La depresión, la ansiedad, el autismo o la esquizofrenia son trastornos que cada vez afectan a un mayor número de la población. Por este motivo, el equipo de investigadores liderado por el científico Juan Lerma, del Instituto de Neurociencias de la Universidad Miguel Hernández (UMH), se ha propuesto avanzar en el origen de estos problemas, a través del trabajo de laboratorio realizado con ratones. Aunque todavía se está lejos de determinar sus causas, la investigación, publicada por la revista especializada Cell Reports, sí que permite determinar qué origen común de estos trastornos psiquiátricos se encuentra en el desequilibrio entre los neurotransmisores.

La labor principal del equipo liderado por Lerma para llevar a cabo su investigación ha consistido en la alteración de material genético para afectar al equilibrio entre los neurotransmisores de los ratones, generando así una producción excesiva de proteínas. Al aumentar el gen, los científicos han comprobado, por ejemplo, que se duplican los casos en los que se reproducen los síntomas de autismo, esquizofrenia, depresión y ansiedad. «Hemos estudiado las alteraciones en el cerebro, la comunicación de las neuronas relacionadas con la ansiedad y hemos descrito cómo quedan afectadas», explica Lerma, que durante ocho años dirigió el Instituto de Neurociencias, centro mixto de la UMH y el CSIC.

Aún así, los investigadores guardan cautela porque los resultados han sido obtenidos con ratones y no se pueden extrapolar de momento a los seres humanos. «Los modelos animales pueden ayudarnos a entender nuestras enfermedades pero hay un salto muy grande», matiza Lerma. Tratar estos trastornos es muy complicado en la actualidad para la comunidad médica porque se desconoce su origen, algo sobre lo que desde la UMH pretenden aportar luz.

Uno de los grandes retos que afronta la neurociencia del siglo XXI es el de entender cómo se origina el comportamiento en base a la biología del cerebro. En su proyecto, el grupo de Fisiología Sináptica ha trabajado con los dos antidepresivos más comunes en el mercado, determinando que sólo uno de ellos funciona correctamente para combatir la depresión y la ansiedad. Ahora su reto pasa por describir con más precisión los circuitos cerebrales.