Se describe como un autodidacta y confiesa que todos los bonsáis que ha cultivado (tiene 200 en su terraza) ha sido gracias a la lectura. Ensayo y error han sido los métodos que más le funcionaron en sus inicios, allá por los años ochenta, para reproducir árboles en miniatura. Tras décadas de investigación y de compartir con cientos de aficionados los secretos de una técnica milenaria, acaba de publicar una guía.

¿Cómo surgió la idea de escribir un libro?

Con el confinamiento por la pandemia y el tiempo libre que tenía decidí recopilar todos mis apuntes sueltos en un libro para regalárselo a mis hijos y mis nietos. Sin embargo, cuando se lo presenté al alcalde para que me hiciera un prólogo me propuso hacer medio centenar para llevarlos a las bibliotecas, los institutos y la Universidad y que allí puedan consultar esta guía sobre un árbol que solo está aquí. Lo que cuento en el libro son mis vivencias, cómo empecé, cómo se pueden cultivar chopos ilicitanos en bonsáis, cuidados mensuales, el uso de la tierra, poda, alambrado, desfoliación y otros muchos consejos.

¿Dónde se pueden encontrar chopos ilicitanos?

Este árbol no existe en ningún sitio más que en Elche y parece que se han encontrado ahora ejemplares en Abanilla. La zona primitiva donde aparecieron es en paraje de l’Aigua Dolça i Salà, yendo al Pantano, junto a la Acequia Mayor. Fueron traídos de Irak. También hay uno en la Glorieta, en el Hort del Monjo, en el Parque Municipal y han crecido en la carretera de Dolores.

Para muchos este árbol es desconocido, ¿cree que se le ha prestado suficiente atención en la ciudad?

No. Se le ha prestado más atención a la palmera que hay en el mundo entero, pero al chopo ilicitano no y eso que solo hay en Elche. Hasta ahora solo sabíamos que existían aquí. Deberían ponerlos en valor, poner una placa para informar de su historia, es un árbol emblemático y no se le ha comunicado a a gente que no es tan difícil cultivarlo, estas son algunas de las razones que me han llevado a escribir esta guía.

En su libro explica cómo reproducir una especie de la que se sabe muy poco, ¿cómo lo ha conseguido?

En los años noventa empecé a investigar y fui hasta la acequia mayor del Pantano, donde están los árboles primitivos, a realizar unos acodos, pero falló esa técnica de reproducción y decidí abandonar el proyecto. A los diez años, me recogieron un ejemplar, volví a intentarlo y lo conseguí. Me di cuenta de que no aguantaban la sequía, algo que era clave y que estos árboles se reproducen por esqueje, acodo y raíces. Ahora tengo 25 ejemplares que he conseguido reproducir y mi objetivo es llegar a los 80.

Tiene 200 bonsáis en su casa, ¿cómo empezó su afición por esta técnica milenaria?

En el año 84 iba al vivero del Huerto del Cura a comprar plantas por 40 o 50 pesetas y había bonsáis que costaban 36.000 pesetas, eran muy caros para llevármelos así que decidí investigar. Así empezó todo hasta que llegué a dar clases a aficionados y montar el club del bonsái con el que organizamos muchísimas exposiciones.

¿Cuál es el secreto para conseguir que no se seque un bonsái?

La clave es mirarlo todos los días y ver qué necesidades tiene, si le falta riego o si está enfermo. Yo subo tres o cuatro veces a la terraza a verlos. Dicen que hay que hablarle a los árboles, yo lo hago a veces, pero lo más importante es mirarlos mucho. Otra clave es trasplantarlo a final de febrero o marzo si es de hoja caduca, y si es de hoja perenne en abril.