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Un estudio concluye que el sector del calzado discrimina a la mujer y consiente el acoso empresarial

El trabajo universitario alerta de la precarización femenina, principalmente de las aparadoras, de las diferencias salariales entre sexos y de la falta de medios para conciliar vida laboral y familiar

Una aparadora realiza su labor en uno de los talleres que están repartidos por la provincia de Alicante. | TONY SEVILLA

Un sector que discrimina sistemáticamente a la mujer y que genera el escenario ideal para que se produzca acoso grupal por parte de los empresarios y, quien quiera denunciar su situación laboral, reciba la amenaza de no encontrar más trabajo en ninguna fábrica. Estas son algunas de las principales conclusiones que se extraen del informe que forma parte de un trabajo universitario elaborado por la estudiante ilicitana del grado de Criminología Laura Domene. El estudio va más allá y también alerta de una precarización femenina que se ceba, especialmente, con las aparadoras, así como pone de manifiesto las diferencias salariales que se producen entre hombres y mujeres y la falta de medios para conciliar la vida laboral y la familiar.

«El estudio tiene el punto de partida de la estructura de discriminación de las mujeres, sobre todo en el terreno laboral. Lo centré en las aparadoras porque mi familia se organiza desde hace generaciones en torno a un matriarcado y todas las mujeres se han dedicado al sector del calzado», explica la joven ilicitana como génesis de su trabajo.

Para realizar su investigación Domene ha hecho un cuestionario a 30 mujeres y ha añadido una decena de entrevistas personales. Los datos extraídos de estas conversaciones dibujan una «lucha desigual entre personas mundanas que se dedican a sacar adelante a sus familias contra grandes empresarios que buscan la trampa para pagar menos a las mujeres de lo que les corresponde».

A este análisis le siguen una serie de conclusiones que están relacionadas con la discriminación por sexos o las secuelas físicas que sufren las aparadoras.

El trabajo universitario describe al mundo del aparado como sexualizado y apunta que las mujeres siempre ocupan en las fábricas de calzado los puestos con menos remuneración y reconocimiento y los más precarios. También señala que están expuestas a desarrollar enfermedades en manos y articulaciones así como otros problemas físicos, como dolores de espalda o pérdida de visión, como consecuencia de unas jornadas de trabajo que se prolongan durante 11 o 12 horas.

Otro de los problemas que expresa Domene es el de las mujeres que se han atrevido a denunciar su situación. «La mayoría no hablan por miedo, cuando es algo que se sabe que ocurre en todo Elche, sobre todo en la zona de Carrús. Las condiciones son malas para todas las mujeres y no las denuncian porque tienen miedo por si las incluyen en una lista negra y no las dejan trabajar más en ninguna fábrica. También se produce acoso empresarial contra las que denuncian o quieren regularizar su situación laboral», sostiene la autora del informe.

La última de las conclusiones apunta a la dificultad de conciliar vida laboral y profesional, sobre todo porque buena parte de las aparadoras se ven obligadas a realizar su trabajo desde sus propios domicilios, a la vez que tienen que compaginar esta tarea con el cuidado de sus hijos.

Empleadas del sector del calzado durante una de sus largas jornadas de trabajo. | MATÍAS SEGARRA

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