En estos días de tensión e incertidumbre, el relato se hace más crudo cuando en la crisis del coronavirus se pasa del hastío del confinamiento y los memes que saltan de móvil a móvil al ataque directo a un ser querido. Esta situación está afectando a muchas familias de la provincia y, alguna de ellas, como la protagonista de esta historia, ha querido compartir la traumática experiencia, en la que al hecho de no poder despedirse de una madre se suman las dudas en torno a cómo se podrá realizar el entierro.
En la mañana del pasado jueves, Día del Padre, José Luis y sus cinco hermanos recibieron la llamada de la residencia en la que estaba ingresada su madre. Les dijeron que se había levantado mal por un problema en la barriga y que se quedaría en cama. Un poco más tarde, sobre las 16 horas, el teléfono volvió a sonar para comunicar que la mujer sería trasladada al Hospital del Vinalopó, en el que sus hijos no la podrían visitar por el protocolo que se ha establecido en torno al coronavirus.
Tan solo uno de los hijos de la mujer se acercó al centro hospitalario, donde, a lo lejos, pudo ver a su madre conectada a un respirador. Antes de abandonar el hospital el personal sanitario le advirtió de la gravedad de la situación. No hubo que esperar mucho más para conocer el fatídico desenlace, comunicado a través de una llamada al móvil apenas 20 minutos después de la visita. Tras el primer duro golpe, comenzaba la segunda parte de esta historia, marcada por la incertidumbre.
En primer lugar, a los hijos de la mujer fallecida les dijeron que su madre tendría que ser sometida al test del coronavirus, algo que finalmente no se va a hacer por la falta de medios, por lo que la mujer será enterrada en Elche hoy, cinco días después de su muerte, sin que se sepa si estaba afectada o no por el Covid-19. "Tuvimos que esperar hasta el domingo por la mañana y, finalmente, desde el hospital nos dijeron que la Conselleria de Sanidad había autorizado el entierro", relata José Luis.
Ese fue el punto de partida para empezar los trámites, con los restos mortales de la fallecida en l'Aljub. "Desde el tanatorio nos informaron, de manera extraoficial, de que tenían apuntado en un pósit verde que el cuerpo estaba pendiente de la prueba pero tenían la certeza de que no se iba a realizar, porque los recursos se destinaban a los vivos. Así que enterraremos a mi madre sin saber si tenía coronavirus y sin hablar con los médicos. Tampoco nos han informado sobre si en la residencia en la que estaban se han producido más casos, si había un brote", añade el ilicitano.
La permanencia de los restos mortales en la morgue sin poder recibir visita y la falta de datos a los que agarrarse han hecho que la situación sea más dolorosa para esta familia de Elche, que vio por última vez a la mujer el pasado 9 de febrero. Si no hay cambios de última hora, hoy tendrá lugar un entierro en el que tampoco habrá visitas al tanatorio ni misa ni ningún tipo de oficio religioso."Solo podemos acompañar a mi madre al cementerio desde el coche, un máximo de diez personas", explica José Luis.
Así que tan solo acudirán los hijos y poco más, ya que la mujer fallecida el pasado jueves tenía seis hijos y doce nietos. "Ya haremos la misa dentro de tres meses, o cuando se pueda, entendemos que la situación ha desbordado a todo el mundo", asumía ayer con resignación el ilicitano mientras se veía obligado a elegir con la funeraria el ataúd y las flores de su madre a través de WhatsApp. Este es el punto final para cinco días de incertidumbre que concluyen sin que se haya hecho el test del coronavirus.
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