La, desde su izado inicial, polémica bandera nacional vuelve a ondear, desde ayer, en el mástil del Paseo de la Estación. A favor y en contra siempre habido y siempre habrá voces sobre la exaltación de esta enseña en una de las zonas abiertas más conocidas de la ciudad. Su colocación ayer a buen seguro reabrirá de nuevo el enésimo debate de si Elche debe contar con este símbolo o si las arcas públicas deben asumir cada cierto tiempo este gasto.

El Ayuntamiento de Elche informó de que la nueva bandera -la anterior se terminó de desgarrar, a causa de las fuertes rachas de viento-ha costado 847 euros, IVA incluido. En un principio, se estimaba que supondría un desembolso en torno a los 600 euros, pero finalmente ha sido algo más.

La enseña, de 7 por 10 metros, se colocó ayer sobre las 14 horas y de este modo, el mástil, de 18 metros de altura, dejaba de permanecer huérfano, en este caso desde el pasado 16 de febrero. En menos de dos meses se ha recuperado este símbolo, acción esta que fue aplaudida ayer por Ximo García, quien, junto a otros ciudadanos, impulsó una iniciativa para recoger fondos entre los ilicitanos con el fin de costear el regreso del estandarte.

Finalmente no ha hecho falta. A los pocos días de que se retirara la banderola, el propio alcalde de Elche, Carlos González, se mojaba y daba un paso adelante. «Hay que darle más normalidad a estas cosas de los símbolos», manifestó a finales de febrero.

El máximo mandatario local, que negó que su supresión respondiera a «una maniobra o excusa del Gobierno municipal para retirar este símbolo del espacio público de la ciudad», declaró que el coste del nuevo guión sería asumido por el Consistorio -y no a través de una colecta ciudadana- e insistió en que el Ejecutivo local «no tiene ningún problema con los símbolos constitucionales».

La primera vez que se entregó al viento la bandera nacional fue el 7 de diciembre de 2012. En aquel entonces la ahora integrante del equipo de gobierno, la edil Mireia Mollà, incidió en que Mercedes Alonso había plantado esta bandera «porque no tiene otra cosa que ofrecer a los ciudadanos, trata de esconder su incapacidad para gobernar con estos gestos desmesurados», para recordar entonces que el Ayuntamiento de Alicante no pudo seguir asumiendo el mantenimiento de su enseña.

Tras su colocación, en 2013 se tuvo que arreglar. En enero de 2014 se sustituía la bandera por una nueva, después de permanecer varias semanas deshilachada y de que fuera reparada en varias ocasiones. El coste de la nueva fue de unos 600 euros en aquel entonces. En 2014 se adquirió una nueva y ahora se ha tenido que sustituir por otra. A este ritmo, cada dos años parece que toca estrenar pabellón.