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El turismo más local

Lo que los ilicitanos no saben de Elche

Acueducto donde antiguamente lavaban las mujeres ilicitanas que hoy sigue transportando agua tal y como lo hacía en el siglo XVIII, su época de mayor esplendor. V. Roche

Llego al lugar tan puntual como el reloj que siempre llevo a la izquierda. El sol muestra su fuerza. Ese día no iba a dar tregua. Son las 11 y media de la mañana y ni rastro de sombra. ¿Dónde me he metido? Tras esta lucha interna entro en la caseta de la Oficina de Turismo para coger la entrada que había reservado para mi primera visita guiada por el centro de Elche, la ciudad donde nací. La oficina está en obras y en su lugar han puesto una móvil que parece que esté ahí en el paseo como algo que no tiene importancia, como cualquier otra obra.

Al recogerla me acerco a la que iba a ser mi guía durante una hora y media. Se llama Ainhoa y me cuenta que es la primera ruta que hace este año tras toda la paralización ocurrida en el sector por la pandemia. Así, entre sus ganas de trabajar y mis ganas de disfrutar del verano estamos esperando las dos a los turistas que nos iban a acompañar en la ruta. La pregunta que se me viene a la mente constantemente era: ¿esto lo solicita alguien? Para mi sorpresa, de un momento a otro, llegan dos familias tan sincronizadas que parecía que venían juntas, una procedente de Valencia y otra de Tarragona.

Procedimos a presentarnos y en los ojos de ellos veo cómo piensan: «esta mujer qué hace sola visitando su propia ciudad». Yo también hubiera compartido ese pensamiento con ellos si estuviera en su lugar, pero por el contrario decido ponerme las gafas de turista y disfrutar del recorrido.

Así, nos adentramos en el Parque Municipal de Elche al paso de Ainhoa, quien nos cuenta que en la ciudad hay casi tantas palmeras como habitantes. Antes de nada, para ponerse ella misma en contexto pregunta a los visitantes qué es lo que conocen de Elche. Todos al unísono responden que la Dama de Elche. Gracias reina mora por hacernos tan famosos. Ni rastro del Misteri, ni de nuestro Palmeral. Pero esto no se quedó aquí. Muchos coinciden en que pensaban que la ciudad era un «pequeño pueblo» de Alicante, y que no esperaban «tanta gente» en sus calles. Piensen que estamos en agosto, con 35 grados, y esto me descoloca bastante porque yo veo Elche vacía. ¿Qué concepto tenían de nosotros?

Continuamos la visita por todo el parque, donde Ainhoa nos muestra las palmeras más representativas de la zona y el acueducto que todavía se conserva en honor a las mujeres ilicitanas. No me pregunten por qué comienzo a hacer fotos y a cambiar la visión que tengo de mi propio pueblo. Aquí es cuando me doy cuenta de la cantidad de parecidos que tiene la ciudad con Granada y Córdoba, por ejemplo, lugares en los que fui como turista y de lo que jamás me había fijado. ¡Qué delito tengo!

A medida que avanzamos, vemos atrás la zona llena de palmeras y sus sombras y nos situamos en el puente del Ferrocarril, para tener una panorámica del Molí Real y la Acequia Mayor que están vigilando el río Vinalopó, y aquí la guía nos cuenta que la procedencia de estos dos monumentos es islámica, y que hasta el siglo XVIII funcionaban perfectamente.

Dejamos el sol en el puente y volvemos a adentrarnos en el Parque Municipal en busca del dragón escondido que hay por las palmeras. Resulta que por la ciudad hay varios ejemplares ocultos. Los turistas coinciden entre ellos en lo particular del parque lleno de patos y todas sus variedades. Aquí ellos aprovechan para hacer fotografías de las aves, y yo, mientras, hablo con Ainhoa sobre su trayectoria. Me cuenta que estudió Turismo en la UA y lleva dos años siendo guía en la ciudad donde la vio nacer.

Después de la sesión fotográfica, continuamos la ruta, con Ainhoa en la cabeza del grupo donde me cuenta que la mayoría de las reservas que tienen son de grupos nacionales y que las previsiones que se esperan son muy bajas por la cancelación de las fiestas ilicitanas, algo que atraía muchas visitas. Así, entramos en la basílica de Santa María, donde nos sentamos para que la guía nos cuente que aquí se realiza el Misteri d'Elx, algo que a ninguno le sonaba ni de cerca. Esto cambiaría en segundos, los que tarda Ainhoa en sacar su tablet para mostrarnos una parte de la celebración. Entre los turistas, hay una mujer, Patricia, que se emociona al oír el órgano sonar en la Coronación de la Virgen.

Debo reconocer que a mí me faltó muy poco para acompañarla, pero en esos momentos me subió por las mejillas el orgullo ilicitano. Tras este parón, nos adentramos en la Corredora, el corazón de la ciudad. Ahí, Ainhoa nos presenta a Calendura y Calendureta, dos guardianes de la ciudad que tocan las horas y cuartos desde 1752, cuando ellos justamente tocan la una en punto.

Entre risas por la estampa que acabamos de vivir procedemos a continuar por la trasera de la Corredora, que ahora está poniéndose guapa para que todos los ilicitanos, y los que vienen a verla, puedan pasear con tranquilidad por ella, para llegar así llegar al final del tour: la Glorieta de Elche. Ahí nos espera nuestra última visita, la Dama de Elche, la más conocida entre los turistas. La guía nos cuenta la cantidad de leyendas que hay, y habrá, sobre su origen. Entre ellas la que más me llama la atención es la de que muchos decían que era un hombre por su cuadriculado rostro.

Todo finaliza cuando la guía turística comenta al grupo que «Elche estará encantada de volver a vernos», cosa que a mí me hace gracia porque estará aburrida de mí, y que «ha sido un placer acompañarles en esta aventura». Ainhoa me dedica unas palabras de agradecimiento por haberla ayudado a dar a conocer Elche. Yo, sin saberlo, también he aportado mi granito en este paseo por la ciudad.

Terminado todo, cruzo la ciudad que me ha visto crecer, y a la que yo también he visto crecer, en el que es el paseo más raro que he dado en mi vida. La razón es porque nunca volveré a mirar con los mismo ojos a la ciudad de las palmeras y tres Patrimonios.

Todos los días hay visitas guiadas para ver la ciudad

Todos los días hay visitas guiadas para ver la ciudad La Oficina de Turismo de Elche ofrece rutas turísticas para conocer el centro de la ciudad, que se deben solicitar telefónicamente. El horario de verano de este servicio es de lunes a domingo, con dos pases, uno a las 11.30 y otro a las 17 horas. Las visitas tienen una duración de una hora y media y se pueden realizar en español, valenciano e inglés. La tarifa general es de cinco euros, los menores de seis años pueden realizar el tour gratis, y la reducida son tres euros si eres estudiante, mayor de 65 años o formas grupo.

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