«El cuerpo de los bebés es muy frágil, son intolerantes a viajar en el sentido de la marcha, ante cualquier frenado, su cabeza tiende a ir hacia adelante y, a esas edades, aumentan las lesiones». Así explicó ayer Cristina Barroso, la principal impulsora de un movimiento que cada vez gana más adeptos para cambiar radicalmente la forma en que los niños pequeños viajan en automóvil . Barroso dio una charla en el Hospital del Vinalopó, dirigida a madres, padres y profesionales sanitarios, dentro del programa que el centro posee para el antes, durante y después del embarazo, con el fin de difundir las ventajas de estas silletas y los inconvenientes que tienen las tradicionales que van en el sentido de la marcha.

Barroso asegura que no ha inventado nada. «Hasta el año 93 en todas las publicaciones de la DGT se recomendaban este tipo de silletas. Cuando empresas como RACE, RAC o la OCU comenzaron a publicar ránkings de sillitas, puntuaron mejor otras y la tendencia comenzó a cambiar», segura. Sin embargo, «en países como Suecia llevan más de 30 años utilizando este sistema, que ha demostrado su seguridad», añade. El sistema de viaje a contramarcha basa su razón de ser en que al frenar, el coche se detiene pero el que viaja en él no, provocando que el cuerpo vaya hacia adelante, especialmente la cabeza. Eso, en el cuerpo de un bebé supone el 20% de su peso, lo que «puede provocar lesiones fatales», asegura Barroso, que lleva más de diez años difundiendo las bondades de este sistema, que deberían adoptar «todos los niños pequeños hasta que quepan en estas sillas».Barroso considera que, en los últimos años, «se ha antepuesto el marketing a la seguridad».