Si los comerciantes ya habían manifestado su rotundo rechazo al cierre al tráfico de la Corredora a los vehículos particulares, el hecho de que se haya clausurado también el acceso al transporte público no ha hecho otra cosa más que caldear de nuevo los ánimos. De hecho, de los pocos comerciantes que aprobaban el corte, muchos lo hacían porque «se podía venir en autobús y en muchos casos era hasta más cómodo que hacerlo en coche», apuntó el regente de un bar en las inmediaciones de la Glorieta.

Sin embargo, el hecho de que los autobuses urbanos se desvíen hacia el norte o sur de la ciudad originará que «la gente que tenga que coger un bus opte por irse a l'Aljub, que los deja en la puerta. Son unos pocos metros más en relación a la parada de la Plaça de Baix, pero quien pare en Doctor Caro hasta la Glorieta, por ejemplo, ese trozo de más se nota, y mucho», aseguró la propietaria de una tienda de moda. El rechazo fue prácticamente unánime, según pudo constatar este periódico. Y aunque los comercios aseguraron que aún es pronto para evaluar el impacto negativo de esta medida, «lo que ya es un hecho es la disminución de clientela que hemos tenido desde que cerraron al tráfico para vehículos particulares», apuntó.