«Somos un equipo. Un padre criticando a un profesor es tan absurdo como el aficionado que silba a su propio portero» decía siempre que se le preguntaba sobre su relación con los profesores el gran Carles Capdevila. Y de esta idea surgió El mejor colegio del mundo, un proyecto de Gestionando hijos y Fundación SM que busca propiciar la buena relación entre madres, padres y docentes como garantía del éxito educativo.

De este tema se hablará en el evento del mismo nombre que se celebrará el próximo 25 de mayo en el Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). El encargado de hacerlo será Diego Tellez, Maestro de Educación Primaria y especialista en innovación educativa.

- Muchas ocasiones existe una relación tirante entre docentes y padres. ¿Tú también tienes esa impresión?

De entrada, no creo que esto sea realmente un problema generalizado. Depende de muchos factores y no debemos crear una alarma social donde no la hay. Obviamente, los docentes tenemos innumerables encuentros con familias de características muy diversas, y es relativamente normal que surjan desencuentros de vez en cuando. Al final, el alumno es nuestra prioridad y deberíamos ser capaces de crear relaciones de confianza y respeto, de las que seguro se van a beneficiar los niños y jóvenes que llenan nuestras aulas.

La tirantez suele surgir cuando no existe una comunicación suficiente como para que todos podamos acompañar con éxito el desarrollo integral del alumno. Cada cual en su rol, familias y docentes son dos pilares fundamentales que equilibran el crecimiento y la educación de los niños. Si alguno falla o se crean grietas, ese equilibrio se resiente y termina repercutiendo en el alumno.

- ¿Hasta qué punto puede perjudicar esta mala relación a los alumnos?

Sin duda, les perjudica. Los niños no son ajenos a lo que ocurre entre los adultos. Al contrario, son especialmente sensibles a los enfrentamientos y discusiones que surgen entre nosotros, especialmente si ellos son el centro de nuestras diferencias.

Al igual que con las familias u otros seres queridos, los niños establecen vínculos de apego con sus maestros. Cuando estos vínculos se ven dañados, repercute en la seguridad y la gestión emocional de los pequeños. Todo este proceso, inevitablemente, influye en su aprendizaje.

- ¿Nos olvidamos los adultos de las necesidades de los niños en todo, y también en la educación?

Me preocupa observar que muchas veces seguimos interpretando la infancia desde los parámetros del adulto, organizándoles «jornadas de trabajo» diario tan extensas como las nuestras. El estrés y la ansiedad están cada vez más presentes en niños y jóvenes. Por lo tanto, es de vital importancia que respetemos las diferentes etapas del desarrollo de los niños.

Por ejemplo, en la etapa de 0 a 6 años, es crucial que los niños exploren, se conozcan, aprendan a relacionarse con los demás y con el entorno, y se les ayude a ganar en independencia y autoestima. Al final de esta etapa, se le ha otorgado mucha importancia a la adquisición del proceso lectoescritor, cuando está demostrado que es necesaria una cierta madurez neurológica para poder afrontar este reto con suficientes garantías.

Por suerte, he conocido (y aprendido de) muchísimas maestras respetuosas con los ritmos de los pequeños, que les ayudan en la adquisición de destrezas psicomotrices y en el desarrollo de la conciencia fonológica. Forzar es un grave error; en cambio, fomentar, estimular y acompañar son clave para poder ir introduciendo, poco a poco, aprendizajes más complejos en función del desarrollo individual de cada niño.

- Como profesor... ¿Cuál sería para ti la fórmula que garantizaría una mejor relación entre madres, padres y docentes?

No soy muy de dar «recetas mágicas»€ En cambio, leer, investigar y aprender de los demás me proporciona cierta tranquilidad a la hora de tomar y justificar mis decisiones.

Puede parecer un tópico, pero lo cierto es que cada centro tiene un entorno y un contexto determinado, del mismo modo que los valores y las creencias de las familias en un mismo centro pueden ser diversas. Creo que el camino correcto debe ir por conocer la realidad de los alumnos y las familias con las que trabajamos, para poder ir creando lazos que desemboquen en una verdadera comunidad educativa.

Personalmente, desde la profesionalidad que se nos presupone, suelo huir de posicionamientos absolutos y busco establecer relaciones que se sustenten en la confianza y el respeto. Trato de hablar con franqueza en base a mi experiencia y a razonamientos pedagógicos, estableciendo planes de actuación en los que el beneficiado siempre sea el alumno.

- ¿Hasta qué punto esta mala relación se debe a la perdida de prestigio que ha sufrido la profesión de maestro?

No me gusta buscar culpables, creo que es un ejercicio inútil en tanto en cuanto se centra en el problema y no en buscar soluciones. Es evidente que, a pesar de lo que digan nuestros representantes políticos, la Educación no es una de sus prioridades. Como muestra, me decepcionó profundamente comprobar que en el primer debate electoral a penas se dedicasen 50 segundos a hablar del tema, ¡entre los cuatro candidatos! Por desgracia, es evidente que esta falta real de interés es permeable a todos los estratos de la sociedad.

Por otro lado, y con sinceridad, no considero que las situaciones de mala relación se produzcan por un desprestigio de la profesión de maestro. Como decía anteriormente, estamos hablando de relaciones personales-profesionales, por lo que es necesario analizar cada caso en su contexto y ver qué está en nuestra mano para mejorarlo.

- La confianza, la base de cualquier relación. ¿Crees que no existe esa confianza entre madres, padres y docentes?

Sin duda, junto al respeto, la confianza es la base. Porque así lo he experimentado y comprobado, existen muchos casos en los que la confianza, y por extensión la relación entre familias y docentes, es buena.

Sin embargo, si aceptásemos como premisa que no hay una buena relación familia-escuela, creo que es muy importante considerar el factor «tiempo». Por un lado, es necesaria una conciliación real si queremos que las familias se involucren de verdad en la comunidad educativa. Por otro, es fundamental que se bajen las ratios y se racionalicen los horarios para que los docentes puedan investigar y dedicar mucho más tiempo a atender a todos esos padres y madres con los que trabajar conjuntamente. ¿Qué tipo de relación se puede establecer con dos o tres tutorías al año de unos treinta minutos cada una?

- Los famosos grupos de Whatsapp de padres€ donde se critica a profesores€ ¿Fomentan ese desencuentro? ¿Deberían desaparecer?

Los grupos de Whatsapp no me gustan. ¿Deberían desaparecer? ¿Prohibirlos? Tampoco tiene mucho sentido puesto que está plenamente instaurado en diversos ámbitos de nuestro día a día.

Del mismo modo, en la actualidad existen muchísimos medios con los que los centros educativos y los docentes pueden abrir canales de comunicación con las familias. Cuanto más fluida y constante se esa comunicación, menos necesidad tendrán los padres de tratar de conseguir información por otros canales que no sean tan directos.