Las cabezas visibles de las principales familias del PSOE en la ciudad de Elche han acabado pactando una lista única y de consenso para evitar otra batalla en un momento tan delicado como éste. Al final, el sector del exalcalde y exsecretario general Alejandro Soler se queda con ocho; el del actual alcalde y secretario general, Carlos González, con cuatro; y el del exedil de Urbanismo con Ramón Pastor, Mariano Ibáñez, con uno. Sin embargo, ni por esas. Esa lista de consenso ha encendido más si cabe los ánimos en una agrupación en la que la tensión, más allá del enfrentamiento entre «susanistas» y «sanchistas», que también, se arrastra ya desde hace bastante tiempo. Sí ha habido consenso, pero no participación. Al final, defienden desde el sector crítico de los críticos que ni unos ni otros han sabido interpretar lo que dijeron el domingo las urnas: que se debe escuchar más a las bases. Por eso, censuran que en los últimos días ese pulso por el poder en General Cosidó se haya convertido en un cambalache de números y de sillas, más pensando cada uno en sí mismo y hasta dónde quiere llegar, que en la militancia. Especialmente dolidos se muestran los «sanchistas». Una cosa es que apoyaran y votaran a Pedro Sánchez y otra que eso se traduzca en un apoyo incondicional a Alejandro Soler, apunta algún militante del sector al que ya tildan de «radicalizado». La solución para ellos era una lista abierta, para dar cabida a todas las sensibilidades, algo que, prácticamente desde el principio, descartaron Soler y González. «Está bien consultar a la militancia, pero siempre va a haber un límite. ¿Convertimos el PSOE en un movimiento asambleario?», cuestionan desde el otro lado. «Al final, los estatutos son los que son, y determinan que las listas son cerradas», razona otro militante que ha estado cerca de las negociaciones en los últimos días. «No tiene sentido, porque se ha contado con las tres plataformas: la de Pedro Sánchez, la de Susana Díaz y hasta la de Patxi López», apostilla una tercera voz.

No ha sido el único punto de desencuentro. La convocatoria también ha traído cola. La primera se envió el mismo lunes, con el matiz de que no se incluía en el orden del día el punto de presentación y aprobación de las enmiendas para la ponencia marco del congreso federal. Tampoco se adjuntó esa ponencia marco, que no llegaría hasta el jueves. La presentación de enmiendas, en cualquier caso, se incorporó en una nueva convocatoria lanzada ayer viernes. Para unos, los más críticos de nuevo, no es más que una estrategia para acallar el debate interno; para otros, en este caso para los más próximos al aparato, esto es, a la Ejecutiva, simple y llanamente ha sido un «despiste», que, no obstante, se ha solucionado y que no tiene más trascendencia. «Se van a aceptar todas las propuestas para hacerlas llegar al congresillo provincial», argumentan en su defensa.

Sea como sea, y salvo sorpresa de última hora, no se prevé que la asamblea sea un paseo militar, y ahí coinciden todas las familias y subfamilias. Da igual que se vote a mano alzada. De momento, esta mañana se deben hacer oficiales los nombres, aunque a última hora de ayer había varios que sonaban con fuerza en los diferentes grupos y subgrupos. Sin ir más lejos, dentro de los «susanistas», los de Carlos González eligen a sus dos representantes y los de José Pérez a los dos suyos. En el de Alejandro Soler, Mariano Valera, portavoz de la Plataforma de Apoyo a Pedro Sánchez, salía en todas las quinielas. Lo único claro es que el número uno será para los de Soler, el dos para los de González, el tres para los de Ibáñez, y, a partir de ahí, se irán alternando los de un bando y los de otro en una lista cremallera. Está claro eso, y, por ahora, que José Córcoles presidirá la mesa.