Durante casi dos años, el líder de la secta satánica peruana fue lavando el cebrero a Patricia Aguilar, la joven rescatada el miércoles tras la detención de Félix Steven Manrique, el líder de la agrupación. La conoció a través de internet, y su familia apunta a que aprovechó la baja autoestima y la debilidad que sufría la joven debido a la pérdida de un familiar cercano para captarla en su harén. Cuando cumplió los 18 años, la joven se fue de casa. Como excusa, dijo que iba al cumpleaños de un amigo, y que dormiría fuera. Eso fue el 7 de enero de 2017. Pero nunca volvió. Las sospechas de que había huido de casa comenzaron cuando sus padres no podían localizarla, y descubrieron que se había llevado 6.000 euros de la empresa de su padre, que se dedicaba a la distribución de levaduras.

Desde el principio, su familia sabía que no se trataba de un abandono voluntario sin más. Los escritos y conversaciones encontrados por sus familiares pronto levantaron todas las alarmas, pues había indicios de que había sido captada por una secta. Fue entonces cuando denunciaron su desaparición en la Comisaría de la Policía Nacional de Elche. «Nos dijeron que no podían hacer nada, que era mayor de edad y se había ido por su propio pie», señala la familia. El caso llegó al Juzgado de Instrucción Número 1 de Elche, aunque sin mucho más éxito. La familia inició entonces una fuerte campaña para dar visibilidad al caso, denunciar que se trataba de una captación por una secta, y conseguir que las autoridades actuaran. Hasta el entonces ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, pidió a través de las redes sociales ayuda para encontrarla.

Pronto se localizó en Perú, pero poco se podía hacer, al tratarse de una mayor de edad que, en principio, se había ido por su propio pie. En junio del año pasado, la joven publicó un vídeo a través de las redes sociales, en el que aseguraba que no estaba metida en ninguna secta, que se encontraba allí de forma voluntaria, e incluso que estaba trabajando en una ONG. A través de estas imágenes pidió que la dejaran de buscar. Pero su familia sabía que no era Patricia, su Patricia, la que hablaba a la cámara, y que «le habían lavado el cerebro».

Las campañas tuvieron su resultado, y a través de donaciones y la venta de pulseras solidarias, bajo el lema «Yo no olvido a Patricia Aguilar», durante todo este tiempo se han ido recaudando fondos para ayudar en las investigaciones, poder viajar hasta Perú e incentivar que se investigara el caso para liberarla. Más de un año y medio de lucha han tenido resultado. La familia ha contado con la ayuda de la asociación SOS desaparecidos para darle difusión al caso y encontrar pistas que ayudaran a localizar a la joven y a acorralar al líder de la secta satánica.