En víspera de la Semana Santa, la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Elche bajo la dirección del director titular Mihnea Ignat, con la colaboración de la Coral Crevillentina, el Orfeón Voces Crevillentinas y un cuarteto de solistas, presentó una de las obras más emblemáticas de la literatura sacra, la famosa misa "Réquiem" de W. A. Mozart, que atrae por su expresión más profunda del dolor de un hombre que lamentablemente no pudo terminar su partitura.

Generalmente se opina que la obra fue completada por F. X. Süssmayr, aunque otras averiguaciones consideran que en la partitura de Réquiem intervinieron tres personas más. Sea cómo sea, la obra de Mozart ocupa un lugar principal en la literatura sacra clásica por su increíble belleza y profundidad de expresión. La popularidad de Réquiem es un reto para los realizadores y requiere una máxima dedicación y respeto.

Las Coral Crevillentina ha cumplido su papel principal forma magistral. Durante todas las intervenciones brindaron impecable y empastado equilibrio sonoro, una afinación ejemplar, pronunciación selectiva y en general muy cuidada preparación en todos los aspectos. La articulación fue sorprendente ya al principio. "Introitus" ha sido interpretado con una bella expresividad y al mismo tiempo muy simple. Gracias a las entradas electrizantes, el "Dies Irae" impresionó con una verdadera ira y agresión. Impresionaron los súbitos cambios dinámicos. En realidad, gentileza y turbulencia, reflexión y horror se entrelazaron a lo largo de toda la obra. Fue una actuación de la cual los coristas preparados por la directora Isabel Puig Martínez pueden tener motivo de sumo orgullo.

También cabe destacar la actuación del cuarteto de solistas; Cristina Van Roy Rathe, soprano,Yeraldin León, mezzosoprano, Pablo Martinez Cardenas, tenor y Stefan Ignat, barítono. Los solos de barítono, tenor, mezzo y soprano resultaron especialmente hermosos en el "Tuba Mirum" con un fabuloso solo del trombonista. También la muy acertada actuación del cuarteto tenía lugar en el "Ricordare" y el "Benedictus", donde el cuarteto lució con el máximo esplendor, exponiendo expresividad y una excelente proyección vocal.

La Sinfónica de la Ciudad de Elche y el maestro Mihnea Ignat reunieron destrezas de principio al fin. La sonoridad de la orquesta en todas las secciones había mostrado un nivel insuperable. Ignat enhebró una atmósfera trascendente, consiguiendo concentrar la atención de todos los ejecutores, lo que se tradujo en un ambiente de profundas emociones espirituales, imprescindible para la presentación del "Réquiem", el gran testamento mozartiano.

Las emociones de la noche conmovedora fueron extremadamente intensas, así que no se debieron sorprender los que, durante la interpretación, tuvieron la piel de gallina o un escalofrío emocional. Tal ejecución se convierte en un evento del más alto rango.