Mujeres explotadas en clubs, aumentando su deuda con el proxeneta, otras en la calle, donde el menor de sus peligros es la exposición al contagio por coronavirus. No son «nadie» porque muchas de ellas no tienen ni el documento nacional de identificación. A esto se le suma la pobreza que les ha traído el covid, no teniendo ni un duro para comer. Cruz Roja lleva más de 12 años con su proyecto de calle asistiendo a las mujeres prostituidas en la ciudad, ganandose la confianza de estas mujeres escuchándolas, respetándolas y entendiéndolas.

El objetivo que persigue Cruz Roja no es sacarlas de la calle, pero sí amortiguar su situación y ofrecerles asesesoramiento para intentar normalizar sus vidas. En este proyecto participan María José Amorós, psicóloga, y Laura Cutillas, trabajadora social, quienes conocen de cerca la realidad del día a día de estas mujeres.

Desde que comenzó la crisis sanitaria en la que estamos, Cruz Roja asiste enla provincia a un total de 200 mujeres prostituidas, 75 en Alicante y 50 en Elche, proporcionándoles mascarillas, preservativos, e incluso comida, ya que muchas de ellas se encuentran en una situación en la que no tienen ingresos para poder comer. «Se encuentran sin derecho a paro, sin ningún tipo de ayudas sociales y a muchas de ellas le estamos ayundando hasta a hacerse el DNI, porque no saben», añade Javier Pavo, responsable de Cruz Roja en Elche.

«No podemos salir a la calle a decirles 'déjate la prostitución' porque aquí entras a juzgarlas y sólo lograrías que se alejen de ti», explica María José Amorós, psicóloga de Cruz Roja. «Nosotras vamos a comprender, a escuchar lo que necesitan para que se sientan mejor, porque este es un trabajo de largo recorrido. Hay una parte importante de soledad. Para ellas, solo hablar con nosotras les hace mucho», añade.

Así, rascan la superfície de estas vidas para ver la situación en la que está cada una de ellas; manipuladas, solas en un país que no conocen, tratadas con violencia y con el proxeneta detrás haciendo que su día a día sea se base en obtener ingresos para saldar su deuda.

Siempre ponemos el foco en la mujer, cuestionando porqué está ahí, cuestionando también si lo hace por vicio o por necesidad, pero muy pocas veces ponemos el foco en el proxeneta y en el cliente, actores con un papel tan importante en este negocio como el de la mujer prostituida. «El proxeneta no es un extraterrestre, esta en casa y se llama marido», indica la psicóloga.

Es por ello, que desde la asociación insisten en un cambio en la legislación vigente para aprobar una ordenanza que persiga al proxeneta, y no a la mujer.