Los jóvenes de hoy en día mantienen muchas menos relaciones sexuales que sus padres, a su edad, pero consumen más vídeos pornográficos. Lo más curioso es que el acceso a ese material audiovisual se hace a edades cada vez más tempranas, desde los 10 años, convirtiéndose en su principal vía de educación sexual entre los jóvenes, lo que acarrea problemas a la hora de desarrollar relaciones personales y amorosas pues estas se basan en ficción. Así lo alertó ayer el doctor en Medicina y presidente de la Academia Española de Sexología y Medicina Sexual, José Luis Arrondo, durante la I Jornada Científica de la Asociación de Especialistas en Sexología que acogió ayer el Centro de Congresos de Elche. El especialista alertó de que es labor de los padres educar también en cuanto a la sexualidad de los jóvenes se refiere.

Arrondo puso sobre la mesa las luces y sombras de la sexualidad del siglo XXI, que nada tiene que ver con la de hace tan solo 30 años. La sociedad ha sufrido una gran transformación desde entonces y, según sus palabras, el rol del hombre es «el que más ha cambiado». La actitud de dominación sobre la mujer se traslada también a la sexualidad, donde esta ha abandonado el papel de sumisión y cada vez más tiene un papel mucho más activo en las relaciones sexuales.

«Antes era el hombre quien decidía cuándo y cómo. Estaba mal visto si una mujer tenía ganas de sexo o lo pedía. Hemos roto ese tabú y las relaciones se basan en la igualdad. Ellas también toman la iniciativa, la buscan» señala. También se han roto muchos prejuicios en cuando a los tipos de parejas, pues hace 30 años el concepto de normalidad pasaba por la pareja heterosexual.

Esas son las luces, pero en cuanto a las sombras hay mucho donde indagar. El ritmo de vida actual, el estrés, el exceso de ocio a través del móvil y otros factores sociales ha hecho que las parejas mantengan cada vez menos relaciones, pasen menos tiempo juntas e incluso que se pierda el apetito sexual o que el poco tiempo libre que tienen lo dediquen a otros asuntos que consideran más prioritarios.

Nuevas tecnologías

La individualización y aislamiento social que favorecen también las nuevas tecnologías, en detrimento de las relaciones personales, está detrás también de esa disminución de la actividad sexual entre los jóvenes.

La consecuencia es que se están perdiendo también las relaciones personales, el vínculo emocional y la afectividad entre parejas, «por esa falta de disfrute», concluye el especialista.

Para abordar cómo son esas relaciones y los problemas no solo sociales sino también a nivel de salud el congreso incluyo mesas redondas sobre la sexualidad, la divulgación que hacen los medios de esta, o cómo abordar la educación sexual entre «milenials». También hubo espacio, a manos de sexólogos, para tratar problemas relaciones con trastornos de deseo sexual, orgasmos o los problemas sexuales desde una perspectiva psicológica. Un encuentro que reunió a casi 200 personas y que aspira a convertir a la ciudad en un lugar de referencia en educación en sexología.

Tinder: «Hemos pasado del amor romántico al de usar y tirar»

«Entre el amor romántico y el amor líquido: amar en tiempos de Tinder». Bajo este sugerente título se desarrolló otra de las ponencias del primer congreso de sexología celebrado ayer en la ciudad, y que evidenció cómo la sociedad ha pasado de tener un concepto de amor romántico inspirado en el sufrimiento, los celos y los cuentos de Disney a un amor efímero, de usar y tirar, fomentado por las nuevas aplicaciones móviles de ligoteo donde lo que abunda es el sexo y no el fomento de las relaciones personales. Así lo explicó ayer el psicólogo y sexólogo César Martínez. El auge de este tipo de aplicaciones han hecho cambiar el concepto del amor, ya que «se construyen relaciones casi de usar y tirar. Tinder en un catálogo donde ves maniquíes y eliges cuál te gusta». El problema es que en la mayoría de ocasiones tan solo se dan encuentros esporádicos tras una conversación virtual y «nada más salir, ya estás buscando en la aplicación la siguiente» relación efímera. Así, es mucho más difícil «encontrar ese amor, entendido como una conexión entre dos personas que son felices juntas, rompiendo mitos de la media naranja que te complementa y ese amor más medieval. Pese a romper con eso, hace falta hacerlo a fuego lento»