¿Piensas que tener celos es una muestra de amor? ¿Crees que todo el mundo tiene que encontrar a su media naranja? ¿Tienes fe ciega en que el amor puede con todo? ¿Confías en el amor a primera vista? Son algunas de esas preguntas que Marina Marroquí lanza en su primer libro. Hace algo más de un año descolgó el teléfono y se encontró con una llamada de la editorial juvenil de Planeta: Destino. Le propusieron el reto de publicar todo lo que ella enseñaba en las aulas en un libro. Ahora, la fundadora de la Asociación Ilicitana Contra la Violencia de Género (Aivig) acaba de hacer realidad un proyecto prometedor. De hecho, el primer día que salieron a la venta sus libros en Elche se agotaron en las librerías.

«Eso no es amor» es el nombre de su primer libro. ¿Cómo surge la idea de plasmar toda la teoría que enseña a los adolescentes en un manual?

Llevamos haciendo talleres de prevención y detección de violencia de género hace unos años y la respuesta ha sido brutal. Hemos empezado a hacerlos a nivel nacional y en 2016 hemos llegado a más de 12.000 adolescentes. Hemos ido a casi todas las comunidades autónomas. Planeta me dio la oportunidad de hacer libro ese taller. Y es una de estas cosas que uno no puede rechazar por mucho miedo que dé. Y el libro es fruto de esa propuesta.

¿Qué herramientas pueden encontrarse entre las páginas de su nuevo proyecto?

Es cierto que escribir te da mucho más margen que un taller de tres horas. Aparte de la prevención en la violencia de género y de trabajar los estereotipos me ha dado margen para tratar el bullying, la diversidad sexual entre adolescentes... Sigue la misma estructura que un taller, empieza por casi el puro cachondeo y la risa del estereotipo tan vacío que existe, aborda el autoestima, también toca la historia de la mujer de manera muy dinámica y la desigualdad en la que nos educan. Además, tienen cabida las coacciones sexuales y el chantaje, que está demasiado normalizado entre los adolescentes; y esos mitos sobre el amor romántico tan presentes en esta etapa.

El final del libro acaba con un capítulo muy íntimo y desgarrador de su caso real como víctima de malos tratos, ¿qué ha querido trasladar a los lectores?

Sí, acabo el libro como acabo los talleres, con mi historia de violencia de género, de cómo toda esta sociedad me provocó no tener herramientas para detectar las primeras fases, y luego me encargo de dar a los lectores esas herramientas que yo no tuve para saber cuándo una relación ya no merece la pena y poder escapar lo antes posible. Porque, como dice el libro, nos puede pasar a todas.

¿Cuáles son esas claves qué han de tener en cuenta los adolescentes para darse cuenta de esos indicios y frenar a tiempo un final fatal?

Despertar una conciencia crítica es el objetivo fundamental. Es clave ver que el machismo que está instaurado tiene un precio, el de que la violencia de género siga siendo impune e indetectable por lo menos en las primeras etapas. También les proporciono consejos para diferenciar entre una relación sana y una tóxica. En esta última la pareja critica la apariencia del otro, ignora sus problemas, es celoso de cualquiera, miente, chantajea, hace comentarios hirientes... Los adolescentes tienen que conocerse y cuestionar todo lo que les rodea.

¿Es un libro solo para adolescentes o también es importante que lo lean los adultos?

Es un libro para adolescentes, creado para este público. De hecho, al final de cada capítulo hay un test tipo «Superpop» que nos ha marcado a los de nuestra generación. Sin embargo, es cierto que la sorpresa que me estoy llevado es que lo están comprando muchísimos adultos porque se tratan cosas que nunca nos hemos explicado y que la sociedad que nos educa nunca ha traducido.

¿Esa falta de una base educacional en las anteriores generaciones hace que se vean más casos de violencia de género o, al menos indicios, en las aulas?

Los adolescentes tienen muchas más herramientas que nosotros. Nuestra generación aún callaba, la anterior lo hacía totalmente y la anterior ya ni te cuento. Al final, que se visibilice un problema es imprescindible, pero hay que saber actuar. Ahora el adolescente pide ayuda, pero ¿qué herramientas tiene el docente para salir de ahí? ¿O qué herramientas tienen los padres para salir de una relación de violencia de género? Al final, sí hay más sensibilización, pero sigue sin haber formación, empezando por la de los profesionales. No se forma de manera específica sobre violencia de género en ninguna carrera.

¿Cuál es la realidad con la que se ha encontrado en los institutos después de haber impartido sus talleres?

Los talleres tienen una tasa de detección de violencia de género in situ de un 8%. Esto significa que yo nunca me he ido de ninguna clase sin que una chica de quince años me esté diciendo que ella ha vivido lo que yo viví. Al final, la adolescencia es el cruel reflejo de la sociedad en la que vivimos. El peligro es que no creen que es una problemática de su edad, no creen que la violencia de género les pueda ocurrir en la adolescencia.