La saturación en los hospitales ha llevado al enfermero José Rocamora a narrar la situación de colapso a través de vídeos publicados en internet. Ahora comparte sus reflexiones en una entrevista que puede herir sensibilidades.

En uno de los vídeos que ha subido a YouTube para denunciar la situación hospitalaria habla de colapso...

Vivimos en un campo de batalla, lo que sucede no pasa ni en las películas. Parece que sea mentira que haya tanta gente con covid y los ingresos no paran. Hay pacientes que necesitan intubación o cuidados críticos y se ingresan en quirófanos. Los médicos no dan abasto, están sobrepasados. El otro día acompañé a un médico para intubar a una persona y tuvo que irse tres veces corriendo a Urgencias para atender llamadas por pacientes que se estaban ahogando. El viernes hicimos cinco intubaciones in extremis.

¿Se dan muchos casos de gente que no sabe qué hacer al creer que está contagiada?

Mucha gente que ha dado positivo no sabe si puede salir o no de casa, incluso algunos que viven solos. Recomendamos a la gente que se quede en casa, yo por lo menos lo digo porque en la UCI se ven los peores casos. Pero aún se dan situaciones más duras, como las de los pacientes que lo requieren y no pueden tener cama UCI. Esa persona, estando ocho, quince o veinte días, saldría adelante y no hay hueco. No se puede hacer nada con ellos. Creemos que lo que nos mata es el virus y no es así, lo que mata es el colapso sanitario.

¿Recuerda algún caso especialmente dramático?

Cada caso tiene su historia detrás. Hay gente que se ha contagiado por juntarse con personas que no sabían que tenían el virus y luego se lo han pasado a sus padres. En la UCI hemos vividos dos o tres situaciones que nos han dejado muy tocados.

Esta semana se ha conocido en Elche la muerte de una joven de 20 años...

Hay gente joven que se está poniendo muy mala. La tasa de mortalidad en pacientes menores de 50 años se sitúa en torno al 0,1%. Eso es estadística y las matemáticas no mienten. Si una persona de cada mil se tiene que morir, por ejemplo, a alguien le tiene que tocar. En Elche hay 230.000 habitantes y solo hay que hacer números. No conozco en profundidad el caso, quizá esa joven se podría haber salvado si los hospitales no estuvieran colapsados. Y todavía hay gente que cree que esto es un invento, que considera que lo que queremos es mantener el chiringuito de los hospitales. Esa gente parece que vive en una realidad paralela.

¿Hay riesgo de que se mezclen los pacientes con covid con los que tienen otros problemas?

En la UCI en la que yo estoy, no. Antes tenía doce camas y en marzo pasó a tener quince para covid y otras cuatro para el resto. Ahora se deriva a esos pacientes que no están contagiados al IMED. Los sanitarios que antes poníamos el foco en un paciente crítico, ahora tenemos que hacerlo en dos a la vez. En cuanto un ingresado supera el covid lo trasladamos rápido a otro lugar para evitar un nuevo contagio.

¿En qué está fallando el sistema sanitario con la pandemia?

En la politización, se usa como arma arrojadiza de un lado y de otro. A los expertos de verdad, a los que están en primera línea, no se les escucha, no se les da voz. Un confinamiento antes de las Navidades hubiera evitado lo que ha venido ahora. Ya teníamos la experiencia del puente de octubre y del de diciembre. Desde el 3 de enero, que empezamos a recibir a los que se habían contagiado en Nochebuena, tenemos la sensación de que vamos cuesta abajo y sin frenos.

¿Hay cambios entre la tercera ola y las dos anteriores?

En la primera ola se notaba miedo y desconocimiento. Con el confinamiento de todo el país, a la provincia llegaron los resquicios de la onda expansiva. No se vivió lo mismo que en Madrid o Barcelona. No tuvimos la misma cantidad de pacientes que ahora, ni de lejos. La segunda ola tampoco pegó muy fuerte. La tercera sí que ha sido bestial.

¿Se dan casos de personas que empeoran muy rápido?

Sí, ese es uno de los problemas. Hay gente contagiada que está en su casa más o menos bien y, de repente, se nota muy cansada y no puede respirar. El empeoramiento es muy rápido y se necesita la UCI porque los pulmones se encharcan. Llega un momento que el diafragma ya no da más de sí y se necesita la intubación para que el aire puede llegar. Hay pacientes que dicen que no les cuesta respirar pero, al ver la placa del tórax, sabemos que el problema va a llegar en horas. Hay quien está bien por la mañana y por la noche lo tenemos que intubar.

¿Qué le diría a los negacionistas o los jóvenes que siguen haciendo botellones?

Da igual lo que les digas. Muchos se agarran a que los medios mienten y manipulan los datos. Es otra de las consecuencias de haber politizado la sanidad. Es como los que dicen que con la mascarilla nos han puesto un bozal. Se ha visto que las mascarillas son efectivas y que muchos de los que se contagian proceden de reuniones sociales en las que se las quitan. El crecimiento del virus siempre es exponencial.

¿Faltan más restricciones para frenar la tercera ola?

Las medidas que hay ahora deberían haber estado aprobadas antes de Navidad. No entiendo las restricciones horarias, fijar el toque de queda a las doce o las once como si el virus se fuera a dormir. La clave era evitar las reuniones sociales y las masificaciones. Ahora, que nos estamos ahogando, se ha dado el grito de alarma. Lo estamos pagando con la gente que se está muriendo. No se trata de no salir a la calle, se puede pasear al aire libre con mascarilla. Es diferente dar una vuelta con un amigo que meter a seis personas en tu casa.

¿Cómo están los sanitarios tras tantos meses de batalla?

Muy cansados. Hay compañeros que se están poniendo malos, faltan médicos y enfermeros y los que estamos somos los que tenemos que sacar el hospital adelante. Nos cancelan libranzas. Es estresante, hay fines de semana que tenía para pasar con mi mujer y mi hija en los que me he tenido que ir a trabajar. Y en el hospital dan ganas de llorar. A veces hay dos pacientes que empeoran a la vez y tienes que elegir a quién le das la cama UCI. El otro, seguramente, no sobrevivirá.