Los precios del alquiler, en los últimos tres años, se han disparado en zonas como El Raval de Elche o en la calle Castaños, de Alicante. En concreto, en el tradicional barrio ilicitano y sus calles adyacentes, el precio de alquiler, según las inmobiliarias, se ha duplicado desde 2014. Mientras, en la popular vía alicantina dedicada ahora al ocio, los precios de las viviendas de alquiler se han multiplicado por tres desde 2014.

La explicación de este incremento del precio de la vida es el fenómeno de una gentrificación incipiente. La gentrificación es el proceso mediante el cual la población original de un sector o barrio, generalmente céntrico y popular, es progresivamente desplazada por otra de un nivel adquisitivo mayor.

No en vano, en los últimos años, hay más demanda de gente nueva, normalmente con un poder adquisitivo medio-alto, que quiere vivir en esos barrios, pero hay pocas viviendas disponibles. El hecho de que se hayan renovado con más edificaciones o que se hayan convertido en lugares dedicados al ocio atrae a nuevos inquilinos, y en muchos casos supone un éxodo paulatino de la población tradicional.

En Alicante, aunque el fenómeno no es tan grande ni relevante como en grandes ciudades como Madrid o Barcelona, donde los efectos de la gentrificación y el cambio urbanístico son más evidentes y extremos, han cerrado comercios tradicionales, de alimentación para dejar paso a locales de hostelería u ocio en su lugar. En muchos casos, estos recién llegados son negocios de franquicias. De hecho, son 50 las nuevas aperturas de comercios hosteleros que han abierto en el casco antiguo , en las zonas de Las Ramblas y la propia calle Castaños. La mitad de estos comercios son franquicias de hostelería.

Son muchos los estudios que investigan los efectos de estos cambios urbanísticos en espacios de todo el mundo, en muchos casos, dañinos para la habitabilidad de los barrios en las ciudades. No obstante, las percepciones son enfrentadas y, en también se dividen entre los beneficios de ver renacer barrios degradados gracias a la revalorización, y quienes ponen el foco en la expulsión de los habitantes con menos recursos económicos de las zonas más cualificadas de las ciudades junto a la desaparición de comercios y espacios tradicionales. En muchos casos, según lamenta uno de los vecinos de la calle alicantina Castaños, «el barrio que se ha regenerado se convierte en un infierno para los que convivimos día y noche en una zona dedicada, ahora, a la fiesta y que ha espantado a muchos habitantes de sus casas, bien por la suciedad y el ruido, bien porque ahora los alquileres han subido mucho».

En Elche, este fenómeno no es tan llamativo como en la calle Castaños de Alicante, pero sí que ha vivido, de forma inicial, este proceso de gentrificación en el barrio de El Raval. Además, del aumento de los precios de los alquileres por la alta demanda y la escasa oferta de viviendas, también ha habido un «boom» de nuevas licencias de obra nueva. En este sentido, este barrio de más de 750 años de antigüedad y sus calles adyacentes, han visto como su fisonomía ha ido cambiando con la construcción de nuevos edificios, hasta una decena de bloques o de renovaciones de fachadas en la última década. El contraste entre las nuevas edificaciones y las tradicionales es evidente y los habitantes de las casas más modernas son, en la mayor parte de los casos, personas con un alto poder adquisitivo. Los residentes de toda la vida están en guardia para que el barrio no pierda su sentido.