Oficialmente en ruinas. El Ayuntamiento ya ha declarado en este estado dos de los bloques más castigados del barrio de Los Palmerales, como paso previo a la demolición total del edificio en la que la Generalitat y el equipo de gobierno llevan trabajando en el último año y que se ha retrasado por la pandemia.
El informe técnico que enumera los graves daños de las 32 viviendas data del 29 de octubre, según el edil de Bienestar Social, Mariano Valera, y hace referencia a los bloques 21 y 23 de la calle Llimoner. Era el paso que faltaba para poder tirar abajo unos edificios insalubres, propiedad de la Generalitat Valenciana.
Pese a que la demolición debería haberse producido ya (el último plazo que se dio fue mediados de 2020), el equipo de gobierno prevé ahora que se efectúe entre finales de año y el primer trimestre de 2021.
Según Valera, el Ayuntamiento ya ha dado orden a la Policía para vaciar los edificios al declararlos en estado ruinoso después de que Bienestar Social haya gestionado el realojo, a través de un alquiler social, de las familias que estaban al corriente de sus pagos.
Sin embargo, en estos bloques de la calle Llimoner se da la circunstancia de que la mayoría de las 32 casas están ocupadas ilegalmente desde hace décadas y son todavía un «punto caliente» de compra y venta de droga. De ahí que lo previsible es que la Policía vuelva a tener que intervenir para garantizar que estén completamente vacíos los inmuebles cuando entren las máquinas. Una situación parecida se dio hace 20 años cuando se tiraron abajo los últimos bloques del barrio, cuyos residentes, la mayoría okupas, también vivían en condiciones infrahumanas.
Pisos por mil euros
Uno de los males del barrio, lamentan vecinos de Los Palmerales, es además del menudeo que se produce en viviendas muy concretas, la ocupación de pisos. Hay quienes incluso apuntan a que por cantidades irrisorias se están vendiendo casas sin ningún tipo de contrato y de manera totalmente ilegal.
«Un día viene uno tira la puerta abajo de una casa vacía, vive unos meses y cuando se va se la vende a otro por mil euros y así estamos», afirma una vecina que no quiere revelar su nombre por temor a represalias.
Esto y que se destrocen viviendas es lo que más indigna en el barrio. «Han tirado ya muchos edificios porque hay gente que los destroza y no es justo, otros necesitan un techo y no tienen acceso a una vivienda», señala otro vecino. Así, con sentimientos de enfado y resignación aguardan los residentes a una demolición anunciada hace más de un año de la que saben muy poco, señalan desde la asociación de vecinos de Los Palmerales.
El colectivo vecinal, no obstante, también apunta a la falta de papeleras y al cierre del polideportivo, a medio rehabilitar, como otras de las carencias del barrio.
Trabajo social y arreglos
El trabajo social y el desembolso de millones de las administraciones publicas ha sido una constante en Los Palmerales para rehabilitar las viviendas públicas en estos últimos años. El pasado mandato el Consell realizó una intervención en varios bloques del barrio, además de los que van a tirar, en colaboración con el Ayuntamiento, para comprobar las condiciones de las viviendas y si sus ocupantes residían legalmente.
Para regularizar su situación, los vecinos han tenido que reunir una serie de requisitos como presentar sus contratos de alquiler o cumplir las condiciones para acceder a una vivienda de promoción pública, acreditar una situación de vulnerabilidad y el tiempo de ocupación.
El año pasado, la Conselleria de Vivienda invirtió 2,1 millones en seis edificios del barrio, donde se ubican casas. Se centraron en adecuar zaguanes y elementos comunes, reparar cuadros eléctricos con enganches ilegales algunos, renovaron cubiertas, reforzaron estructuras y fachadas y suprimieron humedades.
