«En el portal de Belén

hay un viejo sin chaqueta

y en este pueblo un alcalde

que no ingresa una peseta».

Semanario El Pueblo de Elche, 24/12/1899

Salvemos la Navidad. Salvemos el pequeño y mediano comercio, el tradicional y el moderno. Salvemos también las pequeñas y medianas tiendas de las grandes superficies, que las hay, con sus autónomos, trabajadores y todo. Salvemos la hostelería, los bares, cafeterías y restaurantes de toda la vida y los de hace poco. Salvemos los mercados municipales, las carnicerías y los colmados de barrio. Y los supermercados e incluso los híper, que también dan trabajo a personal autóctono. Sin olvidarnos de salvar los mercadillos ambulantes y los puestos de castañas asadas y de churros, que son tan comercio tradicional como el que más. Salvemos los productos de proximidad del Camp d’Elx y los de lejanía de todo lo más hasta Almería. Salvemos el turismo; el nacional, el internacional, el extranjero, el urbano, el de campo, el de playa, el gastronómico, el cultural, el ornitológico... Salvémoslos.

Salvemos la Navidad, reunámonos y disfrutemos en tan entrañables fiestas, pero preferiblemente sin reunirnos ni disfrutar. Este año, por suerte, sin el cuñado plasta, pero observando las burbujas: las de convivencia y las del cava. Salvemos al pequeño tamborilero, a los peces del río, la marimorena, el burro y la burra, los partorcillos, el dime niño de quién eres y la noche de paz, con la pandereta, la zambomba y el Feliz Navidad de José Feliciano (la versión de Boney M no es aconsejable porque incita al bailoteo sin distancia social). Salvemos al caganer del belén y al hombre que está haciendo gachas. Salvemos la campaña navideña salvados por la campana. Salvemos el alumbrado festivo, pese a esa chocante combinación de barroquismo lumínico y minimalismo naïf (es lo que quedaba en el almacén, al contratarse tan tarde). Salvemos las ballenas, por supuesto.

Salvemos el belén municipal, confinado en el Hort del Xocolater pero a salvo al fin y al cabo. Salvemos a los Reyes Magos, que aunque se quedan sin cabalgata al menos actuarán varios días en el Hort de Baix (eso sí, con asistencia controlada por cita previa y cartas de los niños por email). SS. MM. de Oriente Próximo y Papá Noel (que ya está por aquí para adelantar faena, por lo que pueda pasar), podrán entrar y salir de la Comunitat gracias al salvoconducto expedido por Ximo Puig al considerarse la suya una actividad esencial. Eso sí, deberán respetar el toque de queda y solo podrán repartir regalos los días 24 y 5 hasta la medianoche. Salvemos lo poco que se pueda de la Venida de la Virgen, que se queda sin romería ni carrera de Francesc Cantó, con lo bien que habría quedado la irrupción al galope del guardacostas en el nuevo adoquinado íbero de la Plaça de Baix (este año no reina precisamente el entusiasmo). Salvemos la salve (salvo salvedades).

Salvem el Mercat, si es que no lo está ya, que no lo sabemos todavía con certidumbre. Salvem El Arsenal frente a la amenaza urbanística para los huertos de Portes Encarnaes, la casa señorial, el alfar íbero y el Lidl de enfrente. Salvem el Palmerar, le demanda el alcalde Carlos González al conseller Marzà, quien replica que anem fent, anem fent y que la nueva ley estará pronto, a más tardar en breve. Salvemos a las familias artesanas de la palma y a los palmereros, incluso los subcontratados. Salvemos los patos del Parque Municipal, los gafarrones, la cerceta pardilla, el panet de figa, la ensalaeta de llissons y el arrop i tallaetes. Salvem les estrenes de Nadal y el putxero amb terongetes, pero para un máximo de seis (la burbuja, la burbuja...)

