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Vacaciones con una paz incierta

Cooperantes de la provincia envían alimentos y mascarillas al pueblo saharaui para compensar que los niños refugiados no puedan venir

Vacaciones con una paz incierta

Las ilusiones de regresar a su segunda casa se han truncado por la pandemia y los cálidos abrazos tendrán que esperar. Cerca de un centenar de niños saharauis que iban a viajar este verano a la provincia de Alicante dentro del programa «Vacaciones en Paz» no han podido hacerlo por la crisis sanitaria del covid-19. Para paliar las duras condiciones que viven las familias en pleno desierto, el reconocido programa se ha tenido que transformar ante esta situación para que parte de la ayuda que se destina al pueblo saharaui no se termine perdiendo.

En el caso de Elche, ciudad dela provincia a la que cada temporada estival más niños saharauis suelen llegar, el Ayuntamiento ha modificado el convenio de 15.000 euros con los que se venían sufragando los viajes de los menores desde hace más de 25 años, y en su lugar va a costear un envío de alimentos y materiales como geles hidroalcohólicos y más de un millar de mascarillas, según explica la edil de Cooperación, Mariola Galiana. Aún y así, todavía están esperando que se abran las fronteras y pueda salir del Puerto de Alicante un cargamento con esta ayuda humanitaria y la de otras instituciones y asociaciones que apoyan la causa, aunque al campamento ya han llegado ciertos materiales de protección de otras entidades. Sin embargo, la ayuda es incierta y está abierta a diferentes campañas ya que no todas las entidades vinculadas al programa cooperarán de la misma forma, e incluso habrá quienes este año no incluyan la ayuda en el presupuesto, o la mermen.

Desde Elche también han contactado con una empresa de saharauis de venta online para que a través de la web se puedan comprar productos en comercios locales «para que la ayuda sea doble, porque es interesante que el dinero se quede allí porque repercute en la economía local y es un apoyo para que poco a poco puedan ser más independientes», asevera Galiana. Aún y así, esta última iniciativa todavía no se ha puesto en marcha porque también hay dificultades administrativas derivadas de la crisis sanitaria, apunta Ángela Carrillo, presidenta de la asociación de Ayuda al Sáhara Occidental de Elche y representante de la coordinadora provincial de asociaciones solidarias con el Pueblo Saharaui, que está en continuo contacto con la Administración local.

En abril, la Comisión Nacional Saharaui tomó la determinación de suspender este programa por la emergencia sanitaria y para prevenir el riesgo de contagio entre menores refugiados, evitando así un foco de transmisión de la enfermedad en el campamento de Tinduf a la vuelta. Carrillo señala que se están poniendo en marcha diferentes alternativas para que las familias sientan un respiro en el campamento.

Se ha intentando, por ejemplo, que las revisiones médicas que se hacían cuando llegaban a España también las tengan en el campamento, pero de la mano de sanitarios locales. Para endulzar el verano también se están realizando actividades educativas como manualidades o cuenta cuentos, y se está potenciando la lectura.

Momentos duros

La cooperante ilicitana señala que estos momentos están resultando duros para los menores y para las familias que los acogen cuando emprenden el viaje a otro clima y otra cultura. Ella misma es madre acogedora y este hubiese sido el cuarto año en el que podría haber disfrutado de Mahmud. «Es más triste porque era incluso su último año, tiene 13. Mantenemos el contacto y no ha perdido la esperanza de que antes o después va a volver». Como anécdota, Carrillo recuerda que el joven es fanático del Real Madrid y tenían fijado visitar la capital para ver un partido hasta que la pandemia lo cambió todo. Ahora les tocará esperar para el reencuentro.

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