Cáritas Elche ha pasado de atender en los meses previos a la pandemia a entre 600 y 800 familias cada mes a, en estos momentos, prestar ayuda de todo tipo a prácticamente el doble, unas 1.600 familias, mensualmente, según indica Joaquín Sansano, coordinador general de esta organización no gubernamental.

«Mucha contundencia». Así define Sansano el impacto de la crisis social en los últimos meses en el municipio ilicitano, dándose una situación que, aseguran desde esta ONG, no han visto desde que esta entidad comenzara a funcionar en los años 60.

El caso es que Cáritas ha visto cómo están cambiando los perfiles de personas necesitadas. Hasta hace un año, se acercaban a a esta organización personas en situación de exclusión social. «Pero es que ahora la actual crisis nos ha traído familias que nunca habían tenido que pedir ayuda», relata Sansano.

En concreto, se están encontrando casos de gente que no tenía problemas económicos importante, pero que ahora carecen de ingresos y no tienen más remedio que demandar apoyo y ayuda. Así por ejemplo, desde Cárita se detalla que están ayudando a gente que vivía de los mercadillos, o gente que se ha encontrado con un ERTE, pero también los que subsitía del cartón y la chatarra y, agregan, también autónomos y trabajadores de la hostelería.

Un taller de formación impartido en en Cáritas, en una imagen tomada recientemente. | INFORMACIÓN

«Han cambiado mucho el tipo de familias con las que estábamos trabajando. No nos gusta mucho el asistencialismo, somo más de trabajar la formación y el acompañamiento, pero al final hemos tenido que socorrer a muchas personas con ayudas. Y no solo de comida», expone el coordinador general de Cáritas.

Así por ejemplo, esta organización viene observando cómo muchas personas precisan de ayudas económicas no solo para hacer frente a la luz o el agua, sino también para el alquiler o la hipoteca. «Y se trataba de gente con mucho miedo porque, aunque durante estos meses no había desahucios, se sentían muy presionados», agrega Joaquín Sansano.

Otras realidades les hablan de ciudadanos que no han podido tener acceso a ayudas públicas: porque no llevaban el tiempo suficiente empadronados en Elche, o se encuentran en situación irregular, o migrantes que se sumergen en un limbo administrativo porque aún no hay una resolución en firme sobre su estancia en España.

Desde Cáritas también han observado ciclos en estos últimos doce meses. Así por ejemplo, de marzo hasta el verano notaron mucha afluencia de personas. El flujo se redujo durante las vacaciones, pero a partir de septiembre y octubre volvió a incrementarse, hasta el punto de que no han parado de subir las peticiones de ayudas a esta ONG.

«Nos llega también gente trabajadora en precario, personas que cobraban en B, y también se han visto muy afectados aquellos que se encargaban del cuidado de personas mayores, bien porque han fallecido ancianos, bien por el miedo a contagiarles», explica Joaquín Sansano quien, en la parte positiva, destaca cómo se ha volcado la sociedad ilicitana en ayudar, el interés de los afectados por mejorar su formación con Cáritas y la excelente coordinación con el Ayuntamiento de Elche y otras organizaciones para auxiliar a los más necesitados.

Descenso de voluntarios, pero hay cada vez más jóvenes

Hacen falta manos. Cáritas Elche señala que lo que más precisa ahora son voluntarios. Debido a la coyuntura actual, el número de voluntario ha pasado de unos 300 a unos 250. La mayoría de los voluntarios suele ser gente mayor, pero en estos últimos meses se han animado muchas personas jóvenes. Por otro lado, Cáritas además de alimentos y mantas precisa de donaciones, para ayudar en las facturas de suministros o alquiler, las cuales se pueden hacer a través de su página web.