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El renacer de la casa tradicional

ADR plantea la creación de un nuevo modelo de gestión rural que empezará como piloto en Pusol

Una de las casas tradicionales de labranza o «faenetes» en el entorno rural del Camp d'Elx. Matías segarra

El campo ilicitano guarda humildes tesoros arquitectónicos a los que cada día se les dibuja una arruga nueva. Entre las veredas más conocidas en la treintena de partidas rurales se aprecian decenas de casas tradicionales de labranza o «faenetes» que han caído en el abandono o directamente están en ruinas. Una situación que podría explicarse debido a la falta de relevo generacional de los agricultores, que a una edad adulta abandonan el oficio y en muchas ocasiones no tienen a nadie que quiera seguir sus pasos ni mantener estas viviendas que superan el siglo de historia.

Los expertos del entorno rural aseguran que una manera de poner en valor estas construcciones es dinamizando territorios, en gran medida, mediante el turismo rural sostenible. Esa es la lucha que durante una década ha llevado la Associació per al Desenvolupament Rural del Camp d'Elx (ADR). Pascual Serrano, presidente de la entidad, actualmente está trabajando con un gabinete de arquitectos local para dar forma a la red rural de las graduadas. Este proyecto, que aún está en fase de evaluación y que se desarrollará a partir de 2018, se presenta como un modelo que analiza al detalle la estructura de las casas de labranza tradicionales y recoge el estándar de restauración que se puede aplicar sobre ellas.

Este plan incluiría una guía que informase a los interesados del coste que puede tener la puesta en valor, teniendo en cuenta que a los propietarios «les supone un esfuerzo mantenerlas porque o bien son mayores o si son jóvenes no les interesa la agricultura. Hay que instrumentalizar proyectos que ofrezcan soluciones más imaginativas para afincar población en la zona», apunta Pascual Serrano.

La idea es facilitar que el agricultor emprenda y busque una renta complementaria poniendo en marcha este tipo de negocios, que estarían impulsados con un programa de ayudas europeas gestionado desde el Grupo de Acción Local Sur de Alicante, que dedicaría una cifra próxima a los 700.000 euros para este fin.

El piloto del proyecto comenzará en el entorno de las escuelas graduadas de Pusol, con idea de ampliarse a todo el Camp d'Elx, para que a medio plazo los visitantes dispongan de una oferta de alojamiento rural, que hasta el momento no hay, todo con un modelo que se extendería al acondicionamiento de las sendas para buscar la conexión entre el museo y «caminos históricos como el de la Piedra Escrita» señala Pascual Serrano.

El objeto de este plan es, además, realizar un inventario que catalogue por tipologías estas viviendas, ya que no se tienen datos del número exacto de casonas solariegas, aunque se estima que el 30% están abandonadas.

Según el último plan especial de protección de edificios y conjuntos del Ayuntamiento de Elche, con fecha de 1998, sólo están catalogadas 18 construcciones tradicionales en el campo, y la mayoría de ellas están anexas a torres vigía o tienen un corte señorial, de manera que el grueso de las típicas casas de labranza están exentas de protección, hasta que se revise este catálogo vigente desde hace dos décadas.

En la partida de Valverde Bajo se asienta la finca familiar Santa Creu. Cuenta con una vivienda de doble planta del siglo XIX con porchada y pozo, aunque las cochineras y el granero se sustituyeron para acondicionarla con fines turísticos, conservando la apariencia externa. Esta es de las pocas casonas centenarias que desde 2016 se publicita en portales de reservas turísticas en calidad de alojamiento rural, pero «así como está la ley no nos dejaron dar de alta la casa en esa categoría.En el Ayuntamiento lo tenían como algo inexplorado, pasamos por nueve departamentos diferentes y nadie supo darnos indicaciones. Ya la Consellería nos dio la opción de registrarnos como apartamento turístico, pero seguimos sin estar catalogados como turismo rural», explica uno de los tres hermanos herederos de esta finca, que ha pasado por tres generaciones diferentes.

Ley valenciana de turismo

La actual ley valenciana de turismo excluye de la categoría de alojamiento rural a las viviendas del Camp d'Elx por estar comprendidas en un área próxima a la costa, ya que la normativa se centra en los hospedajes situados en municipios de interior. Sin embargo, la última actualización en 2014 de este reglamento presenta excepciones y en supuestos concretos las viviendas del campo ilicitano pueden optar a esta clasificación, si se demuestra en un informe preceptivo y vinculante del servicio territorial de turismo que la vivienda tiene una fisonomía propia y que la zona de uso es «eminentemente agrícola, ganadera o forestal, o que presenta un interés medioambiental, cultural o visual» que permita la «dinamización económica del entorno»

El problema viene, como apuntan los expertos, por la falta de información para activar el sector, porque a pesar de que la legislación valenciana «está abierta a una gestión del medio rural que custodie el patrimonio y ofrezca rentas complementaria para el agricultor y la familia», faltan actuaciones municipales como un «área específica de asesoramiento que tutele y ponga facilidades para cumplir la normativa» asevera el presidente de ADR.

La otra gran dificultad es la inversión que tienen que acometer los propietarios. Ramón Peral heredó de su bisabuelo la finca de San Ramón, que en su origen a finales del siglo XIX tenía una extensión de 160 tahúllas. Esta casona cuenta con un torreón y su interior alberga mobiliario de la época. Además es una de las mejor conservadas, incluida en el catálogo municipal de bienes de 1998 con protección ambiental.

El heredero la conserva como segunda residencia y a pesar de que sus hijos propusieron sacarle más partido como turismo rural, «es inviable hacer una serie de reformas, conllevan un gasto tremendo que no podemos asumir porque se necesitan comodidades que no tengo» argumenta Peral, al hilo de la falta de apoyo que recibió de las administraciones en su momento para restaurar la fachada y algunas partes deterioradas, «porque está protegida pero todos los gastos de conservación corrieron de mi cuenta» explica.

Marga Guilló, directora técnica de ADR, incide también en la necesidad de ampliar el catálogo de bienes inmuebles del Camp d'Elx e incentivar a los propietarios «porque hay mucho patrimonio perdido, casas nobiliarias con almazara, bodegas, cambra y ermitas en peligro» con un proceso lento de rehabilitación muy costoso y casi inasumible por las familias porque suelen ser «casas de piedra y argamasa, barro, paja y cementos muy primarios que necesitan tratamiento especial», apunta Marga Guilló.

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