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José Antonio Valero: «Lo que más preocupa ahora en Elche es el trabajo y las familias que se están rompiendo a la ligera»

Párroco de Desamparados y vicario episcopal en el Baix Vinalopó. La pasada semana se cumplieron 30 años de la llegada de José Antonio Valero a Elche. Sacerdote, vicario episcopal y miembro de la junta rectora del Misteri, sus tres décadas en la ciudad y sus encuentros en la parroquia le permiten ofrecer una radiografía de la actualidad.

El sacerdote José Antonio Valero, en una imagen tomada en la parroquia de Desamparados, celebra 30 años desde su llegada a Elche.

¿Qué supone para usted llevar tres décadas en Elche?

Nunca pensé que estaría tanto tiempo en Elche. Llegué a la parroquia de San José para desmembrarla en dos. Había que buscar solar, construir, encontrar financiación… Lo más importante fue hacer la familia parroquial y eso llevó años. Mantengo la misma ilusión que el primer día porque la gente sigue enganchada y me siento feliz. Eso hace que no te adocenes, que no quieras conformarte con lo que tienes. En la Iglesia tenemos que arriesgar, innovar y apostar por nuevos proyectos.

¿Cómo se ve la pandemia desde el punto de vista de la fe?

La Iglesia se está reinventando, al igual que el resto de la sociedad. La pandemia nos ha mostrado que tenemos que utilizar los medios audiovisuales e informáticos y las posibilidades del teletrabajo. El papa Francisco ya ha dicho que el coronavirus no nos va a parar, por mucho que haya temor. Tenemos que seguir evangelizado, es el sentido de la Iglesia. El mensaje tiene que llegar a la gente y los sacramentos se tienen que recibir en la medida que los templos esté abiertos. Tenemos Facebook y YouTube para emitir misa.

¿En qué nos puede ayudar Dios para superar el virus?

El Evangelio dice: pedid y recibiréis. Paro los cristianos esto tiene mucho sentido. Hay creyentes que sienten la lejanía de Dios. No quiere la pandemia, no quiere que sus hijos sufran ni nos ha mandado esto. Dios nos dará las claves cuando sea el momento oportuno para encontrar la vacuna y los medicamentos, no nos ha abandonado. Respeta la libertad del hombre pero tenemos que seguir pidiendo para encontrar remedios.

¿El miedo y la incertidumbre devuelven gente a las iglesias?

No lo noto, más bien al revés. Mucha gente tiene miedo a salir de casa, en la parroquia tenemos personas que no han vuelto desde el confinamiento. Seguimos en contacto con ellas y, a veces, las visito. También ha habido padres que han llevado a sus hijos a recibir la primera comunión entre semana sin ninguna misa especial ni parafernalias. Hay temor y la gente no viene como antes. No veo gente que haya abrazado una fe que tenía olvidada.

¿Les preocupa el crecimiento de la pobreza que se vive?

Mucho. En todas las parroquias se han triplicado las necesidades que tiene la población. También se ofrecen más voluntarios para trabajar con Cáritas y empresarios que nos están ayudando. En mi parroquia no cogemos dinero en metálico, preferimos que nos lo den es especie. Hay mucha gente que ha perdido el trabajo y cada vez hay más familias que no tienen para comer, con más presencia de las españolas que de las inmigrantes.

Ahora llegan fechas muy especiales como el 1 de noviembre o la Navidad, ¿cómo serán?

Serán diferentes. En los cementerios parroquiales habrá que extremar todas las medidas, algo que es casi imposible porque los nichos están pegados unos a otros. Los sacerdotes no vamos a impartir misa. En Navidad tendremos que rezar y hacer todo lo posible para que esto cambie. La mejor forma de parar la pandemia es la autoprotección. Confío en que la situación sea mejor y podamos juntarnos las familias.

¿Qué salud tiene la Iglesia?

La Iglesia es hija de su tiempo y nadie puede ocultar que la sociedad está cada vez más secularizada. La gente también ha interiorizado más sus creencias, que se venga menos a misa no quiere decir que se haya perdido la fe. Tengo confianza en que el papa Francisco ofrezca una imagen al mundo de madre samaritana, y no de madrastra. Los jóvenes tienen prejuicios cuando nunca han tratado con los sacerdotes. Cuando vienen a pedirnos fecha de boda reflejan una imagen desfasada de nosotros.

Ha citado al papa Francisco en un par de ocasiones...

Arriesga muchísimo. Sus viajes, por ejemplo, siempre han sido a países fronterizos, en los que apenas hay cristianos. Sin embargo, la población le ha seguido porque ofrece un mensaje humano y cercano. La Iglesia debe ir por ahí y me identifico completamente con su postura de respeto hacia lo que cada persona es, vive y siente. Nos ha dado muestras de esto bautizando a hijos de madres solteras o lavando los pies a musulmanes.

Usted también es miembro de la junta rectora del Misteri...

El Misteri goza de buena salud, al margen de la pandemia. Teníamos la esperanza de que hubiera representaciones en noviembre pero no será posible. La situación económica es lo de menos, lo sostienen los ilicitanos. Los cantores se entregan y las representaciones son majestuosas. Cuando entras a formar parte del Misteri, ya no puedes salir. La Festa no se perderá nunca, es la idiosincrasia de Elche.

¿Cómo ve la Iglesia el abuso que hacemos del uso del móvil?

Lo que engancha y hace perder el tiempo es malo. En cambio, si sabes aprovechar la tecnología, es bueno. No hay que caer en sus trampas. No estoy en redes sociales pero me llegan pantallazos de cosas que aparecen por ahí. Me molestan los selfis de sacerdotes que van contando por dónde pasan, no son necesarios. Puede dar lugar a malas interpretaciones y prefiero quedarme con la cara positiva, como las misas o catequesis que se han compartido por WhatsApp durante el confinamiento.

¿Qué preocupaciones le trasladan los ilicitanos ahora?

Lo que más preocupa en Elche actualmente es el trabajo, tener los medios para poder vivir. Cada vez viene más gente a las parroquias a pedir empleo. Otro problema que expresan los ilicitanos es el de las familias que se rompen fácilmente, los matrimonios que se acaban a la ligera.

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