Punto y final a más de un siglo de vida alimentando intelectualmente a cientos de familias y generaciones ilicitanas. El emblemático «Kiosco de Rico» cerró ayer sus puertas 109 años después de que José Rico Gomis abriera en La Glorieta el primer quiosco documentado con distribución de prensa en toda la ciudad. A las dos de la tarde, y tras medio año intentando traspasar el negocio para no cerrar uno de los comercios más representativos de la ciudad, Juan Emilio, su último propietario, sellaba una parte importante de la historia de Elche al echar el candado por última vez a las persianas de este quiosco centenario. «Es un trabajo de todos los días, en el que no hay vacaciones, y el negocio está flojo», señalaba ayer como principales motivos que le han llevado a cerrar para siempre.

Juan Emilio tomó las riendas del establecimiento en noviembre de 2015. Javi Rico, bisnieto del fundador y cuarta generación de la familia en estar al frente del local, ponía el epitafio de los Rico en el negocio de la venta de prensa tras más de 30 años detrás del mostrador del quiosco. Primero en su ubicación original en La Glorieta y, ya en los últimos años, en el carrer Empedrat. Un problema de salud le llevó a cambiar de vida y traspasar un comercio por el que habían pasado antes su bisabuelo y fundador; su abuelo José Rico García, quien cogió el testigo de su padre en los años veinte; y su tío Fausto Rico Coves.

«Es una pena, lo siento mucho por el último propietario», acertaba a decir ayer el último eslabón de la saga de los Rico al frente del negocio tras enterarse del cierre del quiosco. «Ha representado un punto neurálgico del barrio. Por allí han pasado desde los niños pequeños comprando gusanitos hasta los más ancianos que venían a por el periódico o caramelos», destacó Javi Rico antes de «agradecer a todas las generaciones que han pasado por el quiosco y nos han ayudado a mantenerlo vivo más de cien años».

Vacío en el sector

El presidente de la Asociación de Vendedores de Prensa Profesional de Elche y Comarca, Sergio Pérez, resumió la desazón causada por la noticia entre los quiosqueros de la ciudad. «Imagínate el palo psicológico que supone que cierre el quiosco más antiguo. Se te queda un desasosiego de en el estómago que no puedes digerir», aseguró.