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Rafael Álvarez, El Brujo: «No sé por qué la gente habla más de Cristiano Ronaldo o Almudena Grandes que de Dios»

El Festival Medieval vivirá hoy una de sus jornadas más especiales, con la actuación de su cabeza de cartel, Rafael Álvarez, El Brujo

El Brujo interpreta esta noche en el Festival Medieval la obra teatral La luz oscura de la fe. JORGE ZApata/efe

Esta noche se mete en la piel de San Juan de la Cruz en el Gran Teatro, ¿por qué ha elegido este personaje histórico?

Porque es un personaje fascinante y desconocido. Un grandísimo poeta del que Lorca dijo que tenía duende, palabra flamenca. Realmente tiene duende, sus formas métricas están tocadas por la cultura andalusí, por los poetas místicos del islam. Las mismas letras, un estilo heredero de esa atmósfera y sensualidad, en el sentido de la imaginación conectada a la pasión por la belleza de la naturaleza. Esos que ven la mano invisible del artista de la naturaleza, de Dios.

¿Cree que el público mayoritario está interesado en este tipo de cuestiones religiosas?

Lo que no entiendo es que la gente prefiera hablar más de Cristiano Ronaldo, Almudena Grandes, Cervantes, la cultura oficial, u oficialista, los medios de comunicación o las redes sociales que de Dios. Hay otra cultura secreta, como la de los místicos del Siglo de Oro español. No hay poeta del siglo XX que no se haya inspirado en San Juan de la Cruz: Lorca, Alberti, Machado, los de la Generación del 27...

Y también flamencos...

Con su sensibilidad le cantaba Enrique Morente. Y Amancio Prada. San Juan de la Cruz es enorme, muy grande. Los místicos son personajes raros que le han dado la espalda al barullo del mundo, a ese ruido ensordecedor que se desvanece. Lo que se dice un día no tiene nada que ver con lo del día anterior. Y la gente se mata por ese ruido.

¿Algún ejemplo?

Lo hemos visto esta semana en el Congreso, donde el líder de la oposición llama golpista al presidente del Gobierno y el presidente se ofende. Eso es el barullo. En cambio, los místicos son silencio, introspección, reflexión, mirada interior y pasión por la belleza. Y no pregonan todo lo bueno que hacen. Dios, o la conciencia, como se le quiera llamar, ya sabrá lo que hicieron bueno. Ahora todo el mundo habla, grita y pregona mucho. Por eso me interesan los místicos, porque son la antítesis de todo esto.

El Festival Medieval de este año se centra en las figuras de los clérigos y los juglares...

Esa época la he estudiado mucho. Hice una obra de Dario Fo, San Francisco, juglar de Dios. Fue un preludio del renacimiento italiano al final de la Edad Media. San Francisco de Asís fue otro gran artista y místico. Tenía una forma de expresar el mundo, la poesía y el canto distinta. Por una parte, estaba lo sagrado, que era controlado por los clérigos, así como el dogma y la jerarquía. Y luego estaban los juglares, que eran los místicos en un estado salvaje. En relación con esto también llevé hace muchos años a Elche al Arcipreste de Talavera.

¿Qué recuerda de aquello?

Que era un bufón eclesiástico, un clérigo ambulante. Sus sermones eran grotescos, humorísticos. El Festival Medieval me propuso hacer el estreno. Elche es una ciudad vinculada al misterio, con una tradición maravillosa que ha pervivido desde la Edad Media. Cuenta con muchos estudiosos de esta tradición cultural y mística. Una catarsis sobre la trascendencia de la tierra, el cielo, la muerte y los ángeles. Estoy encantado de volver a Elche con San Juan de la Cruz, es muy curioso este retorno.

¿Se siente liberado de la presión comercial en su teatro?

He pasado toda mi vida luchando por conquistar al público, que es el que sostiene el teatro. Molière decía que el negocio del teatro es el arte de la seducción del público. Pese a que fue subvencionado por la corte de los reyes franceses, supo que, sin público, no hay teatro. La gente me ha dado su afecto y llena los teatros a los que acudo. Y eso que voy con temas contracorriente, con una forma diferente de actuar. Un fontanero o un ingeniero no tienen que tener una excelsa cultura teatral pero hay que complacerles. Esa es mi arma.

¿Qué opina sobre la crítica?

En Madrid estuve con A utobiografía de un yogui dos meses llenando el teatro. Volví y llené cuatro semanas más. Vino un crítico y dijo que lo que hacía no le interesaba a nadie, ni a mí. Vives estas cosas y te tienes que hacer fuerte para seguir. No deja de ser curioso que dijera que no le interesaba a nadie cuando estábamos llenando. Hay críticas que no se conectan con la realidad y están llenas de mala leche.

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