«Bares, qué lugares

tan gratos para conversar.

No hay como el calor del amor en un bar».

Canción de Gabinete Caligari (1986).

Volvemos como locos a las terrazas, que de momento es lo único que hay. Uno: «Por favor, tráigame dos o tres cañas y vigile que no se le acabe el barril para ir reponiendo». Otra: «Y a mí, un descafeinado con leche desnatada en una jarra cervecera, dos tostadas con jamón, queso, tortilla y anchoas, una ensaladilla y dos napolitanas de chocolate». Otro más: «Pues para mí, lo mismo que ellos». Hay avidez por volver a los bares y es comprensible, tras otra larga y forzada abstinencia que ha dejado una profunda huella en nuestro sistema neurovascular. Dentro de cierto tiempo escucharemos conversaciones en estos términos, o parecidos: «¿Te acuerdas de cuando nos cerraron los bares?». «¡Como no voy a acordarme, con lo mal que lo pasé!». «Y que lo digas... Pero ¿te acuerdas por qué fue?». «Ni idea, solo recuerdo que nos cerraron los bares y lo pasé muy mal». Es lo que tiene la memoria emocional, y más en casos de hiperactividad de la amígdala (la cerebral) sobre el hipotálamo por una situación de estrés y/o ansiedad. Brindemos por los bares, aunque sea todavía con la mascarilla. Algo es algo.

Y brindemos también por la puesta en marcha de una comisión para poner en marcha el estudio previo del anteproyecto de creación, erección e implementación del centro de diseño y moda del calzado en el antiguo edificio de Correos, anunciado la pasada legislatura por el mismísimo president Ximo Puig. Bueno, no será exactamente un centro de diseño y moda del calzado sino algo así como un centro de tecnologías habilitadoras, sea lo que sea que sea eso, aunque tampoco parece que será esa su denominación ni cometido final. De la reunión de hace unos días del alcalde, Carlos González, y la innovadora consellera ilicitana Carolina Pascual con representantes institucionales, empresariales, sindicales, formativos y tecnológicos de toda la Comunitat, surgió otra nomenclatura (provisional, igual que todo en este asunto): Centro de Innovación Económica. Y ya no será algo longitudinal que tendrá como eje baricéntrico el calzado y sus conexas, sino un órgano transversal con diversas bisectrices, que abarcarán incluso el viverismo, en una transversalidad propia de las raíces de una palmera datilera.

La cuestión es que, además del nombre, hay que buscar también entre todos el «alcance», la «orientación» y las «funciones». Es decir, todo menos la ubicación, que es lo único que parece estar claro. Es lo que pasa cuando los dirigentes políticos anuncian cosas sin tenerlas, al menos, esbozadas (que suele ser casi siempre). Luego pasa que llevamos tantos años esperando inversiones de la Generalitat (y de las demás administraciones supramunicipales), que cuando se nos anuncia alguna y nos preguntan qué queremos, no se nos ocurre nada en concreto. Y menos en asuntos de tecnologías habilitadoras e innovadoras.

«Pues, a ver, pónganos algo con mucho I+D+i, que sea muy sostenible en el tiempo y el espacio, que sea de economía circular pero con carril bici, que genere conocimiento (aunque sin pasarse, para que no se fugue al extranjero), que tenga en cuenta a las personas...» «...¡y a los animales!». «Vale, también a los animales, y que tenga en cuenta la transición energética y la conectividad...» «...¡y los viveros!». «Sí, los viveros también. Y que además sea transversal, multidisciplinar, plurisectorial, polivalente...» «...¡y a los floristas!». «Bueno, los floristas están ya incluidos en el epígrafe de viverismo y plantas de jardín; no dupliquemos, con lo que nos queda por pedir...». Es lo que tienen los procesos participativos, aunque sean de alto nivel. Es estresante tener que decidir qué queremos, con tanto donde elegir. Ya veremos si cabe todo en el nuevo edificio. Da la impresión, por el elevado rango y ámbito competencial de los participantes, de que existe verdadero interés en la conselleria por llevar a buen término este proyecto. Bienvenida sea esa voluntad, pero esta consulta ¿no se podría haber hecho hace al menos dos años, tras anunciarse la inversión, y tener ya resueltos el alcance, la orientación y las funciones de la criatura? Aquí, esperando a ver con qué innovador organismo nos sorprendían desde el Consell y resulta que no tenían ni idea. Mal presagio.

En cambio, no habrá problema con la Agencia Valenciana de Protección del Territorio, que anunció Puig en su reciente visita (a ver si viene más y nos vamos poniendo al día con los agravios). Ni consulta participativa ni transversalidad ni nada que habilitar que no sean las 350.000 construcciones ilegales que pueblan en la Comunitat. Esas son las decisiones firmes y concretas que necesitamos. Bien es cierto que la futura oficina no hará nada que no estén haciendo ya (con escaso éxito) los ayuntamientos y la administración autonómica y su puesta en marcha parece más sencilla. Lo que no explicó el president es si el hecho de instalarla aquí (ya se verá dónde) es porque somos uno de los municipios más infractores (unas 20.000 obras en suelo no urbanizable) o va a cuenta de los 43 millones de la deuda histórica, como el centro innovador. En ese caso, solo debería contar si los 35 funcionarios de la oficina son todos de Elche. Atentos.

Muy atentos también a los movimientos en torno al Mercado Central. No, no es que haya avances, solo deambulaciones en el entorno. La Conselleria de Cultura, Restos Patrimoniales y Refugios De Cuando la Guerra ha sorprendido a todos y todas con una nueva pirueta administrativa de las de triple salto y tirabuzón desde la torre de Calendura hasta la Plaça de les Flors. Ha autorizado al bipartito a sepultar las catas arqueológicas que circundan el edificio racionalista de abastos, tras un año argumentando una cosa y la contraria y a la inversa, para finalmente darle luz verde como si tal cosa. El alcalde puso el mismo viernes a trabajar inmediatamente a la brigada municipal, y lo hará incluso en festivos y horario nocturno, antes de que el conseller Marzà se dé cuenta y se le ocurra emitir otra orden anulando la anterior y declarando el lugar Zona Acotada de Salvaguarda de Contingencia Arqueológica (ZASCA), como con la fachada de El Progreso. Rapidito, rapidito, no vaya a ser que mientras llegue el informe del Consell Jurídic Consultiu y lo pare todo otra vez. Vamos, todavía más parado de lo que está el asunto.

Y hablando de cosas paradas, viene al caso el asunto del palacio de congresos, porque el alcalde ha vuelto a reclamar celeridad a la Diputación, que ha replicado que está esperando el estudio de la UMH, documento que a su vez Carlos González ya ha dicho que se pasará por el forro porque el bipartito ha hecho se propio informe, que ya envió a la Dipu, aunque desde allí avisan que ese no vale, que vale el otro, el de la universitas, por lo que el alcalde objeta al presidente diputacional, Carlos Mazón, que lo que pasa es que no tiene palabra, porque solo ha puesto 50.000 euros en el presupuesto, pero en eso que el diputado popular ilicitano Juan de Dios Navarro sale y dice que serà per diners, que si hace falta más pasta se pondrá, pero poner por poner sin el estudio de la UMH y el consenso social, pues no, a lo que el alcalde se ratifica en que ese estudio él se lo pasa por el forro y así sucesivamente.

Ante tal panorama, el concejal no adscrito, pero habilitado, Eduardo García-Ontiveros aprovecha una moción en el pleno para declamar a Calderón: «Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos». Aprobada por unanimidad y a tomar unas cañas en la terracita. Con mascarilla.