La caída de una piedra del tamaño de un zapato ha vuelto a desatar las alarmas en torno a la basílica de Santa María y su consejo rector exige la puesta en marcha inmediata de un plan de reparación para evitar males mayores. El susto se produjo a finales de la semana pasada en la zona de la puerta del Resucitado de la casa del Misteri y, desde entonces, la calle de la Fira ha tenido el acceso cortado. Una unidad del Consorcio de Bomberos provincial se desplazó este martes hasta la basílica para acceder a lo más alto del edificio y examinar el estado que tiene su azotea y unas cornisas que presentan deficiencias y grietas, lo que supone un grave peligro. Los bomberos estuvieron dos horas pasando revista a Santa María tras acceder a su azotea a través de una grúa mecánica. La zona de la puerta del Resucitado en la que se ha producido el último desprendimiento de cascotes es una de las que más deterioradas se encuentran actualmente. De hecho, al igual que otros puntos del templo, está protegida por una red que debe servir como parapeto en los casos de caídas de fragmentos de piedra.

Malas condiciones

Como primera medida a tomar, desde el consejo rector de la basílica se ha solicitado que esta red sea sustituida por otra nueva, ya que la propia red protectora se encuentra en muy malas condiciones tras haber sido colocada hace casi dos décadas. Los responsables de la basílica trabajan actualmente en un plan director que se presentará a Cultura para acometer una intervención más que necesaria en Santa María. Uno de los grandes problemas que se encuentran ante cada paso que dan es el laberinto burocrático que deben afrontar, con el Ayuntamiento y las instituciones autonómicas como principales actores. «La última vez que se actuó en la azotea fue en 2018 y en aquella ocasión se retiraron más de quince kilos de piedras. Desde entonces no se ha hecho nada», lamenta el responsable de la tramoya alta del Misteri, Sixto Marco.

Junto a Marco, siguieron en directo la intervención de los bomberos el rector de Santa María, Ángel Bonavía, el responsable de Patrimonio, Gregorio Alemañ, y el arquitecto municipal de Elche, Julio Sagasta. Las lluvias que se han registrando desde la semana pasada en la ciudad, junto al deterioro del edificio, han sido las grandes causantes de la nueva caída de cascotes, ya que los desagües del templo se encuentran atascados y no filtran el agua, de tal manera que en las jornadas de lluvia se queda acumulada en la azotea y contribuye, de esta manera, al desprendimiento de fragmentos de piedra.