Durante el mandato de Alejandro Soler, Alejandro Pérez era su número dos. Incluso estaba llamado a convertirse en su sucesor en un futuro. Sin embargo, llegaron las elecciones de 2011 y, con ellas, el revés que dieron las urnas al PSOE. A partir de ahí, Soler, que siguió reteniendo su acta como edil, se mantuvo en un segundo plano, y sus intervenciones a lo largo de esos cuatro años casi se pudieron contar con los dedos. Alejandro Pérez fue el portavoz municipal de un PSOE que, por primera vez en democracia, pasaba a la oposición. En cualquier caso, apenas estuvo en el cargo un año. Antonio Rodes acabaría tomándole el relevo en la portavocía municipal, y, con ello, la figura del que en su día fue el delfín de Soler fue desdibujándose en los plenos, hasta acabar totalmente alejado de la política acabado el mandato.

No obstante, cuando el pasado 24 de marzo Soler presentó su candidatura, Pérez reapareció para darle su apoyo. La expectación estaba servida, y se abrían así mil y una especulaciones en torno a su posible regreso a la primera línea. El exalcalde, por su parte, en sus declaraciones públicas, lanzaba no pocas loas hacia su amigo, abriendo la puerta a cualquier conjetura. Hasta en algunos círculos se le señaló como posible alcaldable si el envite de los alejandristas sigue adelante, consiguen un buen colchón, y plantan batalla en unas primarias. Y ello a pesar de que los más centran sus miradas en Héctor Díez.

Sea como sea, Alejandro Pérez declaró a este periódico que «descarto completamente ejercer un papel activo en política. De mi etapa anterior conservo excelentes amigos y un grato recuerdo, pero nada más. De hecho, a principios de este año mis compañeros me designaron socio de Grupo Asesor Ros, una responsabilidad que me exige estar dedicado al 100% a mi trabajo como abogado. Mi futuro profesional está en la abogacía, no en la política». Trataba de cortar así con cualquier suposición en torno a su figura.