Tanto la unidad de la Policía Judicial de la Policía Nacional que se encarga de los casos de violencia de género como su equivalente en la Policía Local lanzaron ayer un mensaje claro a los miembros del personal sanitario: primero atención, y luego denuncia. Esta reivindicación se lanzó en el marco de las II Jornadas Multidisciplinares en Violencia de Género, en la que los facultativos expusieron las trabas que en ocasiones se encuentran al solicitar la intervención del médico forense sin la denuncia previa, lo que frena a muchas mujeres que acuden a Atención Primaria o a Urgencias y que a veces son derivadas a dependencias policiales para interponer la denuncia antes de ser evaluadas.

El inspector jefe de la Policía Judicial de Elche, Juan Pedro Navarro, fue claro: «La mera manifestación verbal de agresión ya es una denuncia. Si alguna vez encontráis algún reparo del médico forense del juzgado para acudir al centro sanitario, llamadnos directamente para que intervengamos. El delito de violencia de género es un delito público, y el de agresión sexual, semipúblico. Existe la obligación de iniciar los trámites de la denuncia».

La jornada de ayer en el Centro de Congresos sirvió para poner sobre la mesa el papel del personal sanitario y de las unidades policiales en materia de violencia de género, ya que la atención y ayuda a las víctimas ha de realizarse de forma conjunta, coordinada y complementaria, con el fin de ofrecer una atención integral que sirva a las mujeres para dar un paso adelante, denunciar esta situación y acabar con este problema social. De hecho, el papel de los sanitarios ha sido determinante en los últimos años. Desde Atención Primaria se trabaja para detectar los casos de violencia que se sufren en silencio y pasan desapercibidos, pues no todos son grandes agresiones que evidencian el maltrato. Al contrario. Esa es tan solo la punta de la pirámide pero el camino hasta la base del problema es muy largo y complejo.

Y es que los detalles que pueden despertar las sospechas sobre el riesgo de sufrir violencia de género son tan sutiles que en muchas ocasiones es fácil que pasen desapercibidos, por lo que la formación del personal médico es trascendental.

Un ejemplo: Ana, de 48 años y con dos hijos. Acude a consulta para ponerse un inyectable que tiene pautado cada tres días. Allí, un enfermero detecta maltrato psicológico. Le cuenta que desde que tuvo el segundo embarazo cogió peso, y a su marido no le gustó. Desde entonces, siente que la menosprecia. Su marido la deja sola los viernes para irse con sus amigos y no le ayuda en casa. Se ha propuesto hacer ejercicio y ponerse a dieta, para tratar de recuperar lo perdido. Con este relato, al enfermero se le encendieron las alarmas. Unas sospechas que permitieron detectar ese maltrato psicológico, de riesgo no extremo, desde hacía ocho años. Este es tan solo uno de los casos reales que se pusieron ayer sobre la mesa y que sirvió para reivindicar esa necesidad de concienciar y formar al personal sanitario para luchar contra la violencia de género. Los casos van desde una mayor sutileza que la de este ejemplo, hasta los más evidentes, pero los cuerpos policiales insistieron en poner en conocimiento de las autoridades todos y cada uno de ellos.

«Igual que no dudáis en llamar a la Policía cuando atendéis en Urgencias a un herido de bala o un navajazo, no lo hagáis ante estos casos», pidió Navarro, al igual que el jefe del Equipo de Violencia de Género y Menores de la Policía Local, Manuel Calvache. El personal sanitario cuenta con una aplicación, Sivio, con la que se hace seguimiento de estos casos y se informa puntualmente a la Fiscalía, pero, según los efectivos policiales, « a veces llega con mucho retraso. Hay casos donde se debe informar de forma inmediata». Otro de los aspectos en los que se incidió ayer fue en humanizar el protocolo en estos casos, para no alarmar a la víctima que en ocasiones es reacia a denunciar y se ve sobrepasada si de la consulta la derivan de repente, al gabinete psicológico o a la trabajadora social.