Se atribuye a Groucho Marx aquella máxima en la que afirmaba que «La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados». Lo cierto es que yo no añadiría ni una coma a esa definición, pergeñada hace decenios, que responde fielmente a la realidad que podemos constatar hoy en día.

La cuestión es que, por desgracia, son ya muchos y muy graves los problemas reales que nos acechan, sin necesidad de que venga nadie a buscar otros nuevos. Pero los políticos, haciendo gala de su «marxismo-grouchismo», no cejan en su empeño. Ni siquiera el president de la Generalitat escapa a esta deriva. De otro modo no se entendería el discurso que pronunció el pasado martes en el Círculo de Economía de Barcelona, donde dictó una conferencia con el título de «España en el contexto geopolítico de la post-pandemia».

Durante su alocución, el president sugirió la creación de una «alianza catalano-valenciana» para «reinventar España», añadiendo más tarde que esa alianza sería una suerte de «Commonwealth mediterránea para tender hacia una España catalana» y una «España de las Españas». ¿Cómo se han quedado? Porque yo estoy por convertirme también al marxismo (de Groucho insisto) para ver si logro entender algo.

En cualquier caso, como uno ha de reconocer siempre su propia ignorancia, he buscado en internet el concepto de España (por saber qué es lo que hay que reinventar que no se haya inventado ya), el de Commonwealth (aunque por mi formación y ancestros anglosajones tengo cierta idea) y el de «alianza catalano-valenciana» (el más difuso, por decirlo de una forma políticamente correcta).

Según la Wikipedia, fuente no especialmente fiable, pero suficiente a los efectos que nos ocupan, España es «un país transcontinental, miembro de la Unión Europea, constituido en Estado social y democrático de derecho y cuya forma de gobierno es la monarquía parlamentaria. Su territorio, con capital en Madrid, está organizado en diecisiete comunidades autónomas, formadas a su vez por cincuenta provincias; y dos ciudades autónomas». Según esto, España ya está inventada.

La definición de Commonwealth la pueden encontrar en la propia página de ese organismo: “The Commonwealth is a voluntary association of 54 independent and equal countries” (La Commonwealth es una asociación voluntaria de 54 países independientes e iguales). La comparación, por lo tanto, entre dos comunidades autónomas de España y una comunidad de naciones libres e independientes está, como mínimo, mal traída. Aunque los mal pensados dirán que no ha sido un lapsus, sino que el Sr. Puig, al contrario que otros «barones» socialistas, ha optado por la vía del acercamiento al independentismo catalán.

Lo de «alianza catalano-valenciana» en Google sólo remite a la noticia sobre la conferencia del president que ya les he referido. Sumar fuerzas siempre es positivo cuando se persigue un objetivo pero, a lo mejor, los que vivimos en «les terres del sud» acabamos por pensar que, puestos a establecer alianzas, nuestros compañeros ideales serían murcianos y almerienses, con los que igual compartimos intereses más acordes que con los catalanes.

En fin, todas estas boutades no hacen sino confirmar «la insoportable levedad del ser» de muchos políticos, a los que recomiendo, y a ustedes también claro, la lectura de la novela que lleva, precisamente, ese título. La insoportable levedad del ser fue escrita por el checo Milan Kundera, en 1984. Ambientada en la Praga de 1968, trata la historia de amor, celos, sexo y traiciones que unen a dos parejas cuyas vidas se aproximan inexorablemente. Es una lectura fascinante que nos mueve a reflexionar sobre la gravedad de las decisiones que tomamos de forma cotidiana, y que nos afectan a nosotros y a los demás. En el caso de la conferencia de nuestro president de la que hablábamos, debería haber tenido en cuenta una observación del propio Kundera en su novela: «Los amores son como los imperios: cuando desaparece la idea sobre la que han sido construidos, perecen ellos también». Es lo que le puede pasar a España.

Mientras tanto, el Gobierno de esta «España de las Españas», Ximo Puig dixit, está estudiando si debe obedecer la orden del Consejo de Trasparencia al Ministerio de Sanidad de dar a conocer los nombres del comité de expertos que, en teoría, se han encargado de asesorarlo en la toma de decisiones en las cuestiones que tienen que ver con la pandemia que nos asola. Quizás nuestro alcalde, después del «éxito» cosechado con las concesiones de los PGE para Elche, y en su calidad de presidente de la Red de Entidades Locales por la Trasparencia y la Participación Ciudadana, pudiera recomendar acatar esa orden. Claro que, como se ha demostrado en reiteradas ocasiones, la trasparencia del consistorio ilicitano deja tanto que desear como la del Sr. Illa y compañía. Si Groucho Marx levantara la cabeza…