Un nuevo informe sobre las excavaciones del subsuelo del Mercado Central revela que los hallazgos permiten comprender la evolución del espacio durante diez siglos de historia.

La agrupación ilicitana en defensa del patrimonio ha sacado a la luz los resultados del informe preliminar de las catas arqueológicas realizadas por la empresa Alebus en el que destacan restos de cerámica romana y un muro, además de los dos enterramientos del primer asentamiento islámico de Elche.

El colectivo apunta a que el subsuelo del Mercado Central de Elche esconde restos de un asentamiento islámico previo a la creación de la medina. De mediados del siglo X son también los dos enterramientos localizados junto a una esquina del edificio. Durante la excavación arqueológica realizada entre noviembre de 2016 y marzo de 2017 también se han recuperado fragmentos de cerámica romana de entre los siglos I a V, aunque no han aparecido construcciones de ese periodo, tal y como señala la agrupación ilicitana.

Este informe preliminar ha sido remitido tanto al Ayuntamiento de Elche como a la Conselleria de Cultura que debe dictaminar sobre la viabilidad de un proyecto que contempla la construcción en suelo público de un aparcamiento subterráneo que irremediablemente acabaría con las estructuras descubiertas. El proyecto de urbanización incluye las calles perimetrales del mercado -incluida la parte del solar más próxima a los baños árabes que no ha sido excavada- así como el carrer Ánimes, por lo que el colectivo indica que todas ellas deben ser excavadas antes de la decisión de la dirección general de Patrimonio Cultural.

En concreto, tal y como apunta la agrupación en defensa del patrimonio, el informe preliminar de la excavación realizada por la empresa Alebus por encargo de la concesionaria del proyecto del Nuevo Mercado Central, Aparcamiento Ciudad Sanitaria SA (Aparcisa), contempla la posibilidad de que un muro de mampostería de 3,20 metros de longitud y 0,48 de altura que delimitaría alguna propiedad esté relacionado con el primer asentamiento islámico de lo que hoy es Elche.

A falta de un estudio exhaustivo, tal y como revela el colectivo en defensa del patrimonio, los arqueólogos lo fechan a mediados del siglo X, antes de que la población adquiriera la categoría de medina. A ese mismo asentamiento corresponden los enterramientos localizados en la esquina del mercado próxima a la calle Victoria. Se trata de dos adultos, un hombre y una mujer, enterrados en posición decúbito lateral derecho, sin ajuar ni adornos personales, en estrechas fosas y con orientación a La Meca, según el rito islámico.

Según la tradición, estos restos debieron ser enterrados fuera de la zona habitada y, por tanto, no son coetáneos del conjunto de fosas y silos del siglo XI que también ha aparecido en el solar del mercado. Los arqueólogos apuntan en el estudio que, de haber más enterramientos de este tipo, deben estar situados al Este de los exhumados.

Aunque, siempre según la agrupación, el informe señala que estos son los hallazgos de mayor antigüedad, también da cuenta de la recuperación de piezas de época emiral (siglo IX) y fragmentos cerámicos de entre los siglos I y V dispersos sobre la tierra virgen o mezclados junto al abundante material islámico que han aparecido en las fosas y los silos de ese periodo.

Los arqueólogos recuerdan que estos hallazgos romanos aislados también se han dado en otras excavaciones próximas y constituyen uno de los pocos testimonios que han perdurado sobre la existencia de una villa romana que, en su opinión, habría desaparecido con la llegada de los árabes y su desarrollo urbano.

Las fosas y silos islámicos ocupan 555 metros cuadrados, un tercio de la excavación. Fueron construidos entre finales del siglo X y el siglo XII. Del interior de las primeras se han sacado gran número de piezas en buen estado de conservación. Candiles, jarros, aguamaniles, jarras, jarritas -algunas de ellas pintadas con óxido de hierro y de manganeso con diferentes motivos y predominio de la flor de loto- metopas, jofainas y vajillas de cocina son algunos de los objetos recuperados.

De esa misma época es una vivienda o conjunto de dos viviendas que ocuparían 200 metros cuadrados, de los que solo son visibles 60, y que están notablemente alterados por construcciones posteriores. Se ha identificado un patio de ocho metros cuadrados, una alberca y un banco de ladrillo y mampostería con un caño de agua que la alimentaría.

Este edificio viene a sumarse a la trama urbana islámica que ha ido apareciendo durante las excavaciones llevadas a cabo en lo que fue la medina de Elche y de la que forman parte los baños árabes localizados en la plaza de la Fruta, a las puertas del mercado. Correspondiente ya a los siglos XV-XVIII aparece un edificio que se superpuso sobre la vivienda islámica así como dos grandes bodegas semienterradas. Se conserva completa la estancia de una de ellas, en la que apareció una moneda de Felipe V fechada en 1720. Los arqueólogos creen que esta última podría corresponder a una almazara citada en un plano de 1761.

Mucho más reciente es el conjunto de elementos relacionados con un almacenamiento de agua que estaría relacionado con la fuente de la Alcoraya que existía en la plaza de la Fruta, tal y como indica el colectivo ilicitano.

En su valoración, los arqueólogos contratados por la promotora del nuevo Mercado Central reconocen que la excavación ha permitido averiguar y comprender la evolución de este espacio a lo largo de más de 10 siglos, pero lamentan que las tareas de construcción del actual y del anterior edificio provocaran la retirada de entre 1 y 1,20 metros de relleno arqueológico, a lo que suman los daños sufridos por la instalación de la red de saneamiento, las cimentaciones del edificio y la superposición de diferentes estructuras a lo largo de los últimos 1.000 años.

Los redactores del documento recuerdan que en las excavaciones realizadas en el entorno del mercado se ha repetido la misma secuencia cultural desde el siglo XI, aunque, a diferencia de este caso, el estado de conservación de las estructuras era mayor, así como su desarrollo vertical que, en el caso de los restos islámicos, arranca a 1,30 metros por debajo del nivel de la calle.