n «La sensación que tengo es que he cumplido con mi obligación y no hay ningún mérito más». José Antonio Román, el Mestre, considera que su trabajo durante todos estos años no debe ser halagado. «Estoy contento porque los cantores han aprendido que vocalmente no hay tope y que se puede seguir perfeccionando hasta el infinito», señala alguien que asegura nunca se planteó llegar a ser Mestre de Capella cuando entró en el Misteri hace 38 años.

Permaneció solo un año en la Escolanía y la siguiente toma de contacto con el drama asuncionista se puede decir que fue por la puerta grande: fue un 11 de agosto de 1980 en el agradecido papel de Santo Tomás. «Fue una entrada difícil porque seguramente a muchos no les gustó», comenta con una sonrisa en el sentido de que no cayó bien entonces que un novato debutara así en Santa María.

Este profesor de Canto en el Conservatorio de Elche, debido a sus compromisos con el Misteri, ha tenido que renunciar a varias oportunidades para crecer profesionalmente como intérprete y docente, pero las alegrías que le ha dado La Festa son muchas. De hecho, se queda con que «una parte de la Capella tiene unas condiciones músico-vocales excepcionales» y con el hecho de que aunque en épocas anteriores no hay grabaciones para apreciar la calidad musical, actualmente los cantores están a un gran nivel, «que no es mérito mío, sino que es una evolución lógica del trabajo». Eso sí, lo que siempre le dolerá es las veces que ha tenido que decir a personas que no podían formar parte de la Capella por edad o por cualidades vocales. Román cambia de tercio, pero no se va. Y volverá a ser Santo Tomás este próximo viernes día 26.