Salvemos la cultura, a los creadores y compañías locales pero también a las que podamos de fuera (la edil del ramo, Marga Antón está empleándose a fondo, pero las adversidades -recorte presupuestario incluido- son muchas). Salvemos el deporte individual y en grupo distanciado, pero también el sarangollo, el dominó y demás juegos de mesa (pero solo en la burbuja). Salvemos las distancias políticas y sociales para salvar la amistad y la salud, nos vuelve a pedir el alcalde, con más ahínco si cabe a causa de su estancia hospitalaria (no-covid). Salvemos el planeta, la galaxia, el universo y la constante de Planck.

Salvemos a las personas, las empresas, los autónomos, los comercios, las familias numerosas, los agrimensores, los repartidores y algunos más si queda dinero. Salvemos los presupuestos municipales, reclama el JDLO (Jefe de la Oposición, por sus siglas en español), Pablo Ruz, con una bajada de impuestos y las 90 enmiendas del PP (más una o dos de Cs y Vox). Salvemos los carriles bici, dejad que crezcan y se multipliquen de manera sostenible pero persistente, pide la concejal del área móvil, Esther Díez. Salvemos la transparencia municipal sin tener que recurrir al Síndic de Greuges y a los juzgados. Salvemos el Clot de Galvany, el Hondo, el Pantano y les faenetes de defora. Salvemos al soldado Ryan.

Salvemos a los asalariados y a los patronos, a los inmigrantes y a los emigrantes, a los de arriba de lo que sea y a los de abajo de eso mismo, a los de izquierda y a los de derecha (e incluso al único que queda en el centro, el edil no adscrito García Ontiveros). Salvemos (y mejoremos) la sanidad pública y a sus abnegados profesionales. Salvemos también la educación (la buena, especialmente) y sus igualmente sacrificados docentes. Salvemos el Raval, Carrús, La Alcudia, l’Aigua Dolça i Salà con sus chopos, el Aromas Ilicitanos en los partidos del Elche (cuando toque) y el Xè què agust! en el Villalobos in memoriam.

Salvemos la Glorieta (por si acaso). Salvemos la Corredora recién peatonalizada para el disfrute del peatón y librémosla de terrazas de bares, restaurantes y burguers, proponen en un manifiesto. Salvémosla, replican desde el sector hostelero, pero instalando terrazas de bares, restaurantes y burguers. Salvemos el PGOU, el AVE, la Ronda Sur y a quienes tengan que hacerlos posible (alguna vez). Salvemos la fachada de El Progreso y sus puntales, los refugios de la guerra civil, los nuevos baños árabes, la Acequia Mayor y la de Marchena, y el Molí del Real con sus xorrets (cuando chorrean). Salvemos las campanadas de año nuevo de Calendura aunque no haya fiesta en la plaza.

Salvemos a las fábricas y talleres manufactureros de toda la vida, tantas veces liquidados pero que ahí siguen, desafiando pandemias sanitarias y económicas. Salvemos también las start-ups y spin-offs, para que su coworking mejore el know-how y su CEO afine su target en mentoring, sin escatimar en e-recruiting y e-learning para mejorar el outsourcing del cluster mediante blockchain y benchmarking, e implementar un teaming de win-win para lograr push-up el cobranding a los retailers, que no pagan por falta de cash-flow y exceso de stocks en las pop-up stores (por culpa del SARS-CoV-2, of course). Let’s save them.

Salvemos el 2021, que el 2020 ya no lo salvan ni los fondos Edusi ni el Plan Edificant, ni Elx-Tabliments, ni Reactiva’t Elx, ni, por descontado, el Pateco. Ni siquiera Jordi Évole y Jorge Javier Vázquez uniendo sus poderes salvadores. Es lo que hay. Pero no todo está perdido: ahí tenemos la palma más grande del mundo en el paseo de la Estación, bajo la bandera más idem, para reconfortar al personal. Así que ánimo y feliz Navidad a todos/as, que no quiero encontrarme uno de estos días a Pablo Casado en la Glorieta y me afee mi insensibilidad social por no felicitar cristianamente las pascuas. Ah, no, que este año no podrá venir a Elche por el cerrojazo decretado por Puig. Como mi hija. Una lástima. Ande, ande, ande, la marimorena...