilinos ilustres fueron los miembros de la familia Tormo Santamaría, que la volvieron a remodelar sirviéndose de las directrices de Pedro Ibarra.