Hace unos meses llamaron por teléfono de Ganga Producciones a Cristina Alcázar y le dijeron: «Juana vuelve a la serie» y el subidón de emociones recorrió todo su cuerpo. Entre otras cosas, porque el equipo de «Cuéntame» es como su propia familia. «El inicio de todo», reconoce agradecida.

¿Y qué hace ahora Juana por San Genaro? ¿Nos puede hacer algún spoiler?

No demasiados (risas). Aparezco, de momento, en dos capítulos. Mi personaje, una fotógrafa que trabaja en Londres, mantiene un nexo con los Alcántara por el hijo que tiene con Toni. De hecho, mi vuelta en este episodio está vinculada con el niño. El segundo en el que participo queda muy abierto con respecto a la relación que tendrá en el futuro este personaje con dicha familia. Y no puedo decir más. Sobre si saldré en más capítulos no se sabe. Aunque en esta serie, mientras no te maten, siempre tienes posibilidades.

Una saga en la que sus índices de audiencia resisten a fenómenos del mundo de las series como Netflix o HBO...

Yo creo que forma parte de la cultura de los jueves noche. El día que acabe «Cuéntame» morirá con ella una parte de la historia de la televisión española. Es un fenómeno que dejará huella.

¿Notaremos cambiada a Juana Andrade?

Creo que ha madurado bastante durante su estancia en Londres. En mi opinión, siempre ha sido una mujer adelantada a la época que le toca vivir. Una de esas féminas que, en la transición, apostaba por la frase del «sí se puede». Tiene muchas cosas de mí. Quizá es un poco más cabezona y más tozuda, pero compartimos principios como la máxima implicación en el trabajo y que por encima de todo se encuentra la familia.

¿Con quién mantiene en esta serie una relación más estrecha?¿Con Pablo Rivero?

Sin duda. A pesar de que en la ficción estamos divorciados, en la vida real nos continuamos llamando «marida» y «marido». En 2006, cuando me enrolé en esta aventura televisiva, él me ayudó muchísimo. Me agarraba de la mano y me llevaba de un lado para otro. Era el que en mitad de una reunión de equipo proponía que esta frase o aquella la dijera yo. Fue el que más se emocionó cuando anunciaron que volvía.

¿Cómo llevan sus compañeros mantenerse en la misma serie con los mismos personajes durante la friolera de 15 años?

Bendita rutina. Ojalá la tuviera yo. Hay que tener en cuenta que sus personajes, desde que empezaron, han ido evolucionando muchísimo. No se estancan ni tampoco sabes nunca por dónde van a salir. No obstante, cuando llegué al plató después de cuatro años (hizo una aparición en la temporada 14 en un capítulo ambientado en el 23-F), me di cuenta de que todo seguía igual. Había cambios en el equipo de producción, en algunos actores, pero el ambiente que se respiraba era exactamente el mismo.

Lo único que parece haber enturbiado ese buen rollo son las polémicas en las que se ha visto envuelta la productora y algunos actores sobre presuntos fraudes fiscales. ¿Se nota algo en el ambiente?¿Tiene que ver con la salida que suena de uno de sus protagonistas, Juan Echanove?

Yo la verdad es que de todo eso no tengo ni idea. Simplemente he ido a grabar y lo he disfrutado.

El personaje que, sin duda, más ha evolucionado es el de Carlitos, con el que hemos visto convertirse en un hombre a Ricardo Gómez.

Me parece un actorazo. Ya lo hacía de pequeñito y ahora es impresionante su calidad. Todo lo que toca lo hace bonito. Es trabajador y en ningún momento se acomoda. Siempre está buscando cosas nuevas. Lo vi hace poco en el teatro, dentro del montaje «La Cocina», y me quedé alucinada.

Y, hablando de teatro, ¿qué nuevos proyectos escénicos tiene Cristina Alcázar en mente?

Estamos representando en el Teatro Fernán Gómez «Las bicicletas son para el verano», con mi empresa Producciones La Ruta, que comparto con Juan Pedro Campo y con José Antonio Jiménez. También comenzamos en breve la gira de «Palabras encadenadas», en la que, además de asumir el rol de productora, actúo. Asimismo, voy a dirigir un microteatro que se llama «Fotosíntesis», en el que aparecen las actrices Aranzazu Zárate y la ilicitana Sandra Canals.