Al año 2020 le queda sólo una semana. Termina un año que nadie esperaba que fuese como ha sido. El coronavirus ha sido demoledor. Y aún no se ha acabado con él. Está siendo difícil ganarle, aunque en ello hay que centrarse, evitando riesgos y recaídas innecesarias, vacunándonos, cuidándonos y siendo solidarios con los más afectados y necesitados.

Debemos aprender de lo que ha pasado. De la necesidad de construir una sociedad más justa, más preparada para estas situaciones, más pendiente de las necesidades de los más débiles, especialmente nuestra gente mayor, la que tiene discapacidades, la que vive sola y con dificultades económicas, las personas vulnerables o en riesgo de exclusión social. Son los colectivos en los que más se ha cebado esta enfermedad.

Y disponer de los recursos necesarios. Una sanidad pública fuerte y que se recupere de los recortes bestiales que le han afectado. Unos servicios sociales y de atención a la Dependencia que puedan atender decentemente a los necesitados. Lo de las residencias de ancianos ha sido de juzgado de guardia. Esperemos que, con lo que ha pasado, todo esto no se vuelva a repetir. De nuestros gobernantes, a todos los niveles, dependerá repetir errores o encontrar soluciones.

Y, en otros aspectos, también se ha demostrado la necesidad de adaptar nuestras ciudades a unos entornos más saludables, más abiertos, menos contaminantes, más sostenibles. Si algo ha permitido la pandemia es provocar cambios insólitos en algunas políticas de muchos Ayuntamientos. Han sido tímidas en muchos casos, pero están marcando un cambio de tendencia que debe ampliarse y consolidarse.

En ese aspecto, las políticas de peatonalización y de recuperar espacios que el coche había arrebatado al peatón se han demostrado fundamentales. Son pequeños pasos, que no deben ser una moda pasajera y que deben mejorarse y hacerlas coincidir con un aumento de espacios verdes, dotaciones públicas, equipamientos, etc.

En la ciudad de Elx, debemos felicitarnos de que se hayan dado algunos pasos, recientemente, en ése sentido. La peatonalización de la Plaça de Baix y la Corredora ha sido todo un éxito. Como era de esperar, por otra parte. Lo difícil de entender es lo que se ha tardado en hacerla. Hasta la pandemia parece que ha ayudado a que se adelante la obra. Y ahí está el resultado.

La satisfacción es mayoritaria. Y los pocos que estaban en contra están callados. No reconocen la mejora, pero no creo que nadie se atreva a pedir que vuelvan a pasar los coches. Es lo que pasa en estas cosas. Cuando se ampliaron las aceras y se dejó sólo un carril de circulación, hace casi un cuarto de siglo, también parecía que se iba a acabar el mundo.

El problema ahora de la Corredora es el de no morir de éxito. La coincidencia con las fiestas navideñas, la inversión municipal en luces y animación, la novedad, etc. ha provocado una gran expectación que se ve a diario en la cantidad de gente que por allí pasea. Que no se estropee transformándose en otra calle Hospital o Castaños en Alicante. Si el Ayuntamiento no pone remedio, aquello se puede llenar de terrazas que, con mesas y sillas, llenen el espacio y dificulten el paseo peatonal. Ya se ha pedido por mucha gente. Esperemos sea sensible a esta petición y no estropee lo que tanto ha costado conseguir.

Siempre quedará la duda de qué hubiera pasado con el comercio de la zona si la Corredora se hubiera peatonalizado antes. Está claro que peor es difícil. El cierre masivo de comercios, incluido cuando Zara lo decidió, se ha hecho pasando coches. No era, por tanto, ese el problema. Hay otras razones. El cambio en los hábitos de compra, los alquileres y, especialmente, la situación económica en Elx tienen mucho que decir en el tema.

Y, en ésa línea de hacer un Elx más sostenible también hay que resaltar el esfuerzo por aumentar la seguridad del colectivo ciclista en la ciudad desde la Concejalía de Movilidad. Facilitar un medio alternativo y sostenible como éste es todo un reto. Siempre ha sido una aventura de riesgo pedalear en Elx. Probablemente ello explica la escasa utilización de la misma, al contrario de ciudades similares. Creando carriles bici bien conectados y aumentando la concienciación ciudadana en un menor uso del vehículo privado se puede ganar mucho en conseguir una ciudad más amable que se acerque a las exigencias para ser capital verde europea 2030.

Acaba un año 2020 pésimo. Aprendamos de los errores para evitar repetirlos.