Elche duplica en los últimos meses el número de familias que acuden por primera vez a los Servicios Sociales municipales para cubrir sus necesidades básicas. La crisis sanitaria del covid-19 ha generado una brecha en la ciudad al dejar sin sustento a muchas personas que ya antes de la pandemia tenían pocos recursos y ahora se ha visto agravada su situación por la inestabilidad laboral, en muchos casos por estar abocadas a la economía sumergida, tras la pérdida de actividad de muchas empresas que deja en Elche más de 27.600 parados, una cifra similar a la de 2015.

En septiembre el Ayuntamiento concedió 1.618 prestaciones económicas individuales para cubrir gastos en suministro, alimentación o incluso necesidades extraordinarias como, por ejemplo, arreglar un calentador de agua. Esta cifra supone casi el doble de la media aproximada de solicitantes que en el ejercicio de 2019 recurrieron a una de estas ayudas de emergencia social. Es más, sólo desde marzo a septiembre se han entregado más ayudas sociales (12.231) que durante todo el año pasado (11.730) hasta el punto de que se ha sobrepasado en 1,3 millones de euros el presupuesto municipal previsto para emergencia social. Según Mariano Valera, edil de Bienestar Social, ha cambiado mucho el perfil de estos solicitantes, ya que «de atender a las personas crónicas e interviniendo con ellas para salir de esa dependencia ahora se ha ampliado la atención a unidades familiares que vivían al día por trabajos esporádicos y nunca habían acudido a nosotros».

Podría ser el caso de María Dolores Ruiz, ilicitana de 75 años. A pesar de su edad estaba realizando un trabajo por horas en el mundo textil para poder llegar a final de mes pero el confinamiento recrudeció su situación y ahora tiene que pedir ayuda, al menos, para tener un bono de la luz que le garantice un suministro básico. Según Valera, en la última comisión antes del estado de alarma unas seiscientas familias eran crónicas, es decir, que recurrían por más de un mes y durante un tiempo prolongado a estas prestaciones municipales. Sin embargo, en los últimos ocho meses la ayuda no ha bajado de los 840 usuarios atendidos, con picos en mayo y junio en los que se prestó apoyo económico a 2.264 y 3.887 personas respectivamente. De igual forma, desde el Consistorio señalan que la situación se aliviará ya que hay familias que están esperando cobrar un subsidio, un ERTE o incluso esperan a la resolución del Ingreso Vital Mínimo o la Renta Valenciana.

En cuanto al perfil de los usuarios que han recibido una prestación municipal en el último año, cerca de un 60% tienen la nacionalidad española mientras que un 30% se trata de población migrante y un 12% pertenece a una minoría étnica. En cuanto a la situación individual, un 9% son familias monoparentales y un 26% viven solas o se encuentran en una situación crítica de exclusión social que están tan al límite que ni pueden pagar la hipoteca, ya que también se ha notado un repunte de llamadas a la Oficina de Vivienda pidiendo ayuda para evitar el desahucio.

Comedores

Otro índice que alerta de la emergencia social a nivel local es la atención en los comedores sociales municipales, que también ha ido en forma ascendente desde que se decretó el estado de alarma. Mientras que en 2019 pasaron entre 1.800 y 2.800 personas mensualmente por estas instalaciones, durante 2020 se han dado picos que superan las 3.700 que han recibido alimento, y el número sigue acrecentándose desde junio, según cálculos del comedor de Los Palmerales. En Al-Tafuik la realidad es similar, según la estimación municipal.

De igual forma, se han derivado a 969 familias a recoger lotes de alimentación a las diferentes entidades agrupadas en el plan europeo FEAD, entre las que se incluyen Cáritas o Cruz Roja.

Por otra parte, el trabajo más duro que se está haciendo es el de poder hacer un seguimiento de casa caso para no caer en el asistencialismo si no en que la administración sirva para que las personas que están en una situación vulnerable puedan seguir un itinerario que les lleve a la inserción socio laboral «porque no podemos convertirnos sólo en tramitadores de recursos». Desde Cruz Roja también están reforzando esta labor ya que el número de familias que llaman a la puerta cada día está aumentado a unas veinte. «El perfil ha cambiado y todo el mundo es perceptible de pedir ayuda y nos preocupa la situación. No hemos vuelto a la punta de atenciones del estado de alarma. La cosa ha mejorado algo pero se han quedado enganchadas muchas familias que no han conseguido remontar en este tiempo y disponemos de recursos amplios pero no ilimitados. Con la pandemia fuimos improvisando más pero ahora preparamos la situación a un mes vista», según apunta Javier Pavo, director de la Asamblea Local de Cruz Roja en Elche, en referencia a la situación de inestabilidad que vive el país por esta segunda ola de covid-19, por lo que están realizando la nueva fase del programa Recupera para que puedan orientar, organizar formaciones y que esas personas que necesitan ayuda puedan hacer prácticas y encajar en según qué perfiles profesionales.

Desde Cáritas Interparroquial de Elche apuntan que se ha podido multiplicar por diez la ayuda a hogares en los últimos meses porque muchos ilicitanos se encontraron sin protección «y si no tan dramática la situación, sigue siendo muy parecida al pico de la pandemia porque están un poco más precarias las economías familiares».

Sin techo e invisibles para la sociedad

La situación para las personas sin techo en Elche sigue siendo crítica. Unas 250 personas sin hogar pudieron estar cobijadas en el albergue que se instaló en El Toscar hasta la desescalada. Con esta vuelta a la «normalidad» una parte retornó a su municipio de origen mientras que la mayoría de los que ya vivían en Elche siguen haciendo vida en las calles con el seguimiento de entidades como Cruz Roja o Cáritas en coordinación con el Ayuntamiento. Algunas de estas personas disponen de alternativas habitacionales y la menor parte han mejorado su situación e incluso han encontrado trabajo.