El rector, Juanjo Ruiz, la ha aceptado sin hacer comentarios. Si es poco habitual una dimisión, menos lo son dos y en tan poco tiempo. El faro de la Universidad de Elche se ha apagado. María Teresa Pérez Vázquez se va dejando tras de sí una imagen que era impecable. Un simple ejemplo: «Ha demostrado en numerosas ocasiones un gran entusiasmo para conseguir tanto el acercamiento de la enseñanza universitaria a la sociedad civil y militar como el de las Fuerzas Armadas a la sociedad civil». Eran palabras del coronel de Infantería de Marina Juan Bosco Montero en octubre de 2019 durante la imposición de la Cruz al Mérito Naval con Distintivo Blanco, una de las numerosas distinciones que desde hace más de una década ha recibido. Pero si lo que hablamos es de reconocimientos, no acabaríamos: Ram d’Or del Ayuntamiento de Elche (2011); Dama Portaestandarte de la Venida de la Virgen (2011); pregonera de las Fiestas de Agosto (2011), Dama de Honor con Medalla de Oro de la Real Orden de la Dama de Elche (2013), miembro de honor de la Asociación Ilicitana de Profesionales de la Danza y el Arte (2014), Dàtil d’Or de la Asociación de Informadores de Elche (2014), dama Portaestandarte del Misteri d’Elx (2016), pregonera de la Semana Santa de Elche (2017), miembro de la Real Academia de Medicina de la Comunidad (2017) y, más reciente, directora del Instituto Juan Gil Albert (2020).
Pocos pueden decir como ella que han formado parte de los tres equipos rectorales que ha tenido la UMH de Elche. Jesús Rodríguez Marín la eligió en 2007 como vicerrectora de Proyección y Desarrollo Institucional. El rector, hombre trabajador y poco dado a los actos, encontró una cara visible, amable y social, una mujer inteligente que, dicen los que bien la conocen, no se olvida ni de un nombre, un cargo o una cara. Y a fe que es cierto. La llegada del catedrático en Estadística, Jesús Tadeo Pastor Ciurana (2011), fue agrandando su figura. Culta, reservada y amante de sus pasiones -la danza, la música, los animales (siente debilidad por los gatos)-, su franca sonrisa fue una excelente carta de presentación para que la joven universidad se fuera consolidando en muchos estamentos de la sociedad. Y al más novel de los rectores que ha tenido la UMH, Juanjo Ruiz (2019), no le cabía otra que dejar que Pérez Vázquez le abriera puertas, en especial en una ciudad, Elche, que conocía más bien poco.
Hasta ahora era fácil verla conducir su modesto vehículo por la Vía Parque que une Alicante (vive muy cerca de la Diputación) con Elche, siempre a una velocidad moderada, igual que esa calma y serenidad que imprime en su trabajo, en el sentido de que las cosas no se piensan en un segundo y se hacen al siguiente. Por eso, posiblemente algunos que no la conocen bien consideran que es una mujer férrea, de trato a veces duro en el ámbito profesional, pero no es más que el reflejo de una persona que tiene las ideas claras.
Elegante, conocida por su indumentaria, sus complementos y su inconfundible perfume, aún se recuerda cómo no tuvo ningún rubor en pintarse durante días la bandera de España en las mejillas cuando se ganó el Mundial de fútbol, en julio de 2010. María Teresa Pérez, con una agenda de contactos y amigos envidiable, se conoce la provincia como la palma de su mano y ha recorrido media España para representar allí donde fuera a la UMH y, por llegar, ha llegado hasta el Camino de Santiago y con la ilusión de un peregrino más. Tras su marcha como vicerrectora, la UMH tiene una deuda con ella, una mujer impagable por estos años de excelente servicio. Y ella, como siempre dice, lo tiene con su ciudad, con Elche. Tras trece años siendo el faro social de la universidad, la catedrática vuelve a su despacho y a sus alumnos porque aún tiene mucho que contar.