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El alcalde baraja trasladar el Ayuntamiento a San Fermín

Carlos González planteará a la Conselleria de Sanidad la cesión del edificio y ubicar el actual centro de salud en la Casa de los Maestros

El alcalde baraja trasladar el Ayuntamiento a San Fermín

El alcalde de Elche, Carlos González, ha solicitado informes a los técnicos municipales para estudiar la viabilidad de trasladar las dependencias que conforman el Ayuntamiento al centro de salud de San Fermín, que tendría que ser objeto de una reforma en profundidad para convertirse en el corazón de la actividad administrativa municipal. Las posibilidades que ofrecen el enorme inmueble supondría, por un lado, acabar con la dispersión de oficinas y departamentos repartidos por toda la zona centro; y, por el otro, acercar los servicios públicos a los ciudadanos de dos de los barrios más populosos, como son Carrús y Corazón de Jesús. Estos son dos de los argumentos para sopesar un proyecto que, a priori, podría parecer una utopía por su elevado coste y por las reacciones en contra que levantaría, pero que se está ya barajando.

El Ayuntamiento de Elche tendría que resolver qué hacer con el actual centro de salud que está ubicado en las dependencias y llegar a un acuerdo de futuro con la Conselleria de Sanidad. Los técnicos consideran viable su traslado a las Casas de los Maestros, en la calle Reina Victoria, frente al colegio de La Asunción, y a una distancia de 500 metros de la actual ubicación. Dicho inmueble todavía tiene a varias familias viviendo, aunque se considera que eso sería un asunto que se resolvería sin mucho problema.

El proyecto nace después de que la Conselleria de Sanidad haya solicitado informes para saber qué le costaría la reforma del inmueble que, con seis décadas a sus espaldas, necesita una remodelación en profundidad. El hecho de que probablemente la fachada del edificio, por su singularidad, tendría que conservarse, subiría y mucho el coste de los trabajos que podrían superar los cinco millones de euros. De hecho, esta cifra ya está en la mesa de la consellera Ana Barceló y no se contempla en los tres años y medio que quedan de mandato del gobierno del Botánico porque ya hay comprometidas otras cantidades para Elche, principalmente, para el Hospital General que está siendo objeto de una profunda remodelación por fases.

El proyecto que estudia el alcalde resolvería el problema que tiene ante la mesa la Conselleria de Sanidad, dándole un nuevo uso al edificio más emblemático junto a la avenida de la Libertad (aunque a él se accede por la calle Jorge Juan), y ubicado a poco más de 200 metros del solar en el cual Carlos González pretende ubicar el nuevo centro de congresos, pese al rechazo que ello ha generado en toda la oposición.

Actividad institucional

El desplazamiento del Ayuntamiento de Elche a San Fermín no sería completo pues la actual Casa Consistorial seguiría utilizándose para actos institucionales. Igualmente se mantendría la Alcaldía y algunos otros departamentos en la Plaça de Baix. Igualmente, servicios de información al ciudadano o de Registro se mantendrían pero, en cualquier caso, una pequeña parte de volumen de trabajadores y de administración que se gestiona en estos momentos.

Un enorme inmueble de cinco plantas y sótano

La inauguración en la década de los años 60 sirvió para centralizar todos los servicios sanitarios de la ciudad

Entrar en el «Ambulatorio», como popularmente se conoce en Elche -de hecho, se inauguró con el pomposo nombre de «Ambulatorio y dispensario de accidentes de trabajo de San Fermín»- es como volver al pasado de la ciudad para miles de ilicitanos. El inmueble se concibió para atender de forma centralizada todos los servicios sanitarios a través de sus largos pasillos donde centenares de ciudadanos aguardaban la visita con el médico cada día tanto por las mañanas, principalmente, como por las tardes. Eran zonas de espera con poca intimidad, largas filas de sillas y butacones y despachos enormes y fríos donde los facultativos estaban acompañados de una enfermera que se encargaba de completar las recetas o de colocar los cuños mientras el galeno atendía al paciente.

Era una época de madrugada para recoger los números de cita en ventanilla porque no había otro sistema de conseguir la visita y de una febril actividad a todas horas. Un funcionario, con decenas de pequeños tacos en los que figuraba el nombre del doctor y un número entregaba a cada usuario su orden de atención (sin horario alguno) tras comprobar la cartilla, de plástico, donde aparecían los nombres de los miembros de la unidad familiar que podían recibir asistencia. Dos ascensores, uno de ellos habilitado para camillas, que siempre iban atestados y un sótano donde se realizaban las pruebas radiológicas (y se siguen haciendo), eran los elementos más significativos de un inmueble sobrio en dos volúmenes que impactan y curvo, pero a la vez moderno para lo que eran aquellos tiempos, de cinco alturas y sótano, que se comunicaba a través de una escalera central con pasamanos de madera y cuyos escalones estaban machacados, prácticamente lisos, por el paso de miles de personas a diario. Buena parte de aquel pasado se mantiene en un inmueble que tras la apertura del centro de especialidades del Hospital General tiene más de 2.200 metros cuadrados disponibles.

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