Aarón presentaba lesiones en el cuello por un intento de asfixia. Esto es lo que revela el informe preliminar de la autopsia, realizada en la mañana del martes en el Instituto Anatómico Forense de Alicante. La paliza que recibió el pequeño, de tan solo dos años, el pasado jueves, no fue solo a base de golpes, sino que, presuntamente, su padrastro habría tratado de estrangularlo hasta dejarlo inconsciente. De hecho, fue la falta de oxígeno la que dejó inconsciente al niño, que junto con el fuerte puñetazo en la cabeza, llegó en estado crítico al Hospital del Vinalopó, donde fue trasladado por una vecina, antes de ser inducido al coma y trasladado al Hospital General de Alicante, donde ingresó en la UCI Pediátrica.

Los resultados de la autopsia refuerzan la acusación por asesinato y malos tratos continuados que le imputan al padrastro y a la madre del pequeño, a esta última por comisión por omisión, al no hacer nada para evitarlo. La falta de oxígeno le causó graves lesiones a Aarón, además de los golpes, lo que le habría desencadenado la muerte.

El informe también confirma golpes y lesiones anteriores al día de la brutal paliza. La madre del menor y su pareja, dijeron tras el ingreso de Aarón que el menor había sufrido una caída. Eso trataron de sostener ante el juez, pero rápidamente se desmontó su teoría. El padrastro acabó confesando que "se le fue la mano", pero su versión tampoco convenció a la Fiscalía ni a la juez. La autopsia arroja más luz sobre las circunstancias en las que el pequeño quedó inconsciente y hubo que inducirlo al coma. Ahora, las piezas comienzan a encajar y en los próximos días se le tomarán declaración de nuevo a las partes implicadas, para tratar de esclarecer el caso.

El cuerpo del pequeño se encuentra ahora en Madrid, donde la familia, especialmente la paterna, que desconocía que el menor sufría de malos tratos debido a que el padre tenía una orden de alejamiento de la madre y no podía verlos, le rinde sepultura. Finalmente, el Ayuntamiento de Elche ha corrido con los gastos del funeral, tras la petición de ayuda lanzada por la familia.

Testimonio directo

«Estoy muy asustada, han pasado seis días y aún no me puedo quitar la imagen de la cabeza. La pareja vino con el niño en brazos, tenía un fuerte golpe en la cabeza, y estaba inconsciente. No pensé ni en ambulancia ni en nada, cogí mi coche y fuimos al hospital». Así relata una vecina de Aarón, el pequeño de dos años que falleció el lunes tras ingresar el jueves en la UCI por un presunto caso de maltrato a manos de su padrastro, el momento en el que la pareja y la madre del niño, ambos en prisión acusados de un delito de asesinato, llegaron a su casa para pedir ayuda.

«Solo podía pensar en que la criatura se salvara. Tuvimos un problema con el coche y acabó llevándolos una prima mía. Fui luego al hospital y me enteré de lo que de verdad había pasado. A nosotros nos dijo que el golpe era por una caída. Después, la Policía nos contó lo que de verdad había pasado», señala.

Los vecinos de las inmediaciones del Primero de Mayo, en Carrús, donde vivía la pareja con el pequeño desde hacía unos tres meses, según han señalado los residentes, aún no salen de su asombro. «Áun tengo los pelos de punta, no quiero ni recordar la historia, revivirlo, porque aún estoy nerviosa. Y más después de saber cómo ha acabado todo. Yo solo podía pensar en que la criatura se salvara, por eso ni lo pensé y cogí mi coche. Es una desgracia que haya terminado así», cuenta esta vecina que vive justo enfrente del inmueble en el que residía la pareja y el bebé. «Nunca imaginábamos que pudiera ocurrir algo así. Nos hemos pasado todo el verano viéndolos cada noche en el balcón. Ellos cenando y pasando el rato y nosotros sentados con nuestras sillas en la puerta -vive en una planta baja-. Y tan normal», lamenta.

Sin embargo, las personas que residen en el mismo edificio, sí sostienen que «eran una pareja muy rara. Apenas se les veía, y al niño no se le oía, no como a un niño normal de dos años. Sí se escuchaba a veces llorar, pero no las rabietas normales de un bebé, sino lloros de daños, de dolor. El resto del tiempo, era casi invisible», sostiene otra vecina del edificio.