Pascual Román tiene en su libreta manuscrita la predicción que las cabañuelas anuncian para los meses venideros. Un año seco, especialmente en otoño e invierno, que apenas dejará lluvias y que será peor para los cultivos que el que hemos vivido este 2016. Su vaticinio general es que septiembre y octubre no traerán nada de lluvia y que noviembre estrenará el otoño con algunas precipitaciones y nubes y un tiempo variable. El pronóstico para invierno tampoco es alentador según el agricultor, que espera que diciembre pase sin una gota y que 2017 comience con muchas nubes y poca lluvia para dar paso a un febrero frío y húmedo en el que predominarán las ventiscas invernales y en el que las precipitaciones serán algo más abundantes que en los meses anteriores.

Parece que la esperanza contra la sequía llegará después de un marzo seco y entre abril y junio las nubes por fin dejarán caer agua como norma el año que viene.

Román es la única persona en Elche que todavía se ocupa de realizar esta tradicional predicción del tiempo. Admite que la tecnología actual es más segura, pero que este método forma parte de la cultura y la sabiduría popular y no debería perderse. «Aquí en el Camp d'Elx éramos tres personas las encargadas de hacer las cabañuelas pero ahora sólo quedo yo». Así, asegura, ya hay algún heredero que está siguiendo sus pasos y que contribuirá a la persistencia de este método ancestral de predicción meteorológica, pero que no deja verse mucho porque «no quieren que se rían de él por el qué dirán de esta costumbre».

Tradición

El abuelo de Pascual Román le enseñó la técnica de las cabañuelas desde pequeño, a través de calendarios y la manera de entender esta previsión según los habitantes del campo de Alcoi. Este profesor improvisado le dijo «cuando muera, tú te encargarás de hacer las cabañuelas». El momento llegó cuando Román cumplió catorce años y desde entonces ha cumplido su palabra. El agricultor es el encargado de hacer las cabañuelas en Elche desde hace 67 años. Su técnica consiste en tomar nota de cómo varía el tiempo en los 24 primeros días de agosto. Los datos son minuciosos, ya que toma nota de la temperatura desde la mañana a la noche, de si el viento es cambiante, se fija en si hay nubes o no, o si se dispersan, comprueba la cantidad de lluvia acumulada e incluso tiene en cuenta las mareas y las fases lunares.

De este modo, las previsiones del día uno de agosto se corresponderán con el tiempo que predominará durante el mes de agosto del año próximo, la del día dos, con el mes de septiembre y así en adelante, hasta llegar al día doce. A partir de entonces, se comienza a contar en retroceso y el día 13 confirmará el tiempo para el próximo julio y continuará la cuenta a la inversa hasta llegar al 24, último día para reafirmar cómo será agosto.

Antiguamente, admite el agricultor, no se contaba con tanta tecnología como ahora y las cabañuelas eran muy importantes para conocer qué tipo de año esperaba a los cultivos. Cuando no se podía saber qué cantidad de lluvia por metro cuadrado había caído, los campesinos calculaban el buen momento de la siembra de este modo: «Se cogía la azada tras la lluvia y, si había dos palmos de agua en el agujero hecho, sabíamos que era un buen momento para empezar a plantar», asegura el experto en cabañuelas. Esa cantidad correspondería con una lluvia de unos 80 litros por metro cuadrado.

Sequía

La escasez de lluvias en 2016 aumenta la preocupación por la situación hídrica de la región. Los datos de precipitaciones este año no han alcanzado los 80 litros por metro cuadrado y son cifras de un clima desértico, según el geógrafo Vicente Bordonado.

Elche arrastra esta situación desde el año 2013 y, según los datos científicos, coincidentes con los da las cabañuelas, la tendencia no va a cambiar.

Los modelos numéricos estacionales de otoño e invierno anuncian un período bastante seco, que prolongará la sequía, según Bordonado. Septiembre y la primera quincena de octubre no verán una gota de agua, y podrá haber algún episodio torrencial, pero en general será seco.

La escasez de lluvia aumenta la preocupación por la situación hídrica de la región. El geógrafo ilicitano anuncia que las borrascas en otoño e invierno llegan del noroeste de la península pero que el anticiclón de las Azores que inunda al Mediterráneo desde el golfo de Cádiz actuará como bloqueador y desviará esas posibles lluvias.

En Elche, el sistema de riego no presenta restricciones por el momento. No obstante, admite Bordonado, las reservas de agua están llegando al límite. Este invierno tiene dotaciones suficientes para el riego, pero si no llueve y la primavera de 2017 se presentara seca, el resto de 2017 y 2018 puede traer consecuencias prejudiciales para los cultivos.